Foto: Cabecera de la manifestación del 13 de agosto 2021, convocada por una amplia articulación de colectivos sociales europeos y la delegación de la Gira Zapatista a Europa. (Elvira Megías)
Y, cuando un día cualquiera, alguien les pregunte “¿a que vinieron los zapatistas?”, juntos podremos responder, sin pena para ustedes y sin vergüenza para nosotras, “vinieron a aprender”.
500 años después, las comunidades zapatistas vinieron a escucharnos.
Escuadrón 421, 13 de agosto, apenas 500 años después
Este fin de semana se cumplen tres años de la llegada de la delegación aerotransportada Zapatista, La Extemporánea, a Viena, Austria, para dar inicio a la Travesía por la Vida – Capítulo Europa. 177 delegadas y delegados, entre infancias, adultos y abuelos Zapatistas, recorrieron centenares de ciudades del llamado viejo continente, ahora renombrado por las zapatistas como Slumil k’ajxemk’op –que en Maya Tsotsil significa Tierra Insumisa, o Tierra que no se resigna, que no desmaya. Fueron acompañadas por una delegación del Congreso Nacional Indígena, en la que participó la vocera María de Jesús Patricio, Marichuy, y diferentes integrantes de las luchas del país. Las delegaciones Zapatistas y del CNI recorrieron un continente con una larga herencia de explotación y colonialismo sobre el ahora llamado “Sur Global”, pero que también tiene esa otra historia de luchas de abajo y a la izquierda, solidarias con las y los desposeídos de la tierra. Es con esa Otra Europa con la que se querían encontrar, no para reprochar, exigir perdones históricos vacíos o caridad, sino para encontrar lo que nos hace iguales.
“Los frutos de la también llamada Gira Zapatista comienzan a verse a tres años, como en los tiempos mayas, a su tiempo…”
Lo que comenzó con una impactante noticia el 5 de octubre del 2020, el anuncio del viaje durante una pandemia global en el comunicado Una Montaña en Altamar, hoy se está cristalizando en una serie de reflexiones de “puentes imposibles”, compartidas paulatinamente por las comunidades zapatistas en los últimos comunicados de finales del 2023 y lo que va del 2024. Se ha materializado también en cambios a nivel interno en las comunidades, sirviendo la experiencia del viaje zapatista para un diagnóstico que venían preparando desde hace años para avanzar en su autonomía. También se ha plasmado en la consolidación y creación de viejas y nuevas redes de resistencia, respectivamente, no sólo entre las comunidades zapatistas y del CNI con las luchas de la Otra Europa –como las giras subsecuentes de “El Sur Resiste” y “la Gira del CNI y el ‘Frayba’ por un clima de rebeldía, 2023”, sino entre y al interior de las geografías de Slumil k’ajxemk’op; las zapatistas querían contagiarnos “del virus de la resistencia y la rebeldía” y así fue. Los frutos de la también llamada Gira Zapatista comienzan a verse a tres años, como en los tiempos mayas, a su tiempo, reposando, sedimentando, floreciendo –o marchitándose lo que tenía que ser.
Este texto no es exhaustivo de lo que sucedió durante la Gira Zapatista, sino que se centra sólo en tres posibles aprendizajes, presentados a modo de ‘foto-relatos’ de la Travesía, que considero las y los habitantes de la Europa insumisa pudimos experimentar con el paso de las comunidades rebeldes. Advertencia a navegantes: no representa más que mi opinión y experiencia. A pesar de haber participado activamente en la organización de, y durante, la Travesía por la Vida, así como en las reflexiones y evaluaciones posteriores de ésta, lo dicho aquí no representa ningún consenso colectivo. Este es un texto incompleto, sólo una mirada; un primero ensayo de otros posibles.
Una escalera de caracol (zapatista) en Madrid
4 de diciembre, 2021, 11AM. En unas horas comienza el partido de fútbol femenil entre el Ixchel Ramona y el club deportivo Independiente de Vallecas. Estamos en algún hotel okupado de Madrid, preparándonos para salir hacia el campo de futbol en el histórico barrio obrero de Vallecas, al sur de la ciudad. ¿Han visto esta icónica fotografía de la portada del primer disco de los Beatles, Please Please Me, de 1963, en la EMI House en Manchester Square? Aquella donde están los cuatro “bitles” asomándose hacia abajo desde unas escaleras. Imagínense esa imagen ahora multiplicada por 177. Estoy en el recibidor del hotel, alzo la mirada y ahí está la fotografía: la delegación zapatista perfectamente organizada, con su equipamiento de protección por covid-19 juiciosamente colocado, ocupando la larga escalera de caracol de cuatro pisos, esperando salir hacia el encuentro. La preparación y organización de las delegaciones zapatistas, marítima y aerotransportada, fue admirable.
“Aprendimos de su organización y disciplina. Nos quedó claro el férreo compromiso con sus comunidades y la resistencia. Muchas de las delegadas indígenas de la Gira Zapatista son las nuevas generaciones”
Se prepararon meses antes en el “Semillero Comandanta Ramona” no sólo para viajar durante una pandemia global –muchos delegados y delegadas nunca había salido de su comunidad–, sino para romper todos los cercos burocráticos, estructurales racistas y clasistas del sistema mexicano para poder salir del país. Llegaron listas a Europa no sólo para compartir su palabra –una detallada historia que abarcaba desde la esclavitud de sus abuelos en las Fincas, hasta la autonomía, resistencia y rebeldía en la actualidad–, para escuchar las historias de la Europa Insumisa (así les llamaron antes de que la izquierda francesa usara este término), sino para registrarlo y documentarlo; los tercios compas, el medio independiente Zapatista, capturó cada momento. Su nivel de organización pudo haber hecho corto circuito en los modos de algunos activistas en el viejo continente, a quienes pudieron parecerles algo “estrictos”. No obstante, aprendimos de su organización y disciplina. Nos quedó claro el férreo compromiso con sus comunidades y la resistencia. Ahora vemos que muchas de las delegadas indígenas de la Gira Zapatista son las nuevas generaciones que tomarán la batuta –el testigo– de la resistencia de los pueblos indígenas rebeldes en México. La Gira Zapatista fue un paso para este relevo.
Las zapatistas, al llegar a Europa, sólo pensaron en agradecer: “sobre todo agradecerles que, a pesar de sus diferencias y contrariedades, se hayan puesto de acuerdo para esto que hoy hacemos”
Una calurosa tarde en Madrid o de la Europa racista que somos
Madrid, 13 de agosto de 2021. Alerta climática: 39º a la sombra, 43º al sol. Un mar de gente navega a contracorriente del intenso calor para acompañar a un navío indígena. El Escuadrón 421 vuelve a la mar. Una humilde carabela se abre camino por las calles de herencia colonial y fascista, con 7 zapatistas en la proa. La manifestación zapatista fue descomunalmente exitosa. A pesar del cerco mediático, esta manifestación pasará a la historia; un grupo de indígenas mayas tomó la plaza de Colón a 500 años de la caída de México-Tenochtitlan para decir No Nos Conquistaron. El discurso de la delegación marítima zapatista fue acompañado por miles de personas, convencidas del discurso y la práctica decolonial, necesarios en un continente acechado nuevamente por el neofascismo y el neocolonialismo. Al mismo tiempo, al otro lado del atlántico, el presidente mexicano insistía en que España ofreciera perdón a México por la Conquista, mientras les abre el camino a las empresas transnacionales europeas para continuar el saqueo de los recursos del país. Contrario a las retóricas inflamatorias de estos tiempos, las zapatistas, al llegar a Europa, sólo pensaron en agradecer: “sobre todo agradecerles que, a pesar de sus diferencias y contrariedades, se hayan puesto de acuerdo para esto que hoy hacemos. Que tal vez les parecerá poco a ustedes, pero para nosotros los pueblos zapatistas es muy grande.”
Pero ¿aprendimos a escuchar? Al momento que arrancaba dicha manifestación, una compañera migrante racializada fue agredida y poco se hizo por apoyarla. Durante la Travesía por la Vida, las tensiones entre las prácticas eurocéntricas, el pensamiento colonial, y la inclusión y escucha de las voces y prácticas migrantes fue una constante. En diferentes territorios, colectivas racializadas denunciaron la exclusión y menosprecio en la organización de la Gira Zapatista. El paternalismo, la romantización y la condescendencia a los pueblos indígenas aparecieron también durante la gira. En Una Montaña en Altamar, las zapatistas enfatizaron que no venían a reprochar ni a hacer juicios contra los colonizadores, sino a escucharnos. No obstante, en ocasiones, el discurso de algunos activistas era más parecido al del presidente mexicano. El Zapatismo no pugna por una relación romántica, contemplativa con la Madre Tierra, sino que lanza una crítica a la inminente destrucción capitalista del planeta y urge a actuar; no pide defender los usos y costumbres reconocidos por el Estado capitalista sino que propone una práctica radical democrática desde la autonomía. Propone ser agente de cambio y transformación y no un relicario. (Irónicamente, en algunos comunicados como el reciente Ahí va el golpe, joven, critican esta visión romántica de la pérdida de la identidad indígena de los zapatistas, y esperan que “Ojalá lleguen pronto los antropólogos a salvarnos”)
La Gira Zapatista en algunos territorios posibilitó que se diera una conversación por la cual se entendiera que la lucha por Otra Europa debe ser innegablemente antirracista y anticolonial
Estas tensiones, empero, permitieron que nos diéramos cuenta de que el eurocentrismo y la mirada colonial, en muchos casos, permea nuestro acercamiento a las luchas indígenas y del Sur Global en general. En algunos territorios posibilitó que se diera una conversación por la cual se entendiera que la lucha por Otra Europa debe ser innegablemente antirracista y anticolonial; la campaña Regularización Ya, de la que mucha gente de la Gira Zapatista es partícipe, es un claro ejemplo. La palabra compartida por las comunidades zapatistas e indígenas durante la gira nos invitó también a repensar cómo actuamos y desde dónde pensamos la resistencia. En vez de caer en los marcos de discusión del capital y la ultraderecha, las zapatistas nos invitan a explorar otros caminos: No es Putin o Zelenski, no es Kamala Harris o Donald Trump. No es ver otra película apocalíptica y aprender cómo podemos destruirnos para sobrevivir; es imaginar y caminar otro mundo posible donde no devastamos al planeta y detengamos nuestra posible extinción desde El Común.
Una despedida, una madrugada, un porvenir
Son las dos de la mañana de principios de diciembre y estoy recorriendo los últimos pisos superiores del lugar que hospeda a la delegación zapatista extemporánea. Aunque no es el norte de Europa, en Madrid se siente un frío que cala, más sin calefacción y sí con ventanas quebradas. Recordemos que es un hotel okupado y, aunque hicimos nuestro mejor esfuerzo por acondicionarlo, hay uno que otro espacio por el que se cuelan los fríos silbidos del viento. Me fijo que, en todos los pasillos, estén prendidas las calderas móviles para mantener las paredes internas cálidas. Los pasillos y descansos son muy usados por nuestras y nuestros huéspedes. Giro en la esquina para llegar a la última entrada del último piso que debo revisar, y he ahí la última fotografía que les quería compartir: a pesar del frío y el cansancio, están ahí varios compas en una habitación, todos resguardados bajo la luz de una pequeña lámpara, contando anécdotas de esas que provocan risotadas, a la par que completan los reportes de trabajo de la Travesía por la Vida. No me detengo por respeto y no hace falta para darse cuenta de que, a pesar de lo demandante de la travesía que acaban de completar, encuentran las fuerzas para seguir trabajando hasta el último momento –claro, con guitarra en mano todo es más ameno–.
Con la Travesía por la Vida, el zapatismo nos demuestra una vez más su vocación de movimiento local e internacionalista, antisistémico y anticapitalista, por la vida
Otras y otros, al prepararse para salir, acomodan perfectamente en la pared de la entrada principal, para que no estorben, los sacos de dormir donados para la Travesía. Aunque fue un donativo para La Extemporánea, ellas y ellos opinan que es mejor que se queden y “sirvan para otros compas”. (Tiempo después me entero de que la mayoría fueron donados para la gente desplazada en Ucrania). La pared asemeja un enjambre de abejas acolchonado y ellas y ellos, un enjambre perfecto de trabajo. Esta imagen-relato que comparto es sólo un reflejo de la calidad humana y moral de un movimiento que, contra todo pronóstico y contra todo sistema de opresión y exclusión, logra echar para adelante una iniciativa que busca tejer redes por la vida a nivel mundial; sin marcar caminos, estrategias o ideales de lo que se debe de ser, sino siendo receptivo, aprendiendo en el camino y preguntando, escuchando, con una calidad humana y disciplina radical que se ha visto poco. Ingredientes para cambiar al mundo. Con la Travesía por la Vida, el Zapatismo nos demuestra una vez más su vocación de movimiento local e internacionalista, antisistémico y anticapitalista, por la vida. Que no se detiene en la estrategia mediática o la coyuntura del momento, sino que camina construyendo, eso sí, con la mira en un mundo nuevo, un mundo donde quepan muchos mundos, a (por lo menos) 120 años.
*Queremos agradecer enormemente el apoyo de las y los compañeros de El Salto para la realización y difusión de esta serie especial por los 30 años del alzamiento del EZLN.
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