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¿Puede Donald Trump empeorar todavía más la situación mundial?

Roberto Montoya / Diagonal

Las excentricidades, exabruptos y provocaciones machistas, homófobas y racistas de Donald Trump han dado tanta carnaza a los grandes medios de comunicación que el análisis de su argumentario de fondo y su programa electoral ha quedado reducido a una grotesca caricatura.

Hillary representa al establish­ment, sí, pero Trump no es un antisistema, como algunos lo califican. Trump cuestiona las condiciones que impusieron las administraciones anteriores y las más grandes multinacionales a otros países para firmar los tratados de libre comercio, no porque le parezcan draconianas, sino todo lo contrario, porque considera que conceden demasiado y van contra el interés nacional.

En la web de su campaña electoral hay documentos en los que su equipo se ocupa de diseccionar las nefastas consecuencias que los tratados –el NAFTA, el Acuerdo Comercial con Corea, el TPP y otros– han tenido para ganaderos, agricultores y empresarios industriales de Estados como Ohio, Pensilvania, Carolina del Norte, Michigan o New Hampshire.

El equipo de campaña de Trump denuncia que la importación masiva de productos baratos que han negociado grandes multinacionales ha provocado el cierre o traslado de miles de empresas en esos Estados y la reducción de hasta un 20 por ciento en el salario de sus trabajadores en las que han sobrevivido. Más de un millón de trabajadores se han quedado sin trabajo y muchos más aún se han empobrecido con la caída de sus salarios.

Durante su demagógica campaña electoral, dirigida a ganarse a esa mayoría de la población afectada por la crisis y por ese modelo político-económico, Trump responsabilizó sólo a los Clinton y a Obama de defender esos intereses y ese modelo, aunque son los mismos que defiende también el Partido Republicano.

A pesar de que ahora las dos Cámaras están bajo control republicano y tendrá mucho más margen de acción que el que tuvo Obama, Trump no lo tendrá fácil para compatibilizar sus objetivos con los intereses del establishment de su propio partido y los lobbies y grandes poderes económicos y financieros que están detrás del Partido Republicano.

El proteccionismo de Trump en lo económico tiene su correlato también en política exterior y de defensa. El presidente electo machaca una y otra vez en su programa con la necesidad de frenar la caí­da acelerada de EE UU como potencia hegemónica mundial y recuperar su “grandeza”.

Dotar a Estados Unidos del ejército más poderoso que haya tenido.

En el programa sobre Defensa nacional, el Partido Republicano asume el compromiso de incrementar en 540.000 soldados los efectivos del Ejército. “Hay que reconstruir la Armada para contar con 350 barcos de guerra”, “hay que proveer a la Fuerza Aérea de los 1.200 aviones de combate que necesita”, “se debe aumentar el Cuerpo de Marines hasta contar con 36 batallones”, “hay que invertir en un sistema serio de defensa de misiles frente a la amenaza de parte de Irán y Corea del Norte”; “dotaremos a la Guardia Nacional (780.000 efectivos) del más moderno y mejor equipamiento del mundo”

El plan de Trump no sólo ha sido recibido con entusiasmo por el Pentágono, sino también por el poderoso lobby de la industria armamentística, a pesar de que Trump amenaza con auditar las cuentas del Pentágono para eliminar partidas innecesarias y controlar las contratas.

Disminuir el esfuerzo económico y militar en la OTAN

Trump sostuvo en un extenso discurso sobre seguridad y defensa que la OTAN está obsoleta, que tiene que centrar sus principales esfuerzos en la lucha contra el terrorismo yihadista, buscar puentes con Rusia en esa acción y que los restantes 27 Estados miembros deben implicarse más económica y militarmente en sus operaciones. Esto preocupa a los países aliados y deja más en evidencia que nunca la falta de una política propia de seguridad y defensa europea. La UE carece incluso de un Consejo de Ministros de Defensa y esos temas son discutidos sólo en el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores.

Daesh

Trump ha acusado siempre a los Clinton y a Obama durante su campaña de haber “creado” a Al-Qaeda y el Daesh –eximiendo de toda responsabilidad a sus mayores mentores, Reagan y Bush–, y de haber desestabilizado con ello todo Oriente Medio. Se lamenta de que eso haya provocado la caída de “gobiernos estables” como el de Gadafi en Libia, el de Mubarak en Egipto y haya desestabilizado a Assad en Siria. El republicano es pragmático: al igual que hace Rusia, dice, hay que apoyar a Bachar al-Assad para acabar con el yihadismo.

Pacto nuclear con Irán

Pacto nuclear con Irán. Esa alianza de hecho con Rusia implicaría en la práctica también una alianza con Irán en el escenario sirio para combatir al yihadismo. Esto es contradictorio con la posición de Trump ante el acuerdo nuclear entre EE UU e Irán, que pretende anular, al considerar al régimen iraní el “principal soporte del terrorismo mundial”.

Israel

Los Clinton han tenido siempre estrechas relaciones con el poderoso lobby judío, y pareciera que Trump no piensa innovar. Durante la campaña electoral exigió a Obama que se pronunciara ante cada atentado palestino contra judíos, y creó en julio pasado el Comité Asesor Israelí, poniendo al frente de él a Jason Greenblatt, vicepresidente ejecutivo de la Organización Trump, y a un representante del lobby judío, David Friedman, para “reforzar la inquebrantable relación entre Israel y EE UU” y para “asegurar la supremacía militar de Israel en la región”.

Irak

Trump se opuso en 2003 a la invasión de Irak y siempre dijo que EE UU debía intervenir sólo para controlar los pozos de petróleo. Ahora dice que si le hubieran hecho caso, EE UU habría tenido fuertes beneficios y en cambio es el Daesh quien tiene el control de plantas petrolíferas tanto en Irak como en Siria.

Guantánamo y los asesinatos con drones.

Trump prometió “mantener abierta” la prisión de Guantánamo, y seguir con los asesinatos con drones, aunque paralelamente ordenaría la captura de líderes yihadistas “para juzgarlos con tribunales militares”.

América Latina

Apenas se pronunció sobre América Latina, salvo para anunciar muros y vallas en la frontera con México, la expulsión de millones de inmigrantes de EEUU, prometer que anulará todos los acuerdos de Obama con Castro y que mantendrá la presión sobre Venezuela.

Texto publicado en Diagonalperiodico.net

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3 Respuestas a “¿Puede Donald Trump empeorar todavía más la situación mundial?”

  1. John Correa

    Las excentricidades, exabruptos, y las provocaciones machistas, homofobia y racistas SON la caricatura grotesca que de él pintaron los medios, porque ese señor no es así como lo pintan. Los medios mintieron. Él es un caballero, un altruista, un reformador, un hombre de familia y de negocios que dice las cosas como las ve y como las siente. No es un político de carrera, pulido en el discurso, pero se identifica con la mayoría que reconoce que la desaparición de EEUU es inminente bajo una economía globalista…el nuevo orden mundial es catalista de un escenario apocalíptico…ven pronto Señor Jesús

  2. ramiro restrepo u.

    EL TRIUNFO DE DONALD TRUMP
    Ahora grandes analistas se desbaratan el cerebro planteando que Trump ganó porqué logro sintonizarse con el descontento de parte de los estadounidenses con la situación actual. Pero si miramos más de cerca, resulta que ganó un bufón machista, xenófobo, racista, beneficiado con el estatus quo económico quo manejará a su favor, ganó fue el conservador-no ningún revolucionario-apoyado por los hombres y mujeres blancos racistas, machistas y conservadores, por algunos latinos que piensan que su situación se desmejora si les entra competencia-ante la precaria generación de empleo-por algunos negros bien “establecidos” y renegados. Sin olvidar que la mayoría de los estadounidenses han elegido mayoría republicana en el congreso. ¿Cuál es la sorpresa, entonces? No es la primera vez que los gringos eligen un déspota e idiota en la Casa Blanca. Para ejemplificarlo ahí están Ronald Reagan, que impuso el modelo económico mundial-que tanto escozor causa ahora-, Los Busch, Richard Nixon. Todos ellos los machos alfa del imperio estadounidense, como lo es ahora Trump. No es el malestar contra el estatus quo, es la estupidez que logró renovar en un electorado que quiere recuperar el origen divino del imperio, sin importarle para nada los derechos modernos de las minorías, ni la ética-así sea la puritana, porque Trump es un inmoral confeso-.

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