Pueblos bajo amenaza paramilitar no tendrán Escuelita, informa Marcos (03/08/13, La Jornada)

Hermann Bellinghausen/ La Jornada

“A ese muro lo que le hace falta es… una grieta”, propone el subcomandante Marcos que digan los alumnos de la Escuelita zapatista ante el “muro del Mandón” cuando regresen del curso La libertad según los zapatistas, que se realizará la tercera semana de agosto en las comunidades autónomas de Chiapas.

Advierte: “Hay pueblos zapatistas bajo la amenaza constante de grupos paramilitares. Como la seguridad ahí es muy precaria, no pudieron recibir estudiantes para la Escuelita, porque no podríamos cuidar a nuestros invitados en esos lugares. Pero esas familias igual se prepararon, apoyaron a los que sí van a recibir; construyeron, barrieron, lavaron, trapearon, pintaron, cocinaron, juntaron leña, cooperaron con los alimentos que se les van a ofrecer. Usted no los conoce, ni los conocerá en la Escuelita. Si las agresiones paramilitares y policiacas aumentan, tendrán que desplazarse. Usted tal vez se enterará o no, pero para usted no tendrán nombre ni rostro”.

Serán invisibles, agrega, lo mismo que cientos de miles de zapatistas. “¿Hay quien sí los tenga en cuenta aunque sean invisibles para usted y para el resto?

Sí, nosotras, nosotros, sus compañeros y compañeras. Por eso, lo que se recibe de fuera se busca repartir equitativamente.

En referencia a las donaciones para las familias indígenas, expresa: “Sabemos bien que allá fuera predomina ese estereotipo de que los indígenas son objeto de la lástima y la limosna, de que hay que darles lo que sobra o estorba, en lugar de tirarlo. Algo como una especie de síndrome ‘Teletón’ generalizado. Su equivalente en la clase política está en el photoshop de la limosna (nada que no se pueda maquillar con una campaña ‘contra el hambre’… o con una fotocopiadora)”.

La aspirina de la conciencia le llaman los zapatistas, revela Marcos. Este pueblo indígena, el zapatista, no merece su lástima. No nos insulte con la limosna. Y añade: “No nos debe nada ni queda a deber nada. De la Escuelita no sigue la militancia, la pertenencia orgánica, la sujeción de mando, el fanatismo”, sino algo que a usted, y sólo a usted, corresponde decidir y actuar en consecuencia.

En un tercer comunicado de la serie Votán (en referencia a los guardianes y guardianas zapatistas), dedicado a resolver dudas y preguntas frecuentes, el vocero zapatista figura la pantalla donde podría preguntar el que tiene duda, y que ésta dé “un ‘elegante giro cibernético’ para eludir la vigilancia de la Agencia de Seguridad Nacional gringa, y lo adentra en el ultra secreto servidor de los transgresores de la ley: el ZPS (Zapatist Pozol Server, por sus siglas en inglés). Después de que en la pantalla aparezca un contundente ‘fuck you XKeyscore’, usted ve que se le pide una contraseña para entrar”.

“No los invitamos para reclutarlos, formarlos o deformarlos, programarlos o, como ahora se diría, ‘resetearlos’. Hemos abierto una puerta y lo hemos invitado a entrar para que vea cómo es nuestra casa, la que hemos levantado con la ayuda de personas de todo el mundo que, ésas sí, no nos dieron sus sobrantes, sino sus miradas y oídos compañeros”.

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Es pueblo indígena, el zapatista, no merece su lástima. No nos insulte con la limosna, dice Marcos. Imagen en una escuela del municipio autónomo de Oventic, ChiapasFoto Víctor Camacho
En las montañas chiapanecas no se consideran los currículos académicos ni los calendarios de antigüedad, sino los corazones. Vendrá gente con varios doctorados y quien ni siquiera ha ingresado al maternal. Piense mejor, propone al posible asistente, que a su regreso podrá platicar, o poner en su blog o en su perfil, algo como:

“Me acuerdo de cuando el Pablo (González Casanova), el Luis (Villoro), el Adolfo (Gilly), el Immanuel (Wallerstein), la Paulina (Fernández Christlieb), el Óscar (Chávez), uno que le decíamos el Mastuerzo por lo mismo, otro que le decíamos el Rocco no sé por qué, unos cuates que le hacían a la cantada con nombres raros, como el Comando Cucaracha, SKA-P y Louis Ling and the Bombs, y otros compas que ahora no recuerdo, estudiamos juntos en la escuela y echábamos relajo en el recreo, y por cierto, nos castigaron por no hacer la tarea.

… y nos pusimos todos a pintar

“Un día sorprendieron al Toño (Ramírez Chávez) y a la Domi (la única Domi que hay) grafiteando la pared que da hacia afuera, hacia nuestros mundos, y, junto con ellos, cada quien agarró lo que podía y nos pusimos todos a pintar… Pero en eso llegó el conserje, y pues todos nos echamos a correr. El conserje quedó mirando la pared, se fue y regresó con un bote de pintura y una brocha. Pensamos que iba a borrar lo que, con muchos colores y figuras, todos habíamos pintado. Pero nada. No me lo van a creer, pero resulta que el conserje agarró la brocha y se puso a rayar el muro. Pero muy otro todo, porque el conserje sólo dibujó una grieta en la pared… y se fue”.

La grieta dibujada “pasó primero a hacerse real, después se fue agrandando y profundizando. El último día de clases, nos juntamos todos frente a la pared, mirando y esperando a ver si la grieta acababa por romper el muro. En eso estábamos cuando pasó una compa zapatista con un pasamontañas de muchos colores muy divertidos y nos dijo: ‘¿Qué hacen ahí si ya acabó la escuelita? ¡Jálenle para su tierra! Nos fuimos todos. Sí, les cuento para que vean que sí tengo estudios. ¿Eh? ¿Que para qué es el bote de pintura en aerosol? Nada, que estaba viendo esa pared de allá enfrente, donde al otro lado vive el Mandón. Ese muro tan grande, tan bien cuidado, tan sólido, tan poderoso, tan intimidante, tan indestructible, tan gris. Y me quedé pensando y me dije: ‘A ese muro lo que le hace falta es… una grieta.

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