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“No podíamos no hacer nada. Es la solidaridad entre las de abajo”

La Tinta

La Federación de Organizaciones de Base (FOB), delegación Córdoba, inauguró un comedor nocturno para personas en situación de calle en el local de la Casa Caracol, en barrio General Paz. El día que abrieron, dos móviles de la Policía estuvieron en la puerta durante todo el día. “Que nos organicemos y seamos solidarios los pone inquietos”, aseguraron.

Lidia es integrante de la Federación de Organizaciones de Base (FOB). Dice que no se acuerda cómo fue que se sumó a la organización, pero que seguramente fue porque sus hijas también estaban. Siempre le gustó ayudar y antes lo hacía en la iglesia. Todos los lunes, ella es una de las mujeres que pone el cuerpo en la Casa Caracol (calle Ovidio Lagos 24) para que personas en situación de calle puedan tener un plato caliente de comida. “Tratamos que siempre tenga carne y verduras. Por los nutrientes y las calorías en estos días de frío, ¿vio?”, afirma.

Arrancan a cocinar cerca de las seis, para empezar a recibir gente de ocho a once de la noche, todos los lunes, miércoles y viernes. En principio, iba a ser sólo por el mes de julio, pero el mes termina y el hambre no, por lo que seguirán con el comedor mientras siga yendo gente.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto para La tinta)

“Estamos tratando de ayudar a los que menos tienen. Es poco lo que podemos hacer, pero mucho a la vez. Colaboramos entre todxs un poquito”, expresa mientras revuelve una olla gigante de arroz con pollo que alcanzará para quince o veinte personas.


“Me gusta lo que hago, lo hacemos de corazón y es la solidaridad de todas. Y la gente está re conforme con la comida y esperamos que sigan viniendo. Repartimos unos volantes y le avisamos a la gente en la plaza, y después está el boca en boca. Cada vez viene más gente”, agrega Rocío, integrante de la organización desde hace siete años.


Hasta el año pasado, la FOB tenía, en toda la provincia de Córdoba, cerca de diez merenderos que servían a hijos e hijas de integrantes de la organización. La urgencia de los tiempos que corren -el hambre, la desocupación, la imposibilidad de tener un techo- hicieron que la mayoría de esos merenderos muten a comedores nocturnos abiertos al público. Hoy, la Federación de Organizaciones de Base tiene cerca de 25 comedores en todo el territorio provincial, de los cuales 8 son en Capital.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto para La tinta)

A los merenderos y comedores los mantienen con lo que le logran extraer a los diferentes gobiernos y, desde luego, no alcanza. No se trata de una política pública estatal, son recursos obtenidos en la lucha: marchando, cortando puentes y calles, acampando frente a algún ministerio.

“Nosotras nos encargamos de ver de dónde sacamos los alimentos. Y lo poco que nos dan, nosotras lo multiplicamos. No somos ricos, pero tratamos de llegar”, admite Lidia. “No se pueden hacer los giles. Es responsabilidad de ellos, cada vez crece más la pobreza y ellos no están dando respuestas”, expone Cala, otro integrante de la organización.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto para La tinta)

Rocío trabaja a la par de Lidia. Es otra de las cocineras y, además, ayuda a llevar la comida desde la cocina hasta el salón contiguo. Cuenta que le gusta hablar con las personas que van a la Caracol. Que muchos se ganan la vida juntando cartón o cuidando coches; que otros tantos duermen en plazas; que la gran mayoría no come durante el día o pica algo que le regalan de una panadería o comercio. “De día, no se alimentan bien o, directamente, no comen”, agrega.

Y remarca: “Salís a la calle y ves la necesidad de la gente. No podíamos no hacer nada. Es la solidaridad entre las de abajo”.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto para La tinta)

Reprimir la solidaridad: “Les molesta la organización”

El comedor de la Casa Caracol -donde también funciona la radio comunitaria Zumba La Turba- comenzó a funcionar el miércoles 10 de julio. Ese mismo día, hubo, durante toda la jornada, dos móviles policiales apostados en la puerta de la casa cultural.

“Primero, estuvo desde temprano un patrullero estacionado. Después, se agregó otro más. No sé con qué intenciones, pero viene en sintonía con la represión que tuvieron las organizaciones en el Obelisco, cuando quisieron armar las ollas populares”, señaló Cala.

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Esta vez, los policías simplemente se quedaron ahí. Diferente fue lo que pasó hace dos años, el 31 de agosto de 2017, cuando -en el marco de los injustificados e irregulares allanamientos a organizaciones anarquistas– la Policía ingresó a la casa y se llevó diversos elementos, entre ellos, banderas, ollas e, incluso, cajas de leche.

O como sucedió en febrero de este año, cuando una patota ingresó violentamente al local de la FOB e intentó llevarse libros y mobiliario de la biblioteca popular ante la mirada pasiva de efectivos de la Comisaria Sexta de barrio General Paz.

“Parece que les llama la atención que se genere esto acá en el barrio, que nos organicemos y seamos solidarios. Eso los pone inquietos”, reflexionan desde la FOB.DonacionesSe reciben donaciones de ropa y comida los días que abre el comedor: lunes, miércoles y viernes, de 20 a 23, en Casa Caracol (calle Ovidio Lagos 24, barrio General Paz).

Imágenes: Colectivo Manifiesto.

Publicado originalmente en La Tinta

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