Estar dentro de un templo maya durante el día es una experiencia totalmente distinta a cuando todo oscurece. Cuando el trajín de miles de turistas termina, se escuchan ruidos, los olores de la atmósfera cambian y los animales —los verdaderos ocupantes de los sitios arqueológicos del sureste de México— regresan a los espacios que han habitado por siglos. Los murciélagos son quienes dominan el escenario.
“Estás viéndolos volar mientras las zonas arqueológicas están iluminadas con la luna. Todo se ve plateado y azul; es una vista preciosa”, dice la bióloga e ilustradora científica Daniela Cafaggi. Durante el 2016, la especialista trabajó en cuatro zonas arqueológicas de Yucatán para descubrir el papel que estas estructuras milenarias juegan en la conservación de la diversidad de murciélagos.
En junio del 2024, junto a los científicos Ganesh Marín y Rodrigo Medellín, publicó el resultado de sus investigaciones en la revista Biotropica. En el estudio compararon la diversidad de murciélagos entre las zonas arqueológicas que visitaron y las diferencias que se presentaban entre las estaciones seca y lluviosa. Su objetivo era evaluar las especies encontradas en los refugios que estas imponentes estructuras les proporcionan a los animales.
En total, registraron 23 especies de murciélagos pertenecientes a ocho géneros y seis familias, lo que representa el 53 % de todas las especies de murciélagos conocidas en el estado de Yucatán, incluyendo dos especies en peligro para México: Mimon cozumelae y Micronycteris schmidtorum.
“Tenemos información de algunas colonias de murciélagos que observamos durante nuestro trabajo y que ya habían sido reportadas, por ejemplo, desde 1897 y 1938. Los murciélagos siguen ahí, son colonias con las mismas especies. Es increíble seguir viéndolos”, agrega Cafaggi.
En las últimas décadas, debido al crecimiento de los centros de población y el turismo, la Península de Yucatán ha experimentado altas tasas de deforestación y fragmentación del hábitat. Esto ha afectado incluso a mamíferos altamente móviles como los murciélagos. Además, la construcción del llamado Tren Maya podría acelerar la degradación de los bosques en esa región, afirman los expertos.
“En México tenemos un problema de conservación: ¿cómo designamos áreas naturales de conservación si no tenemos espacio? Sin embargo, estos lugares que durante el día parecen dominados por los humanos, pero que en la noche están abiertos a la fauna, son una oportunidad grandísima”, afirma Ganesh Marín, ecólogo y conservacionista de la Universidad de Arizona.
Aquí es donde radica la importancia de las zonas arqueológicas, dice el especialista, pues estos sitios destacan en la conservación biológica debido a sus restricciones sobre el cambio en el uso del suelo, su tamaño y el mantenimiento de vegetación en pie. Todo esto sin tener la etiqueta de Área Natural Protegida.
La conexión con los templos mayas
Rodrigo Medellín —biólogo de la conservación adscrito al Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)— recuerda que el vínculo entre los murciélagos y los mayas es mucho más profundo de lo que se piensa. El origen de esta relación está documentado en el Popol Vuh, el libro sagrado que contiene la cosmogonía de esta cultura indígena.
“Los mayas cuentan que los dos héroes que crearon el universo —los gemelos Hunahpú y Xbalanqué— bajan al inframundo, a Xibalbá, en donde los dioses les ponen una serie de pruebas. Una de ellas era pasar una noche en la Casa de los Murciélagos. Allí encontraron a Camazotz, el murciélago carnívoro gigante que acaba cortándole la cabeza a uno de los gemelos”, describe Medellín.
El biólogo quien, de hecho, es apodado “El Batman de México” por sus contribuciones a la conservación de estos mamíferos voladores a lo largo de más de tres décadas, explica que, paradójicamente, “cuando ocurre el colapso de las grandes ciudades-estado mayas, termina abriéndose la puerta a los murciélagos. Son los mayas quienes les dieron la oportunidad a los murciélagos para que pudieran tener refugios adicionales”, describe el especialista.
Además, en la cosmogonía maya los murciélagos también están relacionados con la fertilidad. “Ellos viven en las cuevas, que representan el útero. Son lugares calientes, húmedos y oscuros. Los murciélagos, viviendo ahí, simbolizaban un puente de fertilidad para los mayas”, agrega Daniela Cafaggi.
Yucatán es uno de los estados con mayor número de zonas arqueológicas en México, con un total de 2 035, según el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Estos sitios albergan una gran diversidad biológica, ecológica y cultural, y proveen de valiosos ingresos económicos para el bienestar humano.
Esta región del sureste mexicano se caracteriza por un relieve topográfico kárstico plano, suelos poco profundos y la falta de ríos o corrientes de agua superficiales. Sin embargo, miles de cenotes —sumideros llenos de agua formados por el colapso natural de la roca caliza que expone las aguas subterráneas— se encuentran en toda la península y son ampliamente utilizados por la fauna silvestre y los seres humanos.
“La Península de Yucatán es como un queso suizo, lleno de hoyos por todos lados: cenotes, cuevas, rías, etcétera. Todas tienen murciélagos y, sin embargo, vas a los sitios arqueológicos y los murciélagos también están allí”, agrega Medellín.
México tiene una de las mayores diversidades de murciélagos en el mundo, con más de 140 especies. En el estado de Yucatán se han reportado 43 de ellas, comentan los expertos. Además, apuntan que sus roles ecológicos son esenciales, pues son importantes en la polinización, la dispersión de semillas y la regulación de las poblaciones de insectos. Los servicios ecosistémicos que los murciélagos proporcionan a los humanos incluyen además la regeneración de hábitats perturbados, la supresión de plagas agrícolas —al alimentarse de estos insectos—, el control de vectores de enfermedades y la reproducción de plantas de importancia cultural y económica.
“Los murciélagos desplazan material genético contenido en el polen o las semillas en paisajes fragmentados ayudando a reducir los efectos negativos de la fragmentación de los bosques”, explica Cafaggi. “Además, los murciélagos frugívoros también ayudan a la dispersión de especies de plantas de importancia económica o medicinal como el guarumbo (Cecropia peltata), el ramón (Brosimum alicastrum), la ciruela roja (Spondias purpurea), la guayaba (Psidium guajava) y una gran variedad de higos silvestres. El agave del henequén (Agave fourcroydes), también llamado ‘oro verde’, es polinizado por murciélagos nectarívoros como G. soricina”.
El inicio de las investigaciones
Rodrigo Medellín había recibido reportes, desde el 2015, sobre sitios arqueológicos como Uxmal —ubicado en el suroeste del estado de Yucatán— donde los turistas se quejaban de la presencia de los murciélagos durante sus visitas. Los arqueólogos del INAH se preocuparon por el bienestar tanto de los animales, como de las personas. Así fue que contactaron a los científicos, detonando en el proyecto de investigación con el que buscaban reunir elementos para mejorar la relación entre los humanos y los murciélagos, usando los sitios arqueológicos como plataforma.
“Tenía ese sueño”, dice el biólogo. “En algunas ocasiones me reportaron que había problemas porque los turistas se quejaban —específicamente en Uxmal, en el Palacio del Gobernador, en donde hay una gran colonia de murciélagos insectívoros— y que decían que eran una cosa ‘horrible’, que por qué no los quitaban o por qué están allí. No sabía por dónde entrarle al tema, hasta que me llamó Eduardo López Calzada, que era el director del Centro INAH Yucatán. A partir de ahí comenzamos a plantear ideas sobre lo que podíamos hacer”, agrega Medellín.
El primer planteamiento fue generar información sobre qué especies de murciélagos viven en los sitios arqueológicos, cuáles de estas se encuentran en peligro de extinción o son endémicas, además de las particularidades de cada una y los servicios ecosistémicos que proveen.
Con base en esos datos, crearían una serie de materiales —con las ilustraciones científicas hechas por Daniela Cafaggi—que pudieran imprimirse y colocarse en sitios estratégicos con presencia de murciélagos para que los visitantes los aprecien, aprendan, conozcan y disfruten su experiencia en el sitio arqueológico. La bióloga Daniela Cafaggi tomó las riendas del proyecto junto a Ganesh Marín. Juntos conformaron un equipo con estudiantes de la zona y así, a partir del 2016, iniciaron los estudios que terminaron materializándose en la investigación recientemente publicada.
La selección de las cuatro zonas arqueológicas analizadas por el equipo científico se basó en el interés explícito del INAH, sustentado en informes previos de murciélagos. Estos sitios se encuentran a distancias entre 48 y 178 kilómetros unas de otras. En las áreas donde se permite la entrada de turistas, parte de la vegetación es ornamental, consistiendo principalmente en árboles frutales y espacios abiertos con césped. Sin embargo, también tienen extensas áreas a su alrededor que están cerradas al público y suelen estar densamente forestadas.
Chichén Itzá se encuentra en la región central del estado de Yucatán y es la segunda zona arqueológica más visitada en todo México, con una estimación de 2.1 millones de visitantes anuales; Dzibilchaltún es parte del Parque Nacional Dzibilchaltún en el noroeste del estado, en el municipio de Mérida; Ek’Balam está en la parte centro-oriental de Yucatán, en el municipio de Tzucacab; y Uxmal, en el suroeste del estado, en una región montañosa conocida como Puuc en el municipio de Santa Elena.
El equipo científico se alistó con redes de niebla —un sistema para atrapar animales voladores— y, a través de monitoreos de refugios, compararon la diversidad de murciélagos en estas cuatro zonas arqueológicas muy visitadas. Primero, durante la estación seca y con frentes fríos húmedos ocasionales, la cual va de noviembre a febrero, y luego en la estación lluviosa, de junio a octubre.
Para el trabajo de campo realizado durante el 2016, cuyos resultados se pueden observar en el artículo publicado, se seleccionaron los meses de julio y agosto, en temporada de lluvias, y diciembre, para la temporada seca. Se muestrearon los cuatro sitios durante seis días y noches consecutivas por temporada, cuyas actividades consistieron en capturas con redes de niebla durante la noche y monitoreos de los refugios durante el día y la noche.
Las redes se abrían al atardecer durante seis horas, evitando las noches de luna llena, pues algunos murciélagos reducen su actividad en ese momento, debido al aumento en el riesgo de depredación o a la reducción en la disponibilidad de insectos.
Para aumentar las tasas de captura, colocaron las redes en corredores naturales o rutas de vuelo para murciélagos, espacios abiertos, cerca de cenotes, plantas frutales y florales, y estructuras arqueológicas cercanas. Los animales capturados se almacenaron temporalmente en bolsas de tela y se identificaron a nivel de especie mediante una guía especializada.
Las comunidades de murciélagos fueron similares entre los cuatro sitios y entre las estaciones, sin embargo, la zona arqueológica con la mayor riqueza de especies fue Ek’Balam con 19 especies, seguida por Chichén Itzá con 16, Uxmal con 16 y Dzibilchaltún con 12. Considerando ambas estaciones, la familia más abundante fue Phyllostomidae, representando el 92 % de todos los individuos capturados, seguida por Molossidae con el 5 %, Vespertilionidae con el 1 % y Mormoopidae con el 1 %.
“Un murciélago, puede volar y moverse varias decenas de kilómetros en una sola noche, pero la presencia de agua y mantener bosques cercanos aumenta la diversidad. En lugares como Ek’Balam encontramos especies más raras y que están más asociadas a los bosques. Entonces, si bien las zonas arqueológicas están proveyendo de refugios, hay una tendencia de mayor diversidad y rareza de especies en zonas con más bosques alrededor de ellas”, explica Ganesh Marín.
La diversidad de murciélagos encontrada por los especialistas sugiere que las estructuras arqueológicas mayas podrían ofrecer varias ventajas a los murciélagos, pues cuentan con habitaciones oscuras, cálidas y húmedas, grietas y techos con estabilidad climática relativa debido a las propiedades aislantes térmicas de los materiales de construcción. Además, las estructuras arqueológicas ofrecen protección contra depredadores como serpientes, aves rapaces y zarigüeyas.
Las inminentes amenazas
La naturaleza en Yucatán está actualmente bajo asedio por el megaproyecto del Tren Maya, impulsado por el gobierno federal. Especialistas como Rodrigo Medellín señalan que esta obra ya está afectando miles de hectáreas de bosque y fragmentando la extensa Selva Maya.
“Se afectaron sitios arqueológicos que ni siquiera estaban inventariados ni explorados por el INAH y también otros que sí lo estaban. Pero este tren sigue como aplanadora, con sus actividades, a pesar de que se acaba de otorgar otra suspensión definitiva hasta que se cumplan todos los reglamentos y las leyes ambientales en el Tramo 5. Hemos cuantificado más de 200 cuevas que han sido afectadas, degradadas, destruidas y contaminadas por el Tren Maya”, asegura el experto.
Aún con este panorama adverso, Medellín señala que los murciélagos “son verdaderamente muy nobles y muy resilientes, y es posible que algunos puedan sobrevivir. Pero definitivamente, las especies más sensibles, en particular las que están en peligro de extinción, son animales que la van a llevar triste y difícil por el Tren Maya. Y no se trata solamente de los pobres animales, sino que esto va a repercutir en una pérdida de los servicios ecosistémicos de los que dependemos todos en la península”, asevera el científico.
De esta forma, los hallazgos del equipo de investigación subrayan la necesidad de realizar investigaciones más allá de las áreas naturales protegidas para complementar las políticas de conservación e incentivar la inclusión de las zonas arqueológicas en los planes de conservación de murciélagos en Yucatán.
Educar para conservar
A la par de las investigaciones en los sitios arqueológicos, el equipo también realizó capacitaciones con los custodios de estas zonas para que aprendieran, entre otros temas, sobre la identificación de las especies de murciélagos. Sin embargo, una de las experiencias más gratificantes fue su acercamiento a la comunidad maya de Ek’Balam, donde trabajaron con la escuela primaria y los padres de familia. Su intención principal, cuenta Daniela Cafaggi, era transformar el imaginario colectivo respecto a estas especies.
“Hay algo en la cabeza de la gente que está ahí diciendo que los murciélagos son casi como monstruos, porque muchas personas están aterrorizadas por ellos, pero la verdad es que nunca han visto uno. Pero en el momento en que tú les acercas uno de estos animales y ellos pueden ver su cara, la respiración, su pelo y sus ojitos, algo cambia en cuestión de segundos. Tener la oportunidad de verlos de cerca puede transformar el imaginario de la gente y generar empatía”, dice la bióloga.
Además, al combinar las historias ancestrales maya sobre la importancia de los murciélagos y la cercanía actual que se puede dar con estos animales en los sitios arqueológicos, es una gran oportunidad para crear programas de conservación y de educación didácticos, divertidos y que provean de experiencias naturales únicas a los turistas, apunta Cafaggi.
“En Uxmal hay una colonia de miles de murciélagos que salen al atardecer de este sitio precioso. Promover esta coexistencia entre turistas y murciélagos va de la mano para proteger los sitios arqueológicos. Además, hay sitios a los que no se puede entrar como turistas, pero al generar el entendimiento de que protegiéndolos y al darles a los murciélagos un espacio en el que los humanos no entramos, permitimos la estancia de especies que tienen una vida completamente diferente a la nuestra”, agrega la bióloga.
El sueño del equipo es poder crear, en colaboración con el INAH, las “Noches de Murciélagos” en los sitios arqueológicos, con grupos reducidos y bien informados de visitantes que puedan disfrutar de estos espectáculos naturales de la misma manera en que los investigadores pudieron hacerlo.
“Este es un enfoque que le podría dar un giro al paradigma ya muy gastado de los sitios arqueológicos como lugares sagrados, a los que solamente tienen acceso los arqueólogos”, agrega Rodrigo Medellín. “Un enfoque multidisciplinario, muy interconectado y con mucha colaboración con científicos sociales y de cualquier otro grupo, así como con artistas, es el nuevo paradigma con el que México se puede vestir realmente de gala, lanzando un nuevo enfoque sobre cómo acercarse a los sitios arqueológicos. Así la visita se vuelve mucho más rica”, sostiene.
Los murciélagos son una oportunidad para reconectar con la naturaleza, afirma el científico. Basta con atreverse a mirar hacia la oscuridad.
“Para mí es perfectamente claro que el futuro de los murciélagos es muy brillante y cada vez más positivo. Ahora ya hay mucha gente convencida de su importancia y de lo fascinantes que son”, concluye Medellín. “Los murciélagos nos dan una excelente oportunidad para volvernos a enamorar de la naturaleza”.
*Imagen principal: Una colonia de murciélagos frugívoros de Jamaica (Artibeus jamaicensis) que se posan en Dzibulchaltún, Yucatán. Foto: Alejandro Ganesh Marín Méndez
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Publicado originalmente en Mongabay Latam