Nayem, un joven saharaui

Texto: Tiziana Perna Fotografía: Stefano Montesi Traducción: Marcela Salas Cassani


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Es probable que haya sido la arena del desierto del Sahara la que ocultó de sus seres queridos el cuerpo de Nayem El Garhi, quien el 24 de octubre pasado dejó de tener 14 años. Lo mataron los proyectiles de un destacamento del ejército marroquí, utilizados en uno de los puntos de control que regulaban el acceso al campo de Gadaym Izik, a 12 km de El Aaiún, capital de la región del Sahara Occidental, territorio ocupado por Marruecos.

Nayem era un joven saharaui, descendiente de aquellas poblaciones nómadas de pastores berberi que  desde siempre han habitado el desierto más grande del mundo, dueños de una cultura milenaria, ahora destruida por la colonización española y  por 35 años de exilio y ocupación por parte de la monarquía marroquí.

La noche del 24 de octubre Nayem y otros jóvenes, entre los cuales se encontraba su hermano, regresaban al “campamento de la dignidad” en Gadaym Izik, ocho mil tiendas de campaña que acogían a más de 20 mil saharauis apostados en el desierto para protestar contra la discriminación y la falta de oportunidades que sufre este pueblo olvidado.

El campamento de la dignidad había nacido casi por casualidad, debido a las iniciativas de algunas familias y activistas en favor de los derechos humanos de los saharauis, que el 10 de octubre del 2010 se reunieron a 12 kilómetros de El Aaiún para plantar sus tiendas en el desierto. Desde aquel día, un río imparable de saharauis fue sumándose  a las filas de esta protesta inédita, no violenta, que ha obligado al gobierno marroquí a construir un muro en torno al campamento y a establecer varios puntos de control para impedir el ingreso a la población: una comunidad de mujeres y hombres libres que han comenzado a organizarse en un territorio libre de la opresión y violencia, que debe haber asustado enormemente al gobierno ocupante.

Nayem y su familia formaban parte de aquel campamento de la dignidad, y aquel día él, junto con otros jóvenes, había ido a la ciudad para conseguir suministros alimenticios para el campamento. Al regresar, enfrente del último de los 3 puestos de control de soldados marroquís, Nayem fue herido de muerte. Su cuerpo fue sepultado en un lugar desconocido para evitar que su funeral se convirtiera en una ceremonia pública.  De los otros jóvenes que estaban con él en el auto,  nada se sabe. Quizá fueron arrestados y conducidos a algún lugar incierto.

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2 Respuestas a “Nayem, un joven saharaui”

  1. Estimados colegas de Desinformémonos:
    Cada vez que me encuentro con alguna publicación
    como la de ustedes, este encuentro me reconcilia
    con la humanidad porque hay personas interesadas
    en romper el bloqueo informativo de las grandes
    multinacionales de la información.
    Hacer esta tarea es muy importante, sobre todo
    para quienes sobrevivimos en el Tercer Mundo.
    En la década de los 80 hubo un proyecto en
    América Latina que llamaron AlASEI, era algo
    así como Agencia Latinoamericana de Servicios
    Informativos, era un proyecto muy ambiciioso
    asupiciado por la UNESCO y no prosperó.
    Hoy en América del Sur existe Telesur, con
    la anuencia de los gobiernos liberales, no
    así de Colombia situada a la extrema derecha,
    y ni qué decir de México destruido por las
    redes del narcotráfico que aquí sentaron sus
    reales.
    Saber que hay personas interesadas en educar
    al pueblo con información veraz y objetiva
    (algo que ustdes pueden lograr), me parece
    un aporte de valor excepcional.
    En nuestro querido México hacemos lo que
    podemos o nos dejan, tómese en cuenta como
    es que e los cuatro años de adaministración
    del gobierno derechista del Partido Acción
    Nacional, encabezado ahora por Felipe del
    Sagrado Corazón del Niño Jesús Calderón
    Hinojosa, han sido asesinados unos 82 periodistas,
    el gobierno sólo reconoce siete de esas muertesy organismo civiles autónomos aseguran que han
    sido 44. En estas condiciones, el oficio de
    informar se ha vuelto para los profesionales
    de los medios, un oficio de alto riesgo.
    El texto clásico de Julius Fucick, es apenas
    un esobozo del horror que vivimos an algunas
    tierras americanas. Aquí no hay cárcel, sólo
    asesinatos impunes.
    Pero a pesar de todo, damos apoyo a la causa
    de los saharahuis, los palestinos, a Chipre
    invadido por los turcos desde 1974 y todo
    puebla que sufra afrentas u opresión.
    Por eso en medio del horror, es un gusto
    enorme encontrar a quienes como ustedes
    hacen una genuina labor de contrainformación
    con un carácter liberador. Sigan así compañeros
    y gracias por sus aportes.
    Cordialmente de ustedes: Antonio Cantú Puente
    Jefe de información y redacción de
    Ahí Semanal, en Aguascalientes, Aguascalientes,
    México.
    Pueden ver nuestra página en: http://www.ahí.com.mx
    Por todo, gracias.

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