Foto: Raquita Henderson
Juslene Tyresias es de Haití y forma parte del Movimiento Campesino de Papay (MPP). “El MPP es un movimiento campesino que cumplió 50 años en 2023. Contamos con unos 60.000 miembros repartidos en tres sectores: mujeres, hombres agricultores y jóvenes. Los principales ejes de la organización son la agroecología, la educación popular, la lucha por la protección y la gestión del medio ambiente, y la cuestión de las mujeres está en el centro del MPP como tema transversal”, explica.
El MPP está presente en 13 comunas y 35 sesiones comunales de todo el país. Como nos explica Juslene, la organización trabaja intensamente para mejorar las condiciones de vida de las campesinas y los campesinos, que durante mucho tiempo han sido víctimas de la represión por parte de otros sectores de la población. Dice: “nuestro trabajo en el campo se basa en la educación popular con el método de Paulo Freire. Educamos y sensibilizamos a campesinos, mujeres, hombres y jóvenes para que puedan desempeñar un papel activo en el cambio social que defendemos. Y la visión del MPP es defender los intereses y las reivindicaciones de las y los agricultores”.
Durante esta entrevista, la militante habló sobre la lucha campesina en Haití y la lucha contra el imperialismo estadounidense en el actual contexto. La entrevista se realizó durante el Congreso Rising Majority [La Mayoría Creciente] , celebrado en Saint Louis (EE.UU.) en junio de 2024 y que reunió a 700 personas representantes de diversas organizaciones populares, partidos, sindicatos y movimientos de derechos humanos de ese país. Juslene formó parte de la delegación de observadores internacionales invitados por la Alianza Popular por la Justicia Global [Grassroots Global Justice Alliance – GGJ].
Estamos aquí en EE. UU. para la conferencia de RisingMajority (RM) y sabemos el rol que jugó este país en la colonización de Haití y en todos los problemas que tienen que ver con las empresas transnacionales en el país caribeño. ¿Qué opinas de la organización por la liberación de Haití desde EE.UU. el rol de la solidaridad internacional hacia su país?
Nuestra participación en RisingMajorityviene a aportar todas las reivindicaciones que tenemos acerca de la injerencia de actores internacionales, especialmente de EE. UU., en los temas particulares y nacionales de Haití. Aquí nos reunimos con muchas personas que luchan por la transformación social a nivel global. Y esta también es nuestra lucha. Estamos en un espacio en el que aprendemos colectivamente, en el que nos fortalecemos colectivamente, en el que defendemos el respeto mutuo, la dignidad humana y el bienestar colectivo. Para mí, estar hoy en Estados Unidos para participar en RM suponde dar un paso adelante en nuestra visión. Una visión a largo plazo, pero con la esperanza de lograr una transformación social y global.
Una sola organización, un solo país, un solo pueblo, no puede luchar contra todos los obstáculos del mundo que conocemos. Por eso que necesitamos que muchas organizaciones formen alianzas, definan y persigan una visión común, para que podamos hacer frente a las fuerzas de muerte. Las fuerzas a las que nos enfrentamos cada día en nuestras acciones, en nuestras actividades, en nuestras vidas, para alcanzar un mundo más justo y equitativo, para que todas las personas puedan vivir con dignidad.
Una de las experiencias que compartiste durante estos días fue la importación de arroz envenenado desde Estados Unidos a Haití, bajo la excusa de ayuda humanitaria por parte de empresas. ¿Podrías comentarnos un poco más de este caso?
Las importaciones, o la invasión de productos en los mercados locales y nacionales, es una característica del sistema capitalista bajo el que operan la mayoría de los países. Desde la década de 1980, Haití, que solía ser un país autosuficiente de forma soberana en términos alimentarios, se enfrenta a una invasión masiva de productos importados. Más concretamente, el arroz procedente de Estados Unidos y de los países asiáticos invade nuestro mercado y aplasta nuestra producción local y nacional de arroz. Según un estudio publicado por la Universidad de Michigan en febrero de 2024, en el arroz que se importa y que consumimos mucho en Haití hay dos elementos cancerígenos; el cadmio y el arsénico.
Vemos cómo el sistema nos está envenenando mientras aplasta nuestra producción de arroz. Sin contar que hace tres o cuatro años importamos una variedad de arroz de un país asiático que atrajo muchas ratas que están empezando a comer y destruir las variedades de arroz que tenemos, especialmente en la región de Artibonito. Los productos importados no solo son perjudiciales y nos envenenan, sino que también están destruyendo nuestras variedades. Nuestros gobiernos no tienen en cuenta la sucesión y la multiplicidad de nuestras variedades de semillas, y aceptan, o al menos responden positivamente, a todas las órdenes que les dan sus amos para destruir al pueblo haitiano.
¿Cuál es el papel de las organizaciones campesinas y de mujeres en la construcción y recuperación de la soberanía alimentaria en Haití?
Las organizaciones campesinas tenemos un papel fundamental en la recuperación de la soberanía alimentaria en Haití. Defendemos la agroecología y difundimos los principios agroecológicos. Transmitimos conocimientos técnicos y apoyamos a las agricultoras y a los agricultores. Tenemos el papel de hacer llegar sus reivindicaciones al gobierno. Somos una fuerza capaz de presionar al gobierno para que cambie su agenda en lo que concierne a la población y el campesinado.
Esta es una larga lucha y tenemos que hacer frente a múltiples obstáculos porque el sistema está justo delante de nosotros. Trabaja a través de los medios de comunicación, la religión y casi todas las demás instituciones, como el Estado y las fuerzas armadas, para forzarnos a la sumisión. Pero decimos «no». El sector campesino de Haití se agrupa en una fuerza organizada para hacer frente al sistema y al gobierno, que no respeta nuestras leyes. Y por eso estamos librando una lucha incesante desde la agroecología y la educación popular para recuperar nuestra soberanía alimentaria y nuestra soberanía nacional.
Haití atraviesa un periodo de conflictos y duras crisis que afectan a todos los sectores de la sociedad, pero la lucha continúa. Para ti, ¿cuál sería el mejor futuro para el pueblo haitiano?
Una vida mejor para Haití, aunque sea en un futuro lejano, significa poder vivir en solidaridad, como antes… Porque, tradicionalmente, el pueblo haitiano es un pueblo solidario. Un pueblo que culturalmente cree en la confianza, la solidaridad y la ayuda mutua. Lo que estamos viviendo en este momento viene de fuera/ese otro lado, de los actores internacionales, de los actores políticos y, yo diría, de cualquiera que carezca de conciencia o sensibilidad Cuando se entrega armas a los jóvenes para que vivan en pandillas –o que los destruye humana y socialmente, porque los meten a la cárcel o los matan–, bueno, eso es un acto de barbarie…
Haití no produce armas. Haití no produce municiones. Y quienes traen armas a Haití no es la población, son la gente de la burguesía, la gente de la política e incluso, diría yo, las autoridades. Porque a ellos siempre les interesa ganar poder, y para eso usan armas y dinero. Bueno, nuestro objetivo es tener un Haití próspero y libre. Libre de toda injerencia, libre de toda barbarie, libre de todos los obstáculos que nos impiden vivir lo mejor posible, con dignidad. Esa es nuestra visión, y por ella luchamos y nos comprometemos.
Entrevista conducida por Bianca Pessoa
Traducido del portugués por Luiza Mançano
Idioma original: francés
Publicado originalmente en Capire Mov