Silencio en La Habana sin Fidel

Gloria Muñoz Ramírez / Especial para La Jornada

Fotos: Luis Jorge Gallegos / Desinformémonos

La Habana, Cuba. La isla está silenciosa. El bullicio característico de los habaneros se fue a otra parte. Los lugares de concentración característicos de la ciudad lucen semivacíos. «Es que la tristeza no tiene sonido», dice una joven mientras espera la guagua en la Habana Vieja.

En el malecón hay solo pequeños grupos platicado. Copelia, la legendaria heladería del centro de El Vedado está cerrada, igual que el cine Yara, en la calle de enfrente. Los cabarets suspendieron sus espectáculos, no se despachan bebidas alcohólicas en los restaurantes, aunque sí en hoteles como El Nacional. No hay son ni bolero en la turística calle de Obispo y los teatros están cerrados. Hoy no hubo clases en las escuelas ni en muchos centros de trabajo, pues se concentran en distintos puntos de la ciudad para el homenaje central a Fidel Castro, previsto a partir de las 19 horas en la Plaza de la Revolución, con la presencia de al menos 25 Jefes de Estado.

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La larga fila que desde las nueve de la mañana del lunes 28 recorre los alrededores del Memorial José Martí, donde la población firma el libro de condolencias y luego camina por el sitio en el que dispusieron una foto de gran de gran tamaño de Fidel en traje de campaña, en sus años de la Sierra Maestra. Es frente a a foto adornada con un gran arreglo floral donde los cientos de miles de personas caminan en silencio. Las cenizas del Comandante son reguardadas en el salón Granma del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, lugar al que solo tienen acceso los máximos dirigentes de la Revolución.

Lo que más se escucha estos días en La Habana es el ruido de los televisores. En cada casa, paladar, restáurate y oficina se sigue el recuento del único tema posible: Fidel guerrillero, Fidel internacionalista, Fidel deportista, Fidel orador. Uno a uno desfilan los testimonios de los locales y extranjeros que lo conocieron y han llegado a la isla. Sobrecoge la voz del Frei Beto, amigo y biógrafo de Fidel, quien dejó para mejor ocasión la presentación de su propia historia en Brasil para rendir homenaje al máximo líder de la Revolución Cubana.

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«Mi Habana bullanguera y pendenciera está calada por el silencio», escribe Juana Carrasco en Juventud Rebelde. Si alguien llegó a la isla para ver explosiones de llanto se va a quedar con las ganas, Hay lágrimas, pero no drama, mientras los cubanos serpentean la Plaza.

Quienes rompen el silencio son los periodistas. Llegados de todo el mundo hacen burocrática fila en el Centro de Prensa Internacional. Todos tienen prisa de salir a las calles para cubrir las históricas jornadas. Pero aquí el ritmo es otro. «Me urge mi acreditación ahora mismo», reclama en voz alta una reportera argentina que lleva cinco horas esperando. «Pues ahora mismo no me gritas y si gustas te esperas», le responde quien ha lidiado todo el día con más de 600 enviados.

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La urna con las cenizas recorrerá a partir de este miércoles prácticamente todo el país. A las 7 de la mañana está previsto el arranque rumbo a Oriente, en una ruta que rememora el recorrido (al revés) de la Caravana de la Libertad que encabezó Fidel con el triunfo de la Revolución, el primero de enero de 1959. La expectativa es más grande que la información que se tiene.

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