Sueños negados a una infancia desdeñada

Elvira Madrid Romero y Jaime Montejo de la Agencia de Noticias Independiente Noti-Calle. Foto:Brigada Callejera

México, DF. Nos encontramos ante una reestructuración de la industria del sexo, donde lo más importante es que la prostitución infantil no sea tan visible, donde no ocupen las calles de los primeros cuadros de las ciudades, donde caigan “padrotes” presos y se justifiquen las acciones contra la trata de personas y los promotores de la prostitución infantil.

Entre más escondida esté la prostitución infantil, mejor. Entre menos controles, más libertad de movimiento. Entre mayor vigilancia de la autoridad hay más corrupción, y en cualquiera de los dos casos, el reinado de la impunidad y la esclavitud de niñas y adolescentes, a quienes nadie busca en los burdeles de México o en las calles donde se oferta sexo comercial.

La prostitución en todas sus manifestaciones forma parte del sistema económico que prioriza una máxima ganancia, con el menor esfuerzo posible y el sacrificio de seres humanos que son prescindibles y reemplazables por otros que también pueden generar réditos cuantiosos.

A continuación siete historias de prostitución infantil y adolescente, que la guerra contra el crimen organizado y la militarización del país no han podido evitar:

Alejandra:

A los 12 años mi tía materna me vendió a una señora de un bar en Cuernavaca, allí bailaba, hacia “teibol”, atendía a los clientes como fichera y me prostituía. La señora del bar me vendía, cobraba y no me daba nada de dinero, hasta que un día me escapé y me regresé a su casa.

Como mi familia se enteró de todo lo ocurrido, un tío me violó y tuve un hijo de él, que nunca quise tener, del que mi mamá se hizo cargo, a cambio de una mensualidad bastante atractiva, que podría mantener a varias familias al mismo tiempo.

Al poco tiempo, conocí en el bar donde trabajaba a un hombre que me enamoró y me llevó a vivir con él para ponerme a trabajar en La Merced como prostituta, situación que me daba mucha vergüenza.

Con este hombre, tuve dos hijos, gracias a los cuáles el tipo, que resultó ser un padrote de Tenacingo, me podría manejar y manipular a su antojo, con la amenaza de quitármelos o avisarle al DIF para que ya nunca los pudiera volver a ver.

La madre del padrote era dueña de varios bares en Aguascalientes y se dedicaba, al igual que su hijo, a explotar a niñas y adolescentes, así como a algunas mujeres mayores de edad a quienes tenían trabajando en el sexo en contra de su voluntad.

Esta familia siempre contó con el apoyo de las autoridades y sigue estando protegida por jefes de la policía y otros funcionarios públicos encargados del control sanitario y de las zonas de tolerancia.

Mi niñez fue muy fea porque viví con una familia de delincuentes que se dedicaban a robar, al secuestro y a la venta de mujeres como yo, por eso quiero algo mejor para mis hijos, yo los mantengo, les doy educación y los cuido. Nunca falto a mi casa y estoy pendiente de ellos, los quiero mucho y no quiero que pasen lo que yo pasé.

Fabiola:

Mi mamá murió cuando yo era una niña de cuatro años. Éramos más hermanos, mi papá tomaba mucho y fuimos repartidos con mis tíos. A mí me tocó una tía enojona y pegona, al igual que su esposo. Sus hijos también me insultaban. Me decían que estaba muy fea y no me daban de comer. Tenía que ganarme unos tacos haciendo el quehacer de la casa y no tenía descanso, aunque sólo era una niña pequeña.

Como no aguanté los malos tratos y el hambre, me escapé y fui a dar a La Merced, donde empecé a buscar trabajo, pero no me lo daban porque me decían que estaba muy chiquita, con sólo diez años cumplidos.

Como no tenía para comer, comía basura y me quedaba en la calle, hasta que un señor me habló y me dijo que si me acostaba con él, me pagaría y ya podría comer un poco. Así empezó mi vida. Más adelante me hicieron adicta a las drogas y el alcohol, para que me pudieran quitar el dinero que ganaba con tanto esfuerzo.

Un día, ya más grande de edad, no quise seguir en el avión, entre drogas y alcohol, dándoles mi dinero a otras personas, que se aprovechaban de mi situación. Desde entonces no bebo ni me drogo, trabajo para mí, para pagar la renta del lugar donde vivo y para comer lo que quiera. Ya estudié la primaria en Brigada Callejera y ahora la secundaria. Ya me cuido mi salud, aunque recaigo porque le metí mucho al vicio.

Tuve dos hijos y ya no quise más, porque no podía mantenerlos ni cuidarlos. No me hubiera gustado que hubieran vivido la vida que a mí me tocó.

Amaranta:

A mí mi mamá no me quería, me pegaba, me insultaba y me decía que me largara de la casa. Yo salí a buscar trabajo en la calle de San Pablo en el centro del Distrito Federal, en una tienda de abarrotes y allí me robó un hombre de Puebla de unos 40 años, junto con su madre que fue la que me dijo que si la acompañaba al Metro, porque no sabía dónde estaba. Como era una señora muy grande la acompañé y ahí me robaron a los 12 años.

Me llevaron a un hotel de La Merced donde vivían y al día siguiente el hombre me violó y me puso a trabajar en el callejón de Manzanares. Yo pagaba el hotel, la comida y todos los gastos de él y su mamá, así como de dos hermanos suyos.

Todo el tiempo me vigilaban. Un día quise escaparme y no me dejaron hacerlo. Me puso una golpiza que tardé como un mes para que se me quitaran los moretones y lo hinchada de la cara que quedé. Sin embargo, así me mandó a trabajar. Había clientes que me pagaban, pero no me hacían nada, porque veían como estaba. Mi mamá luego lo conoció y le dije lo que me hizo y me contestó que el señor era una buena persona y que no lo fuera a dejar.

El padrote se llevaba muy bien con mi mamá. Yo pienso que yo no era hija de mi mamá, pero mi abuelita me dijo que sí, que ella era mi madre, aunque nunca me quiso. Yo tuve un hijo con él, que quise mucho pero murió muy joven y me hice cargo del nieto que me dio, que yo crié como mi hijo. Él me quiere mucho y sabe la verdad sobre mi vida.

Lucía:

Me salí de mi casa a los 8 años, porque mi papá intentó violarme, mi mamá se dio cuenta y me culpó de lo sucedido. Mi mamá no me quería, me pegaba muy fuerte y me decía de groserías. Entonces, fui a dar a La Merced. Me quedé en la calle, porque no tenía a dónde ir y me quedaba con niños de la calle.

Un policía también me violó cuando apenas llegué. Quedé embarazada a los 9 años y tuve un hijo que me quitaron. En el hospital me preguntaban que quiénes eran mis padres, y yo les decía que eran de Querétaro. Luego, como veía que entraban mujeres con hombres al hotel, me dijo un señor que si quería ir con él y me ocupé por primera vez.

Así empecé a trabajar a los 12 años. Después me contrataron en una carpa de bar, para atender a los hombres como en La Merced. Dicen que yo era muy bonita. Tuve tres hijos, los otros dos se los llevé a mi mamá, como castigo por lo que me hizo. Siempre me maltrató mi mamá, sólo una hermana me quería, me buscaba hasta hace algunos años. Ya no me busca nadie.

Maricela:

Yo tengo 14 años. A los 13 me robaron del parque afuera de mi casa, yo gritaba pero nadie se dio cuenta. Había un hombre como de unos 40 años en un carro blanco grande, que pasaba y pasaba por la calle. Me dijo que si quería una paleta, le contesté que no y se enojó. No sé qué me puso en la boca y la nariz, un pañuelo, cuando de repente me vi desnuda, en una cama llena de sangre y con mi parte doliéndome mucho.

Yo gritaba que me sacaran de un cuarto, donde me tenía el hombre del carro, bajo llave, pero nadie me escuchaba. Así estuve muchos días, no sé como cuántos, pero fueron muchos porque tenía mucha hambre. Luego llegó y me dio de comer, me preguntó si estaba bien y yo le contesté que me llevara a mi casa. El me dijo que nunca iba a volver a ver a mis papás, entonces grité y lloré hasta que me cansé. Luego volvió a entrar y me violó durante tres días.

Después me llevó a Oaxaca, a un lugar como una cantina y me dejó ahí. Ya no volví a verlo más. La encargada del lugar, me dijo que me pusiera una ropa chiquita, me pintaron la cara y me pusieron unos zapatos muy altos, con los que no podía caminar.

La señora me golpeó hasta que se cansó y me dijo que ella había pagado mucho dinero por mí. Que tenía que tomar y acostarme con los hombres. Así fue como tres meses, hasta que un trailero me ayudó a escapar.

Me fui a Veracruz, porque hasta allá llegó el señor que me ayudó a huir de la cantina, me dijo que me fuera para mi casa, pero la señora estaba en la Terminal esperándome y me llevó con ella otra vez y me golpeó mucho. Me dolió todo el cuerpo y hubo mucha sangre por el cable de luz con el que me pegó. Me dijo que si me volvía a escapar, me iba a matar.

Esa señora me vendió después con un señor que me puso en San Pablo. Allí tenía muchas mujeres que me cuidaban para que no me escapara y le decían cuántas veces entré al cuarto. Me decían que era una pinche putita, que no servía para nada, pero me escapé.

Me fui a trabajar a Circunvalación, donde una muchacha me dijo que ella me podía ayudar a llevarme con alguien para denunciar a mis secuestradores y regresar a mi casa con la ayuda de Brigada Callejera.

Yolanda:

Tengo 15 años, así como me ve, aunque dicen que aparento más edad. Yo estoy aquí por mi novio que tiene 37. Tuvo un problema con su mamá que está enferma y la van a operar.

Él me pidió de favor que trabajara en esto un tiempo nada más, para pagar un vale por un millón y medio que debo, pero sólo es temporal, hasta que termine de pagarlo, y por eso me apuro todos los días.

Él quiere mucho a su mamá y yo tengo la obligación de ayudarlo, porque yo lo amo demasiado y él a mí también. A los dos se nos parte el alma que tenga que trabajar en esto, pero sólo es temporal.

Sólo es durante un tiempo, nada más. Él me quiere mucho y le duele cuando entro con los clientes y me tardo. Él me lleva a comer y me compra muchas cosas. Eso sí, se enoja si no llevo mucho dinero, porque entonces me dice que cuándo voy a terminar de pagar la deuda.

Dice que me apure a pagar rápido, para que ya no trabaje en esto. Nos queremos mucho.

Esther:

A mí me robaron a los 14 años cuando llegaba de Michoacán a buscar trabajo. Como no conocía a nadie, un hombre se me acercó y me ofreció ganar mil pesos a la semana en una casa, pero cuando llegué me dijeron que me iba a quedar a dormir en un cuarto, que me darían la comida.

Había una señora y dos muchachas, por eso me dio confianza, pero como a las dos de la mañana, entró el hombre y me violó. Al día siguiente no me dejó salir y la mujer y las dos muchachas me golpearon, me insultaron y me llevaron a trabajar en la noche a un lugar que se llama Sullivan, en el Distrito Federal.

Me llevaron con una señora grande, con la que él me encargó. Allí me dijeron cuánto tenía qué cobrar y cuánto tiempo debía estar con los clientes. Toda la noche me vigilaban, pero entré con un señor, le conté lo que me pasó y llamó a la policía para decirles dónde estaba y me llevaron a poner una denuncia, pero luego llegó la señora de Sullivan y me llevó de regreso a la calle donde me paraban y ya no se hizo nada.

Fue entonces cuando una muchacha me llevó a su casa y me dijo que me iba a ayudar. Nunca pude regresar a mi casa.

Brigada Callejera:

Historias como las de Alejandra, Fabiola, Amaranta, Lucía, Maricela, Yolanda y Esther, son contadas todos los días por sus protagonistas a integrantes de Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez” A.C., organización que se dedica desde hace más de 20 años a la lucha contra la prostitución forzada, la prostitución infantil y adolescente y el VIH/Sida.

En esta organización se ayuda a quienes quieren dejar al padrote o desean recuperar a sus hijos que se encuentran como rehenes mientras sus mamás trabajan en el sexo. También se beca a hijos e hijas de trabajadoras sexuales y otros menores en riesgo de ser objeto de trata de personas con fines de explotación sexual, para que no abandonen la escuela o regresen a ella, rompiendo con el círculo vicioso de dedicarse a la prostitución por vivir en un contexto que la reproduce constantemente.

Administraciones públicas van y vienen, promesas de campaña electoral y nada cambia, salvo que el negocio es más redituable entre más operativos policíacos contra la trata de personas y la prostitución infantil, se llevan a cabo. Es lo mismo que ocurre con el narcotráfico: entre más “persecución”, mayores ganancias dejan estos negocios.

En este momento hay una iniciativa de “ley general” contra la trata de personas, que no fue consulta con trabajadoras sexuales, esperando ser aprobada por el Senado de la República, que por primera vez en México establece las facultades de la federación, los estados y los municipios. Las lagunas son muy grandes, las rendijas de la impunidad y la criminalización de las trabajadoras sexuales, también.

Sin embargo, todavía no se aprueba en el país una iniciativa de ley que reconozca a las trabajadoras y trabajadores sexuales que laboran por su cuenta, como trabajadoras no asalariadas, ya que la clase política dejaría de ganar mucho dinero que ni siquiera se declara al fisco. El reto es muy grande: luchar contra los promotores de la prostitución infantil y movilizarse contra la explotación de la prostitución ajena.

Publicado el 30 de Abril de 2012

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3 Respuestas a “Sueños negados a una infancia desdeñada”

  1. Solidario

    Compañer@s, son ustedes un ejemplo de organización, de compromiso y de lucha para l@s trabajadores de México y el mundo. Ha sido, es y será un honor marchar junto a ustedes el 1º de mayo.

  2. Compa «solidario»:

    en mis viejos tiempos de catequista, hubiera dicho que cuando la voz de quienes no valen nada para el resto de la sociedad y el poder, se escucha y sus pasos hacen eco de su dignidad, el reino de dios ha acampado en medio de quienes estuvimos allí.

    hoyen día, menos creyente y con más esperanza en la especie humana, le diría que en brigada callejera elegimos el camino del talón.

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