Crónicas Trashumantes

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Red Trashumante de educación popular: nacimientos

Si bien la nuestra es una voz colectiva, en esta primera columna queremos hacer un reconocimiento a nuestro principal referente e impulsor, Tato Iglesias. La genealogía que narramos está basada en una entrevista y cuenta mucho de su experiencia como maestro popular y su vínculo con Paulo Freire, motor de nuestros andares. Las prácticas de educación popular son muy dinámicas siempre con relación a los contextos que las producen, por eso creemos que hacer este recorrido es importante.

Los inicios de la Trashumante se remontan a la post-dictadura militar en Argentina, a fines de 1983. Antes ya habíamos leído mucho a Paulo Freire, pero al sur habían llegado tres libros nada más: La educación como práctica de la libertad, Pedagogía del oprimido y Comunicación o extensión. En ese tiempo había intentado militar en el partido peronista, con la juventud peronista más revolucionaria, pero poco a poco me fui decepcionando y me empezaba a dar cuenta ya desde la década de los setenta que los partidos políticos se estaban degradando notablemente, especialmente en América Latina.

El fin de la dictadura me encuentra trabajando en una droguería, como parte del exilio interno y el silenciamiento al que estaba sometido luego de que me expulsaran de la universidad. En esos días me busca un alumno (todavía no volvíamos a la universidad), Pedro Enríquez, diciéndome que querían contactarnos y así fue que hicimos una reunión en la que había como 90 pibes. Lo primero que notamos fue la intolerancia al debate de ideas que había quedado después de la dictadura. Cuando volví a dar clase esto se notó todavía más, salvo antiguos militantes que estaban retomando sus estudios la mayoría de los alumnos nuevos no tenían idea de lo que había pasado, lo tenían borrado.

De este modo surge la idea de hacer un grupo de educación popular. Trabajamos sobre las ideas de Freire y nos dividimos en grupos más pequeños para estudiarlo; ya estábamos usando pedagogías democratizadoras y horizontales, aunque era difícil en esa época porque costaba mucho la discusión colectiva. De este proceso logramos hacer un grupo más o menos armonioso, con algunas diferencias pero con una claridad compartida sobre lo que queríamos hacer. También empecé a notar que había algunos alumnos que tenían una ansiedad muy grande por saber lo que había pasado, así que nosotros lo empezamos a contar y comienza a surgir en ellos una necesidad de ir a los barrios a trabajar con la gente y comprometerse, hacer algo de lo que había quedado en la memoria que iba despertando.

Así construimos una organización que se llamó CEP: Centro de Educación Permanente; no le pusimos popular todavía por miedo a la dictadura que todavía andaba rondando, había muchos grupos paramilitares y en San Luis las mismas personas que nos habían torturado estaban cerca nuestro. Acá sucedió algo muy interesante: como no había partidos políticos (recién volvía la democracia, era todavía 1983) eso nos facilitó —nos dimos cuenta después— el trabajo que hacíamos en los barrios. Trabajábamos con absoluta libertad en equipo con los vecinos de los barrios, nos acoplábamos a las comisiones vecinales tratando de que hubiera diálogo, nuestra idea era que ellos decidieran y no nosotros. Hicimos trabajos de todo tipo: campañas de salud, de la basura, etc. Había mucha participación de la gente.

En ese ir y venir de búsquedas me fui dando cuenta que necesitaba un tiempo para estudiar, para actualizarme y meterme en las ideas de Freire. Entonces le escribí una carta, no me conocía obviamente, y me contestó su secretaria, Terezinha. Así fue como me invitaron a hacer una pasantía en Vereda —Centro de Estudios en Educación— cuyo presidente era Paulo Freire pero lo dirigían José y Vera Barreto. En el año 1985 partí para Sao Paulo y estuve ocho meses trabajando para Vereda, fue ahí que descubrí que Paulo había escrito como diez libros más que no habían llegado a Argentina por la dictadura. Descubrí también que Brasil nos llevaba una ventaja grande con respecto a las ideas que discutían y la literatura que leían, había mucha bibliografía que desconocíamos.

Así conocí a Paulo, un hombre muy generoso con sus conocimientos, me llevó a su aula a dar una clase y me puse terriblemente nervioso porque me pidió que hablara sobre Paulo Freire. Pero bueno, pasamos esa prueba y quedé como parte de su equipo durante ese tiempo. Leímos libros de educadores populares norteamericanos y de muchas regiones del mundo y además después los traía a Brasil. Freire era realmente un personaje extraordinario. Sobra decir que para mí fue un aprendizaje muy grande.

Por las tardes iba a la “Puqui” (Pontifícia Universidade Católica de Sao Paulo) que en ese momento era la universidad crítica, donde daba clases Freire. Fue allí donde comencé a preguntarle a todos los intelectuales brasileros que me iba encontrando quiénes eran los principales educadores populares de Sao Paulo, fui confeccionando una lista, luego les pedí una cita y los entrevisté a todos. No tenía grabadora pero hacía apuntes de todo lo que me decían y así aprendí muchísimo. Desde ahí quedó un vínculo muy fuerte con Paulo, quien llegó a conocer el proyecto de la Universidad Trashumante, más adelante.

Al regresar de Brasil, algunos de los chicos del CEP fueron a INCUPO (Instituto de Cultura Popular), con el fin de conocer y participar de experiencias, porque la educación popular se aprende viendo y haciendo. Primero está el hacer —la práctica— luego la teoría y luego volver a la práctica. La teoría implicaba una reflexión de la práctica que estábamos haciendo y también una lectura bibliográfica que pudiera iluminarnos en esa reflexión. Nosotros en realidad fuimos aprendiendo todo a través de la acción, porque no teníamos experiencia en este tipo de trabajo ni de cómo hacerlo. Lo que teníamos absolutamente claro es que la educación es política pero no partidaria, como decía Paulo. Esa fue la forma de presentarnos en los barrios de San Luis: que no sabíamos bien lo que queríamos pero sí lo que no queríamos, no queríamos ser candidatos a nada ni vincularnos con ningún partido.

Durante los dos primeros años pudimos trabajar muy bien, cuando aún no se constituían con firmeza los partidos políticos al regreso de la democracia. Luego que se consolidan comienzan a mandar sus emisarios a los barrios y a meterse los punteros políticos. Obviamente no les gustó el trabajo nuestro, cuyo eje era la lectura crítica de la realidad y la organización popular. Al año ya comenzaron a meterse con la gente que trabajaba con nosotros, a romper los vidrios de las casas y a violentarlos. Se fue haciendo cada vez más difícil y comenzó una crisis interna dentro de nuestro grupo que terminó separándonos.

Con el grupo que había quedado decidimos seguir trabajando y nos nombramos Sendas para la educación popular. Ahí tuvimos que salir un poco de la provincia porque ya sufríamos bastante persecución por parte del partido peronista.

Desde Sendas comenzamos a trabajar con maestros y maestras, con el tema educación popular y educación formal. Nosotros siempre tuvimos dos obsesiones: la formación en educación popular y la formación de redes. Con estos objetivos en dos años recorrimos 60 ciudades dando un taller que se llamaba Reflexión de la práctica docente, que luego convertimos en una investigación dentro de la universidad que fue muy rica y muy importante para nosotros. Estábamos en este proceso cuando se nos ocurre crear una red y la nombramos Taller de talleristas; la idea era formar algunos talleristas en cada ciudad y que ellos mismos dieran los talleres en sus ciudades, que no hiciera falta que fuéramos nosotros. Hicimos ocho encuentros de esta red en distintas ciudades; con esta experiencia ya nos estábamos aproximando a lo que luego sería la Universidad Trashumante.

*En esta reseña compartimos algunos de los momentos fundacionales de nuestra historia, vitales para la comprensión del proceso que fuimos desarrollando en nuestra práctica político-pedagógica y los proyectos que nos mueven hoy.

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La Red Trashumante es un tejido de grupos y organizaciones políticas autónomas, articuladas en torno a prácticas de educación popular. Vincula experiencias de educación y cultura popular de distintos territorios de Argentina, desde 1998.

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