De la misma forma, informaron que se realizará un recorrido por las zonas afectadas para continuar con el monitoreo de donde hubo incendios, y anunciaron que el próximo martes 12 de abril se llevará a cabo una asamblea pública en el zócalo de Tepoztlán para decidir en conjunto hacia dónde se va a canalizar de una manera adecuada toda la ayuda que han recibido.

Por último, recalcaron una vez más que con el siniestro se demostró que la unión de los ‪pueblos‬ y la ciudadanía puede más que «la soberbia de los ‪políticos corruptos», y que «sin duda el cambio y la lucha por un mundo mejor esta en nuestras manos».

Crónicas

Cuarto día de incendios

El final del siniestro

Carlos Cuéllar

El día viernes desde las 7 de la mañana comenzó la movilización en Tepoztlán, los motores de los helicópteros que sobrevolaban la zona anunciaban con su ruido que aun el siniestro no estaba controlado. En el campo deportivo despegaban en orden aeronaves de la marina, de la policía federal, del estado de México y CDMX transportando agua a las zonas más inaccesibles de la montaña.

Mientras tanto abajo, la gente se preparaba para dar continuidad a la labor de emergencia que se había hecho rutina en los últimos días, los brigadistas se palistaban para subir en los principales puntos a atacar el incendio: San Juan, Santo Domingo Ocotitlan, Oztopulco, el paraje denominado Los Venaditos y el Cerro de la Campana.

Conforme avanzaba el tiempo la participación de la población en el acopio de víveres seguía creciendo al grado de que hubo que cerrarlo, pues ya era más que suficiente lo recolectado, se estima que se juntaron cerca de cinco mil botellas de agua, además de una buena cantidad de herramienta y alimentos, donaciones en especie provenientes de la localidad, de otros municipios estados y hasta ayuda internacional.

Se preparaban sándwiches, tacos, aguas fresca y demás comida para repartir a todos los que participaban activamente en el rescate de la montaña; la coordinación de brigadas, distribución de herramientas, alimentos, anotaciones de lo que entraba y salía en el centro de acopio, era llevada laboriosamente con exhaustiva rigurosidad.

Los grupos de voluntarios comenzaban a salir y a distribuirse en lo distintos puntos a atacar el fuego -que estaba a punto de ser sofocado-.

Las horas avanzaban y la labor de los brigadistas comenzaba a dar frutos, había cada vez menos fumarolas y el cielo era más claro, a medio día se anunciaba que el fuego de la zona de la cañada de san Jerónimo había sido sofocado en su totalidad. Se pedía apoyo en la zona de Achichipico, Oztopulco, Venaditos y Cerro de la Campana para mitigar lo que serian los últimos respiros del incendio.

Alrededor de las siete de la noche el fuego estaba casi controlado en su totalidad, gracias a labor de brigadas y grupos de jóvenes que concentraron sus esfuerzos en el área denominada Antiguo Camino a Santo Domingo Ocotitlan. El pueblo respiraba alivio de nuevo y la frescura de la noche se sentía otra vez en el ambiente aunque con una tensa calma por el temor de que revivieran las llamas al viento que amenazaba con prender de nuevo algunas áreas que aun humeaban.

En este siniestro, fue muy valiosa la participación de helicópteros, CONAFOR, brigadas del Estado de México, brigadas rurales de contra fuegos y voluntarios de otras ciudades y estados pero fue fundamental el trabajo coordinado de toda la ciudadanía tepozteca, pues fue la fuerza principal que logro extinguir el devastador incendio; Brigadistas, grupos cívicos como los denominados Camaleones, Halcones, Colibríes, Leones, Tejones, etc. pero también: jóvenes voluntarios, mujeres, ancianos, niños, pueblos y comunidades vecinas, acopiadores, coordinadores, encargados del transporte, etc. fueron fundamentales en el rescate y preservación del patrimonio natural tepozteco, en una organización que a decir de los visitantes “jamás habían visto en otras latitudes”.

Este incendio (uno de los más devastadores) volvió a dejar un ejemplo de organización (como en Tepoztlán suele ocurrir) pero también una lección para una mejor coordinación y prevención en el futuro; el ímpetu juvenil estuvo en todo momento y se combino con la experiencia y conocimiento de los más viejos en el combate al fuego, en un ejemplo de ecologismo popular que deja un precedente para futuro y ayuda a heredar el amor por la montaña a las nuevas generaciones. Pareciera que el dios viento al avivar el fuego quiso despertar el espíritu de unidad de su pueblo, alertándolo para continuar la lucha por su patrimonio y cultura comunitaria.

CRÓNICA

Sandino Bucio

Les comparto una breve crónica de una de las brigadas: Fuimos 24 jóvenes, de entre 17 y 28 años a apagar el fuego en el cerro del Achichipico cerca de Ocotitlán, ahí nos encontramos a otros 10 que llevaban todo el día trabajando, estaban cansados y llenos de tizne pero continuaron con nosotros, abrimos una zanja larga con palas, machetes y rastrillos a pocos metros del fuego en un área muy empinada, caían rocas de las barrancas.

A uno le avisaron que llegaría a tirar agua en un helicóptero y que nos moviéramos de ahí, uno dijo que era muy peligroso porque «son toneladas de agua que dejan caer de madrazo», otro dijo que les llevaban diciendo eso desde la mañana y no llegaba ningún helicóptero, nos decidimos quedar, el fuego se estaba expandiendo, hicimos una fila india para echar tierra al pasto que se estaba prendiendo , cuando de pronto apareció el helicóptero y dejó caer el agua, unos corrimos,  otros se hicieron bolita y se pusieron las palas en la cabeza, el agua nos cayó a nosotros pero no le atinó al fuego, quedamos empapados pero no pasó nada, fue lo más refrescante después de horas de trabajo bajo el sol, todos nos reímos, empezó a anochecer, nos bajamos agotados y con las suelas quemadas, nos recogió la camioneta y nos secamos con el aire, de regreso vimos como se reavivaba el fuego en las montañas y mucha gente concentrada alrededor del helipuerto tomando fotos en vez de ir a apoyar.

En el centro nos dieron agua, pan, tortas y gotas para los ojos, nos sentamos en el kiosko a platicar de lo que había sucedido y de dónde veníamos,  muchos nos conocíamos por primera vez, unos eran de Yautepec, otros de Cuernavaca, de Cuautla, de la Ciudad de México y de otros pueblos de alrededor, un señor dijo en el micrófono que toda su vida había vivido en Tepoztlán y nunca había visto tanta solidaridad y unión, dijo que era algo histórico.

Video sobre el Incendio en Tepoztlán realizado por la Universidad Autónomo del Estado de Morelos

Incendio consume cerro del Tepozteco sin intervención eficiente de las autoridades

Redacción Desinformémonos

Un incendio forestal registrado en Tepoztlán, Morelos, alertó a los pobladores del pueblo de Santo Domingo, por lo que advirtieron a las autoridades de Protección Civil para que combatiera el fuego sin ningún éxito, pues dejaron que las llamas consumieran la serranía del Tepozteco y se saliera de control.

La conflagración inició el 5 de abril por una quema agrícola, y no fue hasta el miércoles 6 que los brigadistas del gobierno estatal y municipal intentaron extinguirlo, sin realizar despliegue alguno.

Según un comunicado, las autoridades habían reducido hasta en un 80 por ciento el incendio hasta la tarde del miércoles, pero por la noche se intensificó y consumió casi por completo la serranía del Tepozteco, desde San Juan Tlacotenco hasta Santo Domingo.

El combate realizado por las autoridades estatales no se llevó a cabo desde el aire, a pesar de tener dos helicópteros a disposición de seguridad pública, hasta que llegó el apoyo aéreo desde la Ciudad de México.

Ante la fuerza de las llamas, pobladores y grupos como el Frente Juvenil En Defensa de Tepoztlán, solicitaron a los municipios vecinos apoyo para traer materiales como palas, rastrillos y paliacates, pues se habían agotado en las ferreterías del pueblo.

Material e información: Frente Juvenil En Defensa de Tepoztlán

fotos: Maricela Figueroa Zamilpa