México, D.F. Aunque desafortunadamente la modernidad y la globalización han traído nuevos conceptos de arte que hacen a un lado el humanismo, la pintura aún puede ser utilizada como un poderoso instrumento de crítica social y no sólo como un elemento puramente decorativo, explica en entrevista para Desinformémonos el pintor y escultor oaxaqueño Yubé Ortiz.

“Después de la Guerra Fría, la política cultural cambió. Vino del Occidente una política cultural de ‘liberar’ al artista para que éste no tuviera un compromiso social ni una idea de nacionalismo. Hubo muchos cambios importantes, entre ellos, por ejemplo, la llegada del arte abstracto y otros movimientos patrocinados por las potencias económicas para que las nuevas generaciones no hicieran un arte de tipo crítico-social”, relata Ortiz.

Un claro ejemplo de la intolerancia que se vivió a partir de la introducción de nuevos conceptos en el ámbito artístico “es la destrucción, en el Rockefeller Center, del mural de Diego Rivera – que incluía una imagen de Lenin –”.

“Cuando me inicié en este trabajo, – recuerda Yubé – me gustaba representar al hombre y su manera de concebir la vida, pero también sentí atracción por informarme acerca del papel que juega el arte en la cultura. Creo que es muy importante la existencia de un arte que fomente la crítica social”.

“Ahora –dice- hay muchos artistas que no están comprometidos, y por ello el arte ha llegado a ser muy frívolo. La política cultural va hacia eso: hacia lo que es efímero, como la globalización. Lo usas y lo desechas. El mismo papel le han querido dar al arte, pero éste puede ser trascendente y por eso, a través de la pintura y la escultura, me gustaría dejar un testimonio de lo que observo, de lo que vivo”.