Tres personas afrodescendientes fueron asesinadas por la policía la madrugada del 27 de diciembre en Chicago, ciudad estadounidense escenario de varias protestas por el abuso de las autoridades contra la población negra.

Los oficiales argumentaron “en su favor” que Bettie Jones, de 55 años de edad, madre de cinco hijos y una de las víctimas, murió de forma “accidental” tras ser herida de bala luego de que la policía llegara por una llamada de “violencia doméstica” en la que un hombre era amenazado por su hijo.

Presuntamente, Quintonio LeGrier, hijo de 19 años del hombre amenazado, golpeaba la puerta de su dormitorio con un bate de béisbol, por lo que los agentes lo categorizaron como una “persona combativa” y dispararon causándole la muerte.

Ante esto, se inició una investigación para analizar la situación tanto del joven como de los oficiales. “Quiero que esta investigación sea exhaustiva, quiero respuestas”, dijo Evelyn Glover Jennings, la prima de Jones, que era vecina de LeGrier.

En otro suceso, la policía ultimó a un hombre que se encontraba en pleno asalto “a mano armada”, de acuerdo con la información dirigida por las autoridades en un comunicado, aunque ambas balaceras se encuentran bajo investigación.

Los asesinatos sucedieron a sólo unos días de que cientos de personas se manifestaran en la ciudad para exigir la renuncia del alcalde, Rahm Emanuel, acusado de encubrir a un policía en el asesinato de un joven negro el año pasado.

Con información de agencias