No sólo quieren robarles el agua, sino también su cultura

Enriqueta Lerma Rodríguez

Sonora, México. La Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) deberá diseñar, aplicar y evaluar próximamente una consulta que permita observar las opiniones individuales y colectivas de la población afectada por la construcción del Acueducto Independencia (AI) en Sonora, obra hidrológica con la que se pretende llevar agua del Río Yaqui, de la presa el Novillo (Plutarco Elías Calles) a Hermosillo, la capital del estado. Si bien los argumentos pertinentes acerca del impacto ambiental negativo que conlleva esta obra serán difundidos por especialistas en áreas naturales, en este documento me propongo señalar otro tipo de afectaciones que recaen directamente sobre el grupo más vulnerable del área implicada: la Tribu Yaqui, misma que ha promovido ya tres recursos jurídicos en contra del Acueducto.

Las secuelas del AI no sólo son de tipo ambiental, también involucra impactos sociales y culturales para la tribu yaqui. Defino como impacto social y cultural a las modificaciones inducidas por (o resultantes de) políticas estatales y/o por proyectos privados que conduzcan a la modificación de la estructura social de un grupo y de su forma de organización social en contra de su propia voluntad colectiva. Asimismo incluyo que por impacto cultural hago referencia a las afectaciones que una sociedad tradicional, o ancestral, o autoreferenciada como grupo étnico, señale en menoscabo de cualquiera de los elementos objetivos o subjetivos de su cultura: territorio; lengua; organización social tradicional; sistema festivo y ritual; cosmovisión; planificación y organización de su espacio; impartición de justicia de acuerdo con el derecho consuetudinario; y otros que el grupo señale como parte de su cultura.

¿Quiénes son los yaquis (yoeme)?

Yaqui significa “el que habla fuerte”, Yaqui es el nombre del río que debería cruzar el territorio tradicional. Los yaquis a sí mismo se llaman yoeme: “hombre verdadero”. Tomando como indicador su lengua vernácula el INEGI contabilizó para 2010 una población de 16,508 yoemes;[1] sin embargo, en propia voz de autoridades del gobierno de Vícam, se señala que ésta se compone de 40 mil yaquis distribuidos en los pueblos del territorio tradicional y en Hermosillo. Actualmente el territorio yaqui ocupa parte de cuatro  municipios: Guaymas, Bacum, Cajeme y Emplame. Es uno de los grupos indígenas registrados desde el primer contacto por los colonizadores españoles y nohohispanos en el siglo XVII, durante las expediciones hacia el noroeste de la Nueva España, por lo que se puede asegurar su permanencia en el territorio que hoy ocupan desde tiempos inmemoriales. La noción de un territorio propio, único e indivisible, es un principio inviolable por lo que mantienen la propiedad comunal de la tierra. Mantienen una organización social tradicional alrededor de un centro administrativo y político rector, físicamente en la Guardia Tradicional, sede del Gobierno Tradicional y de la Asamblea del pueblo. Dicha organización social tradicional permite la continuidad del derecho consuetudinario por lo que la distribución de la tierra, los permisos de construcción de vivienda y la impartición de justicia están a cargo del Gobierno Tradicional; mientras que las decisiones que los atañen en conjunto son discutidas y consensadas en la Asamblea General. Los yaquis han participado en diferentes procesos históricos a nivel local y nacional con el objetivo de conservar su territorio, su forma de organización social, sus tradiciones religiosas y todos aquellos elementos culturales que les permitan seguirse autodefiniendo como yoeme. El período más largo de guerra por la defensa de estos principios, entre la tribu yaqui y los distintos gobiernos (pos-independentistas, pos-revolucionarios, nacionales y estatales), se presentó entre 1825 y el último combate de 1904.

En 1939 el presidente Lázaro Cárdenas les restituyó parte de su territorio tradicional y decretó la dotación del 50 por ciento de agua de la presa La Angostura, más el agua de los escurrimientos no canalizados para que incentivaran su agricultura. El proyecto cardenista nunca se concretó, en 1952 el liquido disminuyó con la desviación del caudal de agua, provocado por la construcción de la presa el Oviachic (o Álvaro Obregón), que se canalizó hacia los campos agrícolas del Valle del Yaqui, en manos de empresarios privados. Con posterioridad, en 1962, se interpuso entre las dos presas una tercera: la del Novillo (o Plutarco Elías Calles),  de uso hidroeléctrico. El Acueducto Independencia se proyecta que extraiga agua de esta última presa, lo que significa para los yaquis una obra más que dispone del agua que a ellos les ha sido negada.

Impacto social y cultural del Acueducto Independencia para la Tribu Yaqui:

Importancia geosimbólica del Río Yaqui. La construcción de Acueducto Independencia atenta contra la columna vertebral del ordenamiento territorial tradicional yaqui. Tal como señaló Pérez de Rivas en el siglo XVII (1985) los yaquis no vivían concentrados en pueblos sino en caseríos dispersos que se ordenaban con relación a la trayectoria del río. Dicha disposición se mantuvo hasta la concentración de la población en ocho asentamientos, y como resultado el contacto con los misioneros jesuitas. Los pueblos fueron también fundados a orillas del Río Yaqui y cambiaron de ubicación cada vez que el río tomaba un nuevo cause (Padilla y Trejo, 2009). Todavía en 1949 el río fue el elemento geográfico por el cual la localidad de Musechopi se reinstaló, constituyéndose en el actual pueblo de Loma de Bacum. En ese sentido, como parte de la espacialidad sagrada yaqui, el río debería ser respetado en cuanto geosímbolo ordenador del territorio yoeme.

Valor mítico del Río Yaqui. En la cosmovisión yoeme el Río Yaqui tiene una significación importante con relación al origen del mundo. Los antecesores de los actuales yoeme y de los animales del monte, los protohumanos surem, eran seres diminutos cuya más valiosa posesión era el Río Yaqui, elemento natural que portaban sobre el hombro y que colocaban en el paisaje dependiendo del lugar que deseaban habitar. Asimismo el Río Yaqui se originó durante el diluvio universal. Los cerros del valle, entre ellos el cerro Onteme (“el que está enojado”), se molestó tanto con la torrencial lluvia que se levantó con gran furia del fondo de la inundación y colérico lanzó el agua hacia las orillas de sus cimientos. De este modo se dividieron las aguas del mar y las del Río Yaqui, dotando de singularidad el paisaje del territorio yoeme. Por otra parte la mitología yaqui señala que la joven Yo’omuumuli (“madre de las abejas”) anunció la llegada de los cristianos cuando tradujo la voz profética de una vara parlante. Señaló la cristianización y la desaparición del “viejo mundo”, así como la transformación de los surem en humanos. Cuando Yo’omuumuli observó la conversión de los surem se molestó mucho, se echó el Río Yaqui al hombro y se fue al cielo con dirección al Este. Dicho mito explica porqué las coordenadas espaciales yaquis toman como referencia el Este, dirección hacia la cual todavía en la actualidad se construyen las ramadas rituales, se entierra a los muertos y se construyen las iglesias; dirección por la cual subió el Río Yaqui al cielo. Por lo anterior se puede señalar que la contención provocada por políticas estatales de las aguas del Río Yaqui, su desvío hacía otras regiones y la disminución de su afluente en el Territorio Yaqui provocan directamente la afectación de un elemento simbólico que forma parte de la mitología ancestral del pueblo yoeme.

Afectación al sistema ritual. El Río Yaqui representó por siglos la principal fuente de abastecimiento de agua para la tribu por lo que muchos de sus rituales (de origen ancestral) están relacionados con él. Por ejemplo “la echada de agua”, es un ritual privado de tipo doméstico, en el que los recién nacidos son mojados en las cabezas, originalmente por agua del Río Yaqui. Dicho ritual es dirigido en lengua jiak por un maestro ritual tradicional, quien convoca a los poderes de la naturaleza: truenos, vientos y agua, para que reconozcan al recién nacido y éste no le tema a la naturaleza. Dicho ritual tiende a desaparecer aceleradamente, pues con la disminuida presencia del Río la ritualidad ha comenzado a perder sentido y significado.

En sentido opuesto destaca la importancia que cobra el Río Yaqui en las festividades realizadas en Vícam en honor de San Juan Bautista (22-26 de junio).  Durante esta celebración los pascolas (personajes enmascarados, que representan a los surem convertidos en animales) realizan un bautismo colectivo “en el Río Yaqui”, mismo que representa la unidad de los pueblos yaquis. En él se agradece a los elementos de la naturaleza y se ofrecen oraciones a los cuatro puntos cardinales del universo. El ritual debería realizarse en las aguas del Río Yaqui, pero desde hace décadas se realiza en la escasa agua de un canal de riego que se desvía para formar una especie de laguna artificial que permita el escenario necesario para la ceremonia.

Un proceso ritual que ha comenzado a verse afectado seriamente por la disminución de agua del Río Yaqui es la fiesta del Carmen en  Bataconcica (14 de julio), localidad ubicada al extremo sur del territorio indígena. Los pobladores describen que cuando el río aún no era encausado en la presa, el derrame de agua inundaba parte de su valle, provocando la formación de una laguna en la que era posible pescar y desde la que partían pangas con dirección a los pueblos yaquis norteños y hasta Guaymas. Durante su festejo era tradicional hacer un recorrido en “panga” con la imagen de la santa a cuestas, pero actualmente éste se ha cancelado debido a la ausencia de agua.

Señalada la importancia del Río Yaqui en la ritualidad del pueblo yoeme, es de destacar la gran afectación que en este punto han provocado ya las políticas que han obstaculizado la trayectoria natural del Río Yaqui.

Afectación en la repartición comunal de la tierra. Cientos de miembros de la Tribu Yaqui, jefes y jefas de familia, han demandado por décadas la apertura de nuevos campos de cultivo a las autoridades tradicionales de sus respectivos pueblos, sin embargo, esto no ha sido posible, debido a que se carece de agua para incentivar la agricultura. A causa de ello se ha generado una alta demanda de tierra de frente a la nula posibilidad de reparto. Las familias han tenido que subemplearse tanto en el campo como en la ciudad y han tenido que migrar a diferentes ciudades del país y de Estados Unidos de Norteamérica.

Respecto a la discriminación a la tribu yaqui: Las numerosas obras de infraestructura, principalmente sistema de presas y el Distrito de Riego Número 18, que se han construido con posterioridad a la presas La Angostura, y sin que se éstas favorezcan a los pueblos yaquis, respecto al acuerdo de dotación de agua de Lázaro Cárdenas de 1939, muestra un desequilibrio en la impartición de justicia, pues se ha dado prioridad a otros sectores sociales, a otras localidades poblacionales y a proyectos estatales y privados. Procesos que muestran un ejercicio diferenciado y asimétrico en la impartición de justicia por parte del Estado Mexicano, lo que puede ser calificado de discriminación hacia los pueblos indígenas, en específico hacia el pueblo yaqui, cuyos miembros son tratados como ciudadanos de segunda. Una muestra de ello es que ninguna localidad yaqui cuenta con agua potable, “¿No que un vaso de agua no se le niega a nadie?”.

La violación del artículo 2  de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. El gobierno del Estado de Sonora ha desconocido la Constitución al violentar la identidad del pueblo yaqui, negando así la pluriculturalidad de la nación mexicana. Asimismo se ha dado a la tarea de reconocer y desconocer la identidad yaqui de acuerdo a sus propios criterios, desconociendo el principio que La Constitución señala: “La conciencia de su identidad indígena deberá ser criterio fundamental para determinar a quiénes se aplican las disposiciones sobre pueblos indígenas”.

Asimismo no se han respetado el derecho de los pueblos y las comunidades indígenas a la libre determinación y, en consecuencia, a la autonomía para preservar y enriquecer sus lenguas, conocimientos y todos los elementos que constituyan su cultura e identidad. Participación de las mujeres en condiciones de equidad frente a los varones, en un marco que respete el pacto federal y la soberanía de los Estados; para conservar y mejorar el hábitat y preservar la integridad de sus tierras en los términos establecidos en esta Constitución; acceder, con respeto a las formas y modalidades de propiedad y tenencia de la tierra establecidas en esta Constitución y a las leyes de la materia, así como a los derechos adquiridos por terceros o por integrantes de la comunidad, al uso y disfrute preferente de los recursos naturales de los lugares que habitan y ocupan las comunidades, salvo aquellos que corresponden a las áreas estratégicas, en términos de esta Constitución. Para estos efectos las comunidades podrán asociarse en términos de ley.

Las constituciones y leyes de las entidades federativas establecerán las características de libre determinación y autonomía que mejor expresen las situaciones y aspiraciones de los pueblos indígenas en cada entidad, así como las normas para el reconocimiento de las comunidades indígenas como entidades de interés público.

Enriqueta Lerma Rodríguez, es doctora en Antropología por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social,  Unidad Sureste.

enriqutal@yahoo.com.mx


[1] http://cuentame.inegi.org.mx/monografias/informacion/son/poblacion/diversidad.aspx?tema=me

Publicado el 02 de septiembre de 2013

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