Suecia deja de ser la conciencia antirracista del mundo

Tobias Hübinette y L. Janelle Danza Traducción: Clayton Conn

Estocolmo, Suecia. La mayoría de los ciudadanos blancos de la antigua “conciencia del mundo”, la Suecia antirracista, culpan a los suecos no blancos y a los inmigrantes de las olas de disturbios desatadas a finales de mayo en Estocolmo.

Los medios de comunicación suecos e internacionales muestran disturbios en los suburbios no blancos y pobres de Estocolmo desde el 20 de mayo de 2013, con vandalismo y daños materiales en masa.

Este malestar social se desató cuando, el 12 de mayo, la policía disparó y mató a un hombre de 69 años de edad en Husby, una de las comunidades en los suburbios marginados de la Estocolmo metropolitana -el asunto está aún bajo investigación. Los incendios provocados y los ataques contra la policía estallaron en el barrio la tarde del 19 de mayo y se extendiern rápidamente a muchos otros barrios similares como Fittja, Tensta, Flemingsberg, Hjulsta, Jakobsberg, Hagsätra, Rågsved, Skärholmen y Skogås.

Al momento de escribir este reportaje, después de seis noches ininterrumpidas de disturbios suburbanos, la violencia se extendió también a otras ciudades como Gotemburgo, Örebro y Linköping. Las advertencias de las embajadas de los Estados Unidos y el Reino Unido para que sus ciudadanos se mantengan fuera de esos distritos son claramente exageradas. El grado alcanzado no se puede comparar con anteriores oleadas similares de disturbios en, por ejemplo, los Estados Unidos, el Reino Unido o Francia.

Un sentimiento de una grave crisis social gana terreno en el debate político. Los funcionarios del gobierno y el Primer Ministro, Fredrik Reinfeldt, instan a poner fin a los daños materiales.

Esta no es la primera vez que Suecia experimenta una serie de disturbios; la más reciente ocurrió entre 2008 y 2009. Sin embargo, puede decirse que es la primera vez en que las voces de los suburbios entran al debate público como un movimiento social naciente. A la cabeza de este movimiento, que ha ganado la atención en los últimos años, están los adolescentes y adultos jóvenes generalmente nacidos y criados en Suecia (la llamada segunda generación). Ahora más que nunca, estos jóvenes denuncian acoso policial, disminución de los servicios de bienestar social en los suburbios y disparidades que crecen dramáticamente entre ricos y pobres. En suma, un desarrollo fuertemente racializado; la proporción de suecos blancos y pobres es inferior al 5 por ciento, mientras que la proporción de suecos de color y pobres está entre 35 y 45 por ciento. Los representantes del movimiento alertaron a los medios de comunicación sobre el uso de insultos raciales entre los policías que patrullan los barrios. Sobre todo, son capaces de expresar un análisis sin precedentes de una nueva Suecia que se está polarizando tremendamente en cuanto a la línea racial.

Durante décadas, Suecia se vio con orgullo como el país más avanzado y como «la conciencia del mundo». Ademas, su imagen antirracista y su legislación radical contra la discriminación y a favor de la migración y la integración son bien conocidas en todo el mundo. Sin embargo, Suecia se convirtió también en el país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que muestra la mayor diferencia en desempleo entre los suecos nacidos en el extranjero y los nacidos en el país, mientras sus ciudades grandes de tamaño medio se caracterizan por tener un patrón etno-racial de segregación residencial de los más extremos en el mundo. Por lo tanto, no es en el contexto de la antigua Suecia de la excepcionalidad, sino a raíz de la nueva Suecia de la exclusión que debemos entender la frustración, la desesperación y la rabia que se puede encontrar sobre todo entre los jóvenes de los suburbios. Esta segunda generación creció en Suecia, pero debido a las direcciones postales estigmatizadas y a su apariencia de «no suecos» no son aceptados en la mayor parte de la sociedad, sin tener en cuenta estas correlaciones estadísticas preocupantes.

Hay también otros grupos políticos que explotan el actual malestar suburbano. Un hecho que los medios de comunicación pasan por alto es que estos otros grupos no viven en los suburbios aunque agravan los disturbios. Mientras que hacen caso omiso de estos instigadores, los medios se centran en los vídeos y fotos espectaculares de la quema de edificios y coches, y en los policías que luchan contra los jóvenes. En primer lugar, hay indicios de que activistas izquierdistas suecos blancos han alentado y participado en los disturbios, algo que también ocurrió en 2008 y 2009. Su agenda política es fomentar aún más el antagonismo social a expensas de una estigmatización todavía más fuerte de los suburbios pobres y no blancos entre la población mayoritaria blanca. Por otra parte, los activistas de extrema derecha suecos también están activos en los eventos para retratarse a ellos mismos como «los suecos normales» que quieren ayudar a la policía como «guardias ciudadanas», un discurso popular y cargado que los medios de comunicación muy a menudo compran. Un sábado por la noche, por ejemplo, alrededor de 200 activistas nazis inadieron Tumba –en Botkyrka, en la parte sur de Estocolmo-, y comenzaron a perseguir y golpear a cualquier joven que fue considerado como un «alborotador».

Sin embargo, para los suecos blancos ordinarios que leen y ven las noticias es muy probable que todos los habitantes de los suburbios estén asociados con la violencia y los disturbios. Al final, los Demócratas de Suecia (un antiguo partido nazi transformado en un partido populista anti-inmigración y que, según las encuestas, es el tercero o cuarto partido más grande) se convertirán tal vez en el mayor ganador político de los disturbios; ganarán más apoyo entre los votantes. Por supuesto, son representantes de la parte que ya usó de los eventos pidiendo fuertes intervenciones policiales y la introducción temporal de medidas de emergencia en determinados distritos urbanos.

Una vez «excepcional», Suecia ya no es la excepción a la regla general occidental de culpar a la víctima racializada. Por el contrario, los suecos blancos ya se comportan como racistas y conservadores estadounidenses blancos. Los suecos blancos ordinarios, que dicen abrazar el antirracismo, la igualdad social y la democracia, miran las revueltas en Estocolmo y culpan a los jóvenes marginados de la discriminación institucional, la marginación política y el racismo estructural que son un lugar común en la antigua «conciencia del mundo».

Publicado el 03 de junio de 2013

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