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En el olvido la diáspora de las familias jornaleras en la Montaña por parte de las autoridades

Tlachinollan

Decenas de familias jornaleras de la Montaña migran a los campos agrícolas del país en busca de trabajo sin que las autoridades de los tres niveles de gobierno atiendan sus derechos más elementales: la alimentación, salud, seguridad, educación a los niños y niñas y trabajo digno en los campos agrícolas. Las y los jornaleros que desde sus comunidades llegan a la “Casa del Jornalero” han iniciado el viacrucis del olvido y explotación de la cual son parte las dependencias estatales. No se les garantiza ni siquiera el insumo que el Consejo de Jornaleros Agrícolas utiliza para preparar alimentos a las familias jornaleras, que esperan los camiones, para seguir su camino.

Es alarmante el éxodo de migración jornalera en la Montaña de Guerrero que comprende de septiembre de 2018 a enero de 2019. En los dos primeros meses, el Consejo de Jornaleros Agrícolas de la Montaña ha registrado 1,591 jornaleros y jornaleras, de sólo 37 autobuses, con destino a Sinaloa, Chihuahua y Guanajuato , sin embargo, es necesario señalar que muchas familias se van en carros particulares por lo que no se registran, así el flujo migratorio asciende.

En lo que va de noviembre 909 jornaleros y jornaleras de los municipios de Atlixtac, Acatepec, Cochoapa el Grande y Tlapa de Comonfort se fueron en más de 12 camiones a Sinaloa, quienes se emplearán en el corte de jitomate, chile y berenjena en los campos agrícolas. A las autoridades parece no importarles, al contrario, prefieren zanjar más la brecha de la discriminación y pegar con el propio látigo de la pobreza a las familias indígenas de la Montaña. La Comisión Intersecretarial para la atención integral de las y los jornaleros ha dejado más inermes a estas familias al no atender seriamente a la población jornalera durante esta temporada alta de migración.

Los municipios de la Montaña con mayor índice de expulsión de familias jornaleras son: Tlapa de Comonfort, Atlixtac, Acatepec, Cochoapa el Grande, Alpoyeca, Metlatonoc, Tlalixtaquilla, Copanatoyac, Zapotitlán Tablas, Malinaltepec, Atlamajalcingo del Monte, Tlacoapa y Huamuxtitlán.

A pesar de que las y los jornaleros están en el sótano del olvido, las autoridades estatales no atienden a esta población que migra por falta de trabajo en sus comunidades; salen a los campos agrícolas con el anhelo de mejorar sus condiciones de vida.

La Secretaría de Asuntos Indígenas y Comunidades Afromexicanas (SAICA), SEDESOL estatal y federal, Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), Secretaría de Salud, Secretaría de Educación, entre otras autoridades que deberían estar atendiendo a la preocupante diáspora de las y los jornaleros que no tienen seguridad social ni atención a la salud. No se preocupan ni siquiera por la alimentación de las familias jornaleras que son forzados a salir de sus comunidades para buscar esperanzas en los campos agrícolas: una paradoja de la muerte. Apropósito, Tlachinollan registró ocho muertes de jornaleras y jornaleros en el 2018, entre ellos niños. En el 2017 nueve niñas y niños fallecieron en los campos agrícolas por los agroquímicos y las condiciones paupérrimas en las que viven en los campos de la semi-esclavitud, además hubo tres muertes maternas.

Ante lo anterior, el Consejo de Jornaleros Agrícolas de la Montaña, insta a las dependencias del gobierno estatal que atiendan a la población jornalera en esta temporada alta de migración. Exigen al gobierno del estado de Guerrero a entregar los insumos para el comedor comunitario como se ha hecho en otros años ya que en estos meses la migración de las familias jornaleras se agudiza.

Antemio Melo Bolaños, de la comunidad de Belén, municipio de Atlixtac, quien migra con su esposa y tres hijos, a los campos de Sinaloa al corte de jitomate afirma que lleva 26 años trabajando en el campo sembrando maíz, frijol, calabaza y poco cacahuate, “cuando se da bien lo vendo, a veces saco como 3 mil o 4 mil pesos por todo, pero no me alcanza porque tengo seis hijos que debo mantener, por eso voy a chambear para que haya billete, voy a probar la suerte. Es mi primer año que voy a trabajar a Sinaloa, me dijeron que pagan 190 al día”.   Don Artemio Melo como muchos jornaleros y jornaleras llevan ese sueño de mejorar sus condiciones para la familia. Esta es la alternativa para la población jornalera para salir de la pobreza y del olvido en la que se encuentran las comunidades de la Montaña de Guerrero.

Publicado originalmente en Tlachinollan

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