Madrid, Estado Español. El grupo valenciano de rap Los Chikos del Maíz se ha llevado el galardón a mejor álbum hip hop (Pasión de talibanes, 2011) en la cuarta edición de los Premios de la Música Independiente. Toni y Nega subieron al escenario —éste último con una camiseta de la ‘marea verde’, en apoyo a la educación pública— y dedicaron su actuación «a la lucha minera». Al recoger el premio, Toni comenzó su discurso con ironía: «Primero quería darle las gracias al ministro Wert. Creo que no ha podido venir porque ha estado cerrando un par de colegios esta tarde».
Y es que ni si quiera en las galas de la industria, aunque sea independiente, pierden las formas. Los Chikos del Maíz se han caracterizado por abrirse hueco al «estilo Faluya», con unas letras directas, descarnadas, y con un marcado compromiso político. Público.es ha entrevistado a Nega tras este reconocimiento a su último álbum.
-¿Qué sentiste al recoger un premio entre grupos nada relacionados con activismo político como La Casa Azul o Nacho Vegas? ¿Es importante llevar la voz de la izquierda a estos circuitos?
-Que poco a poco se van rompiendo barreras. De hecho, nos topamos con un miembro de La casa azul en el camerino y vino a felicitarnos por el disco, se sabía todos los temas y hasta los sampleos. Alucinamos. La voz de la izquierda debe estar presente en todos y cada uno de los espacios culturales, hay que aprovechar las grietas, colarse entre las rendijas de un aparato cultural que se encuentra monopolizado por un lado por la derecha —los súper ventas (los Bisbales, Biebers y demás)— y por otra parte por esa «cultura de la Transición», rancia, inofensiva, vertical y sostén del sistema (los Bosé, Rosario, Alejandro Sanz y los Sabina/Serrat tocamos para Estados genocidas como el de Israel y demás progres de salón).
-¿Qué significa para ustedes este premio?
-De alguna manera es la recompensa a la honestidad, al trabajo duro, a comerse mucha carretera para tocar en okupas sin monitores y dormir en parques o cajeros por acercar tu mensaje a la gente. La verdad es que estamos muy contentos, es un reconocimiento y a nadie le amarga un dulce. La resaca aún nos dura.
-¿Cuál es el objetivo de su música? ¿Qué relación hay entre música y política?
-Utilizamos la música como herramienta, como medio de contrainformación de masas, como vehículo ideológico para transmitir un determinado mensaje. Mao Zedong decía que no existe el arte por el arte, y coincidimos con el líder chino: cualquier manifestación cultural responde a unos intereses económicos y de clase. Pitbull o Rihanna no es música apolítica: sostiene el sistema existente, es decir, el capitalismo. Por tanto si no lo criticas, eres cómplice con el mismo. O eres parte de la solución o eres parte del problema. En un tren en marcha no se puede ser neutral, y el capitalismo en nuestros días es un tren desbocado hacia el abismo. Lo que verdaderamente nos inquieta es que en una gala de carácter indie y con tanto gafapasta y moderno kitch apenas nadie se mojara con la que está cayendo. Hay que aprovechar cualquier espacio para denunciar esta oleada de recortes y este ataque tan brutal contra las clases populares. Kerouac y Kafka están muy bien, pero en estos tiempos tan tenebrosos no estaría de más visitar a Marx, a Lenin o a Debord (famoso y pionero gafapasta).
-¿Se puede vivir en el ciclo comercial tradicional cantando letras anticapitalistas?
Se puede malvivir pero es duro, hay que dar mucho directo y pasarse muchos fines de semana en la carretera y lejos de los tuyos.
-¿No es contradictorio?
-No pensamos que sea contradictorio en absoluto, cobramos 8 y 12 euros (si es en taquilla) por concierto, es lo que valen dos paquetes de tabaco tronco. Siempre va a aparecer un listillo que te diga que te has vendido por el hecho de no tocar gratis o sencillamente por poder malvivir de la música, parece que hoy día tienes que pedir perdón por tener un trabajo no alienante con el que disfrutas. No vemos contradicción alguna: ¿era un vendido Sartre por vender sus libros? ¿Miguel Hernández por vender sus poemas? ¿RATM por vender sus discos? Todo el mundo tiene que pagar facturas porque de momento y hasta nueva orden, vivimos bajo un régimen de producción capitalista, pero no vamos a pedir perdón por pagar esas facturas con algo que nos gusta hacer.
-En una ocasión escribiste un texto defendiendo que la gente de izquierdas se debe quedar en las fallas valencianas, en vez de huir de la ciudad. ¿La derecha tiene el patrimonio de las fiestas?
-La izquierda valenciana no odia las fallas, odia que no sean suyas. No hay más. Son unas fiestas populares con un potencial enorme para generar ideología, el problema es que la izquierda tiró la toalla y se las cedió en bandeja a la derecha, que las explota a su gusto y parecer. De ahí ese carácter tan rancio y cutre que las envuelve. Hay que recuperarlas, se empieza a trabajar en la buena dirección, ya tenemos iniciativas muy interesantes como ‘las fallas populares y combativas’. Poquito a poco, este año sin ir más lejos, se organizaron manifestaciones en las mascletàs.
-¿Os han vetado en algún sitio por vuestras letras?
-En unos cuantos sitios: en Burgos, en Sevilla, en Valencia por supuesto. Pero ya se sabe cómo funciona este país: se entierra con honores de Estado a colaboradores directos con una dictadura fascista como a Fraga mientras a grupos de música se les veta en según qué espacios. La libertad de expresión es un lujo que solamente la derecha mediática y la oligarquía pueden permitirse. Mira las portadas de La Razón… y no pasa nada.
-«España profunda y cañí», cantáis en uno de vuestros temas. ¿Hay esperanza para la izquierda en este país?
-Claro que la hay, siempre la hay. El camino pasa por alguna especie de Frente Popular de izquierdas, a la izquierda del PSOE, claro, que ponga freno a esta barbarie. De alguna manera se tienen que articular todas esas luchas —desde el 15M a los mineros, pasando por la Marea Verde y el movimiento Stop Desahucios, estudiantes, obreros, etc— y convencernos y caer de una vez por todas en la cuenta de que el enemigo es el mismo, que es la misma lucha, que juntos podemos ser invencibles, que lo que las urnas han impuesto puede ser barrido en las calles. Ha ocurrido mil veces y puede volver a ocurrir.
Publicado el 23 de julio 2012