A un paso de llegar. México y su realidad migratoria

Rodolfo Azomoza Pastor

Foto: Personas en situación de migración subiendo a “La Bestia”. (Rodolfo Azomoza)

“Alguien puede aguantar cualquier cosa, menos la muerte de un hijo”

María y su familia se vieron en la necesidad de abandonar la isla de Roatán (Honduras) debido al asesinato de su hijo, y ahora se encuentran cruzando por México en búsqueda de llegar a Estados Unidos. La migración tiene múltiples maneras de ocurrir, pero muchas veces no se ve como lo que es: la movilización de miles de vidas en búsqueda de un nuevo comienzo.

Las causas de la migración son complejas y, en muchos casos, históricas. La violencia por parte del crimen organizado, la falta de oportunidades laborales, las movilizaciones forzadas y los estados fallidos son algunas de las causas que provocan la necesidad de emigrar. En muchas de estas situaciones, ni siquiera es la persona en situación de migración la que toma la decisión: esta es determinada por las circunstancias en las que se encuentra y la realidad que la rodea.

Según la Organización Internacional de Migración (OIM), en el año 2020, más de 280 millones de personas se encuentran en situación de migración, lo cual equivale al 3.6% de la población mundial. En el contexto mexicano, según la Unidad de Política Migratoria, Registro e Identidad de Personas, en el año 2021 cruzaron por México 309,692 personas de manera irregular (más información en esta hoja de Excel).

A nivel internacional, México siempre ha representado un país importante respecto a las movilizaciones humanas — históricamente como un país expulsor — , pero actualmente convirtiéndose en uno de tránsito, específicamente en el contexto de la migración centroamericana hacia Estados Unidos. Sin embargo, el camino por México no es nada sencillo y las autoridades migratorias tampoco son una red de seguridad; en realidad, podrían parecer todo lo contrario. Este capítulo del pódcast El Hilo explica un incidente reciente ocurrido en Ciudad Juárez, Chihuahua.

Incidentes como el ocurrido en Ciudad Juárez el pasado 27 de marzo; la famosa ley de “cero tolerancia”, por la cual más de 2,700 infantes fueron separados de sus familias en la frontera mexicoamericana; o el descubrimiento de 53 cuerpos de personas migrantes atrapadas en un semirremolque en las afueras de San Antonio, Texas en el 2022, nos explican que el panorama al que se enfrentan las personas en situación de migración es complicado en cada una de sus etapas.

Entre 2014 y 2021, la cifra anual de cuerpos de personas migrantes hallados en la frontera entre ambos países rondaba los 457, de acuerdo con un estudio realizado por el OIM (2021). Esto la convierte en la frontera más letal a nivel mundial, según la misma información de la OIM.

Es importante para la comprensión del panorama migratorio en México entender la política migratoria, la cual, según la Unidad de Política Migratoria, Registro e Identidad de Personas de México, es la siguiente:

“En este contexto y partiendo del respeto pleno de los derechos humanos, la inclusión y la perspectiva de género, la política migratoria del Gobierno de México (2018–2024) se constituye sobre la base de un paradigma, cuyo centro es la persona migrante y el desarrollo social y económico como sustento de la movilidad humana de una manera regular, ordenada y segura”.

El panorama migratorio en México, explicado por los organismos federales encargados, nos presenta que los migrantes tienen derechos, no deben ser encarcelados, deben ser respetados como individuos sin distinción por características personales y que el Estado se encuentra comprometido a propiciar la segura y ordenada movilización humana. Pero la realidad se desarrolla de una manera distinta.

Familias recorriendo las vías de tren, Huichapan, Hidalgo. Foto: Rodolfo Azomoza.

Historias de paso

María (Honduras)

María. Foto: Rodolfo Azomoza.

Escuchar a las personas que pasan a través de México es la prueba viva de que la realidad es muy distinta a lo que es expresado por las autoridades. María es una mujer proveniente de Roatán, una pequeña isla ubicada al norte de Honduras. Ella se vio en la necesidad de salir de su país debido al asesinato de su hijo.

María cuenta que vivir en Roatán era un sueño: el clima tropical que cada día la levantaba con energía, el brillo del sol reflejado en las hojas de las palmas, el cuidado comunal que compartían las personas que viven en la isla… pero es un sueño que ya no puede continuar. El asesinato de su hijo vino acompañado de una amenaza por parte de las pandillas de la isla: “Si te quedas aquí, te vamos a quitar a tu otro hijo”.

Como madre, supo que no existía ninguna otra decisión, así que tomó a su familia y puso toda su casa en una maleta. Sin mirar atrás, María partió hacia el norte, llegando a México por el estado de Chiapas. Al contar con la capacidad económica para moverse, María y su familia se desplazaron en autobuses hasta llegar al centro del país. Sin embargo, ahí se vieron en la necesidad de cambiar de medio de transporte, por lo cual en el estado de Hidalgo decidieron, como familia, montarse en La Bestia.

La historia de María no es un acontecimiento aislado. Durante el transcurso de su viaje conoció a muchas familias que se encontraban en la misma situación. En el grupo con el que viajaba se encontraba un joven hondureño de 24 años, una pareja proveniente de Venezuela, una mujer mayor que viajaba sola, una madre soltera con su hijo de ocho años y la familia de María, conformada por su esposo y su segundo hijo. María y su esposo tomaron la decisión de dejar a su hijo más pequeño con los padres de su esposo, porque la dificultad del viaje sería demasiado para el pequeño.

“Esto es lo más difícil que he hecho”, comenta María respecto a tomar la decisión de emigrar, y agradece a Dios cada día por cuidarla en su viaje. María no esperaba la dimensión territorial que México tiene y comenta que sin duda ha sido el país que más le ha costado cruzar. La complejidad del terreno, la susceptibilidad a la violencia, la distancia y el cuidado de higiene y de salud son las características principales que menciona María.

El hijo de María ha bajado de peso desde el inicio del viaje y se enferma constantemente. De igual manera, el hijo de la otra madre que viajaba en el mismo grupo comentó que su pequeño perdió ocho kilos y comenzó a mostrar síntomas de desnutrición, por lo que tuvo que parar varios días en el hospital después de ser internado. María también comentó que fue detenida en una estación migratoria durante el trámite de su permiso migratorio, el cual le brinda 45 días para salir del país.

Es importante mencionar que, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en la Declaración Universal de Derechos Humanos, el artículo 13 garantiza la libertad de movimiento. En el documento se explica que las personas internamente desplazadas tienen el derecho a buscar una solución temporal o permanente dentro o fuera de su país y no deberían ser detenidas por hacerlo. “La estadía en los centros migratorios es mala, la comida es poca, estas todo el tiempo vigilada, los agentes migratorios son groseros y no te ayudan de ninguna manera y el lugar estaba descuidado tiene pésimas condiciones”, comentó María sobre la experiencia.

Wilmer (Venezuela)

Wilmer. Foto: Rodolfo Azomoza.

Proveniente de Venezuela, Wilmer se vio en la necesidad de emigrar debido a la relación que su hermano tenía con la banda de crimen organizado llamada Los Colectivos, en Caracas. Aunque no portan armas, este grupo responde directamente al gobierno venezolano y es considerada una organización peligrosa con fuertes conexiones y recursos.

El acontecimiento que desató la necesidad de Wilmer y su familia de huir fue una confrontación entre Los Colectivos y una de las pandillas que operan en la capital, resultando en la victoria de la pandilla. Al concluir el enfrentamiento, el hermano de Wilmer huyó del país. Por consecuencia, la familia de Wilmer fue amenazada y tuvieron que abandonar sus vidas en Venezuela.

Llegaron primero a Ecuador, donde, aunque no vivieron en la mejor situación, pudieron asentarse por tres años. Sin embargo, los bajos salarios a causa de su estatus migratorio y el aumento de la violencia impulsaron a Wilmer a abandonar el país.

La división natural que separa Sudamérica de Centroamérica es conocida como el Darién. Es una región selvática y pantanosa que se encuentra en la frontera entre Colombia y Panamá. Todas las personas que se encuentran en situación de migración provenientes de Sudamérica y que no tienen el capital económico para moverse en bote o avión deben pasar el Darién a pie. Esto fue lo más difícil para Wilmer y su familia.

“Esa parte es muy fuerte, muy muy fuerte. Tuvimos mucha suerte, si te ibas por un camino equivocado te secuestraban, te robaban o te mataban”. En el 2022 fueron reportadas las muertes de 36 personas en situación de migración en la jungla del Darién. Se estima que esta cifra en mucho mayor, pero la falta de acceso a la zona hace imposible la obtención de los cuerpos y, por ende, tener un registro completo.

A partir de ese punto, el resto del camino fue fácil para Wilmer y su familia. Antes de subirse a La Bestia con destino en Piedras Negras, Coahuila, Wilmer extendió la siguiente reflexión sobre el trato que reciben las personas migrantes y la percepción que muchos mexicanos tienen sobre ellos.

Esto debido a que el trato que ha recibido él y su familia ha sido muy malo por parte de los mexicanos. Comentó que ha sido víctima de insultos en diferentes partes del país, que la gente se les queda viendo a él y a su familia, y que el trato que ha recibido pésimos tratos por parte de los agentes migratorios. Además, la policía lo ha detenido múltiples veces y ha debido pagar sobornos para evitar ser arrestado, situación que muchas otras personas en situación de migración viven en el país.

Joseph (Guatemala)

Joseph, N. Foto: Rodolfo Azomoza.

La familia de Joseph es proveniente de la región noroeste de Guatemala, donde se habla el idioma mam. “Yo soy chapín de corazón”. Así comenzó a contar su historia Joseph, compartiendo que las raíces de su familia son indígenas. Su llegada a México fue consecuencia de una fuerte adicción a la heroína con la que batalló por muchos años; fue aquí donde logró ponerle fin.

Joseph trabaja temporalmente en el albergue de la Casa del Peregrino Migrante, la cual se ubica en Huichapan, Hidalgo. Ahí formó una relación estrecha con el coordinador y los trabajadores del albergue, por lo que decidió quedarse. Sin embargo, su estadía no es permanente y debe regresar a renovar su permiso de trabajo.

“Aquí pasan personas con historias más fuertes que la mía, con problemas de persecución, problemas de crisis económica”. El trabajo que Joseph ha realizado lo ha ayudado con sus propios problemas, pues explica: “Así he podido servir a otras personas”. Es por eso que explica que le resulta extraño tener que regresar a casa, donde, aunque tiene más comodidades, su familia se ha vuelto un poco ajena para él.

La relación distante con su familia no es una situación nueva para Joseph. Su padre emigró a Canadá en 1985 debido a la guerrilla que enfrentó Guatemala, dejando a la mayoría de su familia en su país natal. Tener una familia divida siempre ha marcado su realidad. Sin embargo, y según comenta, nunca se ha hecho más fácil.

“Saber que todavía tengo familia en Guatemala es horrible”.

Joseph sabe que debe ir a Canadá, donde ahora también se encuentran su madre y sus dos hermanos. Sin embargo, su identidad se encuentra fragmentada por el impacto que ha tenido la migración de su padre en su vida. Por el momento decide quedarse en México, porque entiende la inmensa dificultad de la migración y sus grandes efectos en la vida de las personas.

“La situación migratoria en México es muy difícil”. Aunque Joseph decida estar en México porque ama el país, ha visto en primera mano el trato que reciben las personas migrantes aquí. Contó una historia sobre un delincuente de la zona que entró armado al albergue y asaltó a todos los migrantes que se alojaban ahí. Al llamar a las autoridades, estas se negaron a actuar, debido a que se trataba de personas que estaban “ilegalmente en el país”, y los amenazaron con detenerlos y entregarlos a las autoridades migratorias si seguían contactando a la policía.

Restos del camino, Hidalgo. Foto: Rodolfo Azomoza.

Albergues, oasis en el desierto migratorio

Los albergues migratorios, instituciones sin fines de lucro y autofinanciadas, fungen, en el territorio mexicano, como el único espacio en el que las personas en situación de migración pueden bajar la cabeza y tomar un respiro. Estos ofrecen espacios que usualmente pasan desapercibidos fuera de esta realidad: baños, camas, lavaderos, comida y seguridad.

Los espacios de recepción deben encontrarse fuera del control gubernamental, debido a que actúan meramente como un lugar de estancia temporal y su objetivo es servir y acompañar a las personas migrantes. Es importante separarlos de los centros migratorios o centros de detención de migrantes, los cuales pertenecen al gobierno y tienen como principal función la detención, procesamiento y, eventualmente, la expulsión de personas extranjeras en situación de irregularidad.

Según un informe de la CNDH del año 2019, México cuenta con 30 Estaciones Migratorias, en su mayoría instaladas entre el año 2000 y 2010. Conjuntamente, suman una capacidad para albergar a 2,226 personas migrantes.

Casa del peregrino migrante, Huichapan, Hidalgo. Foto: Rodolfo Azomoza.

México, una frontera vertical

En el año 2022 se presentó el documental The Vertical Border, un largometraje que retrata a detalle los desafíos que enfrentan las personas en situación de migración al llegar a México. Desde el crimen organizado, que orquesta secuestros coordinados de migrantes con el fin de obtener sus rescates en dólares, a las injustas detenciones por parte de las autoridades migratorias mexicanas.

Existe una fuerte problemática que perjudica la migración a nivel nacional y es la vulnerabilidad que conlleva la movilidad humana y los riesgos a los que se puede exponer la persona migrante, que son diversos y complejos. Es necesario entender que, en muchos casos, para poder entrar a Estado Unidos, los migrantes centroamericanos deben aplicar desde el territorio mexicano. Los periodos de espera de respuestas pueden extenderse, lo que agudiza la situación de peligro.

La realidad de las personas que viven la migración y la postura que dice tener el país, parecen ser totales opuestos. Las historias de vida recopiladas a lo largo de este reportaje demuestran una fuerte falla por parte del Estado mexicano en su manejo del proceso migratorio. Es crucial que las dinámicas migratorias mejoren, porque se violan los derechos humanos de las personas y, por ende, la integridad física, moral y psicológica aquellos que solo están buscando una mejor calidad de vida.

Personas migrantes montándose al tren conocido como ‘La Bestia’. Video: Rodolfo Azomoza.

IBERO Puebla

Publicado originalmente en Medium

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