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Poesías desde el monte santiagueño: «No seremos subalternos de usurpadores»

Agencia Tierra Viva

«Danza en el cenit» es el título del libro de Diego Almaraz, apicultor e integrante del Movimiento Campesino de Santiago del Estero. La vida rural, la naturaleza y la ancestralidad, el trabajo, el amor y la lucha por la tierra son parte de su escrito. La editorial Tinta Libre acaba de publicar sus poesías cargadas de sentimiento, nacidas en el monte profundo.

Está anocheciendo y él bajo el alero de su casa. Su pluma, probablemente una birome, se enreda a cada paso con la fantasía. Pero su cuaderno está apoyado en una mesa que se llama realidad. Ante su vista está el mundo, que puede ver incluso con poca luz, como si fuese el escenario de un teatro, con telones que señalan la distancia entre lo próximo y lo remoto. El más cercano incluye familia, pueblo y calma. El segundo es más vasto y poblado, incluye el monte y sus redes de vida, los seres tutelares y el misterio, pero también las topadoras y su amenaza sobre la vida campesina.

Más difícil de describir es el telón de la consciencia y los derechos, que se resume en la palabra resistencia. En este escenario ha nacido la poesía de Diego Almaraz, en la que veremos la libertad de expresión (que antes se llamaba verso libre), el ritmo del relato y la intuición del compositor. En su poética se intercalan (o entremezclan) el mundo onírico con la filosofía y la vida cotidiana, las pruebas del día que, además de pesares, contienen alegría y esperanza.

Estos versos silvestres, espontáneos y comprometidos revelan no solo sensibilidad sino también a una generación que se atreve al desafío de enfrentar un nuevo tiempo.

Danza en el cenit

El encuentro tuvo tientes de fortuito

como una campanada al borde del knock out

volando en alas de algún escape.

Una sonrisa al borde de un abismo

llenando cualquier vacío

descubriendo cada capa

como el de una mamushka

nos quedamos con la versión

a cara lavada

cuando no quedan rastros de maquillajes

cerrar cada ventana

abrir alguna, descubrir su presencia

que te hace el amor.

Danzamos en el cenit de un vendaval

creyendo que era el inicio

de un simple ventarrón

y nos emborrachamos del iris

del iris de nuestros ojos

tan pendientes del momento

que no importó lo que pasaba en rededor.

Fuimos dos lobos sueltos

saludando a la luna en sincronía

sin pensar en ocasos, renacimientos,

despedidas, ni agonías

mientras bailábamos, sin saberlo

en el ojo del huracán.

***

Usurpación

Los notables, en un céntrico café diagraman el futuro

a miles de kilómetros, de una tierra lejana

que solo conocen por imágenes satelitales

o del registro de la propiedad.

Prestos llegan, silenciosos

como una horda de guerreros mercenarios

bandidos gregarios, cazadores de fortunas

caen en malón, sin decoro

acusando de usurpadores, a los nativos

obligan a emigrar de la remota tierra lejana

que era para ellos, este terruño,

inmenso para el campesino, sin mapa para el centralismo.

Los llaman forastero, los apátridas,

cuya única patria es el negocio

en el afán de vivir el día a día

las circunstancias obligan a enfrentar

al agronegocio y su poder.

Estacionan sin permiso,

el portazo de una oscura 4×4 al cerrarse

es su carta de presentación

los apellidos, las profesiones, los trajes

de repente adquieren poderes

la corbata brinda seguridad y poder

el smoking garantiza clase, imponen respeto

el uniforme azul busca intimidar

el rostro adusto del administrador,

la mirada analítica y fría del patrón

la mirada vacilante del funcionario

la mirada capciosa y concentrada del fiscal.

Exhiben un plano y un título registral

pisan por primera vez el territorio

y aseguran tener dueños

desconocen picadas, linderos

nunca caminaron en el monte,

no conocen ni límites, ni deslindes.

Promesas de progreso

al aceptar sus reglas

es un camino sin regreso

si no hay entendimientos

mediante “el buen diálogo”

echan a andar los engranajes del poder.

Sentencias de jueces parciales

circunscriptos a reglas

de propiedad privada de occidente

poder judicial comprovinciano

“sensibilizados” por un extraño

que busca acaparar, aún más

la fuerza pública, para presionar

bandas civiles para amedrentar,

dividir al pueblo para reinar.

Bastones, escudos, canes

habilitados por una orden judicial

parecen guerreros medievales

pensar que a don José,

ni la denuncia le receptan.

Reza la sentencia:

“Tienen 48 horas para desalojar”

con amargura una voz se alza:

“¿Cómo que la tierra es suya?

nosotros no se la vendimos,

como si fuera posible vender cada planta,

cada animal de la fauna,

como si se pudiera cuantificar en dinero

la historia y el futuro de generaciones

prácticas, formas de vida, cultura ancestral

es patrimonio universal”.

El oficial replica:

“Ustedes perdieron, ya no tienen nada que hacer

desde ahora son intrusos, márchense,

el que se resiste va preso,

ellos tienen plano e imágenes satelitales,

constataciones de escribanos y del juez

son los dueños, ¿tanto cuesta entender?”.

Con orgullo otra voz contesta:

“Planos y fotos satelitales

no captan cosmovisiones

ni heterogeneidad

es solo una sentencia parcial…

del ámbito penal”.

En la escuela no nos enseñaron

de las pirámides sociales, de los linajes

ni de la importancia del color de ojos,

de marcas de ropa, de estilos, de glamour.

“La voracidad y codicia desconoce

de leyes ambientales y de humanidad.

No seremos subalternos de nuestros usurpadores

vivimos desde hace varias generaciones,

esa es nuestra mejor documentación,

si nos quieren detener, aquí estamos

será por nuestra causa

por defender esta gran casa

solo observen está sombra de wiñaj

que nos está resguardando

si nos rendimos, mañana este monte

será solo añoranzas…”

Traspasa el monte este clamor,

son los sobrevivientes

de originarios invisibilizados

renacen héroes olvidados

el grito subversivo de los oprimidos

los destapan del olvido…

Y así, la lucha desigual,

continuará…

*El libro de Diego Almaraz se puede adquirir en editorial Tinta Libre.

Publicado originalmente en Agencia Tierra Viva

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