Tupak Katari vive y vuelve…carajo

Raúl Zibechi

(En homenaje a Felipe Quispe, Mallku, 1942-2021)

Luchó hasta el último aliento. A los 78 años, en agosto de 2020, estuvo a la cabeza de más de setenta bloqueos campesino-indígenas que derrotaron al gobierno golpista de Jeannine Añez, forzándolo a convocar elecciones.

Fue un rebelde intransigente. Contra el neoliberalismo y el colonialismo, contra todos los de arriba, fueran de derecha o de izquierda. Nada le impidió seguir caminando, aún en la más absoluta soledad, con toda la “correlación de fuerzas” en contra.

Felipe Quispe nació en la comunidad aymara de Chilijaya, en el municipio de Achacachi, un 22 de agosto de 1942. Desde ese lugar irradió su influencia hacia todo el Altiplano, hasta convertirse en un referente ineludible de la dignidad aymara e indígena.

En 1978 fue fundador del Movimiento Indígena Túpac Katari y años después impulsó el movimiento Ayllus Rojos que desemboca en el Ejército Guerrillero Túpac Katari (EGTK), donde confluyó con Raquel Gutiérrez y otras personas que prefiero no nombrar para no ensuciar su memoria.

Al nombrarlo Mallku (cóndor en aymara), se le reconoce su autoridad como referente ético y político, alguien que vuela muy alto, que encarna el espíritu y la fuerza de las montañas.

Estuvo preso en el penal de Chonchocoro desde 1992. Salió en 1998 como secretario general de la CSUTCB (Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia) impulsando bloqueos de caminos contra el gobierno de Hugo Bánzer, encabezó la primera guerra del gas (2003) y más tarde fue un opositor al gobierno de Evo Morales, por razones ideológicas y éticas.

Estos días sus compañeros de lucha lo recuerdan con emoción y cariño. El protagonista de la guerra del agua, en 2000, Oscar Olivera, lo define como “un tipo leal y confiable. Un vocero y un símbolo del pueblo aymara. Era muy duro con los opresores pero enormemente generoso con la gente sencilla. Nunca se colocó en el papel de víctima”.

Para Raúl Prada, “en la lucha de Felipe hay una remembranza del siglo 18 cuando la rebelión de Tupak Katari. Hay pocas personas cuyo cuerpo entero esté dispuesto para el combate”.

En el homenaje que le hizo Radio Deseo, la trabajadora del hogar y sindicalista Yolanda Mamani mostró su admiración por el Mallku. “Hablaba desde su lugar de campesino indígena, dejó el parlamento y volvió a su pueblo. Nos decía que no sólo tenemos que alimentar el cuerpo, sino nuestra mente con pensamientos, y que tenemos que ser rebeldes”.

María Galindo, de Mujeres Creando, enfatizó que la muerte de Felipe “nos deja un vacío gigante” y prefirió recordarlo como alguien que “hablaba en primera persona, no por otros ni a nombre de un tercero. No sólo quería derrocar un gobierno sino mirar más allá, más profundo. Hizo de la rabia una fuerza política”.

Muchos los recuerdan por una de sus frases durante una entrevista que le hizo la periodista Amalia Pando, cuando lo interpeló por las razones de la lucha armada: «No quiero que mi hija sea su sirvienta …» (https://bit.ly/3bZ4svJ). Felipe tenía esa extraordinaria habilidad para sintetizar la opresión colonial.

En una de las últimas entrevistas, recordó que su tarea es “obedecer las decisiones de las bases”, que lo eligieron para comandar los bloqueos de agosto y semanas atrás lo propusieron como candidato a la gobernación de La Paz (https://bit.ly/2XZVmXf).

Asegura que en agosto pasado podrían haber derribado al gobierno “racista y fascista” de Añez, pero que el MAS los traicionó retirando a sus bases de los bloqueos.

En esa entrevista reconoce que apoyó al MAS para sacar a lo golpistas, pero a renglón seguido dijo que “Evo Morales sigue metiendo su mano sucia en el gobierno de Arce, cuando debió retirarse como le dijeron muchos dirigentes”.

Estos días en el Altiplano aymara se escuchan voces que dicen: “No hubiera habido un Evo sin un Mallku”. Porque que fue la lucha de las comunidades lo que abrió un hueco en la dominación por donde se colaron el MAS y Evo Morales. Pero a la hora de la lucha, mientras los de arriba se fugaron del país, ahí permanecieron los Felipes para seguir la pelea.

Fue un dirigente limpio. Nunca se rindió, ni se vendió, ni claudicó. Por eso pasará a la mejor historia de resistencia y dignidad de los de abajo. La historia coloca a cada quien en su sitio.

Fue un educador de su pueblo. En el prólogo de su libro de 1990, “Tupac Katari vive y vuelve …carajo”, escribió: “El fuego de la verdad de los oprimidos y explotados hará llorar y aullar a esta nueva Sodoma y Gomorra que es la sociedad capitalista”.

Los recambios a la generación de Felipe ya los vemos entre los jóvenes y las mujeres que salieron a las calles cuando los bloqueos de 2020, entre las que participaron en el Parlamento de las Mujeres convocado por Mujeres Creando cuando el golpe de 2019 y entre los miles de herederos de los jóvenes que protagonizaron el levantamiento de 2003 en El Alto.

Quiero recordarlo con una frase típica de Felipe: “Podrán privatizar las montañas, pero los cóndores seguiremos volando”.

Jallalla Mallku!!!!

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