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En México, redistribución de la riqueza si empresarios disminuyen sus márgenes de ganancia

Universidad Iberoamericana

 

foto: Isaac Esquivel / Cuartoscuro 

Grandes empresas tendrían que reducir sus ganancias de 78 a 50 por ciento para beneficiar a sus trabajadores

El salario mínimo en México, que actualmente ronda los 80 pesos al día, podría incrementarse hasta 570 pesos diarios si las grandes empresas en el país aceptaran hacer una redistribución de la riqueza, lo cual implicaría reducir sus ganancias de 78 a 50 por ciento, señaló el doctor Miguel Santiago Reyes Hernández, académico de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

Ese incremento, además de que cumpliría con el mandato constitucional (artículo 123), permitiría que en México, uno de los primeros 20 países del mundo en cuanto a generación de riqueza, logre que entre 70 y 75 por ciento de su población pueda vivir en condiciones medias adecuadas, y “que tengas a un porcentaje cada vez más reducido de personas en pobreza que actualmente están por abajo de la línea de bienestar”, precisó Reyes, economista adscrito al Instituto de Investigación para el Desarrollo con Equidad (EQUIDE) de la IBERO.

Ciertamente un incremento al salario aumenta la nómina y costos para los empresarios, quienes deben tener la capacidad de sacrificar ganancias para redistribuir la riqueza e incrementar la productividad, en vez de despedir empleados y aumentar precios

Un aumento del salario mínimo de la magnitud propuesta por el investigador del EQUIDE no debe generar inflación; contrario a lo que señala una parte de la élite empresarial, algunas escuelas de economía e incluso ciertos estudios, como uno hecho en meses recientes por el Banco de México, pues para no provocar una espiral inflacionaria, la clave es la disminución del margen de ganancias de los empresarios.

El Doctor Reyes explicó que en México existe una enorme desigualdad entre los factores de la producción, ya que por cada 100 pesos, en promedio 74 son para el ‘capital’ (ganancias de los inversionistas y dueños de empresas) y 26 para el ‘trabajo’ (salarios de los empleados).

Por ello, el académico de la IBERO propone reducir las ganancias del capital. Sin embargo, cuando suele darse un incremento salarial, digamos de 10 por ciento,  ese mismo porcentaje es el que los empresarios aumentan los precios de sus mercancías, con el fin de no ver reducidas su rentabilidad y ganancias.

Y aunque ambos intereses son legítimos y genuinos, es decir, las ganancias (capital) y los salarios (trabajo), en México desde hace muchos años el control de estos a través de la Comisión de Salarios Mínimos ha logrado reducir drásticamente el poder adquisitivo de los trabajadores por lo que a duras penas pueden sobrevivir.  El Artículo 123 constitucional dice: «Los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos”. Esto hace mucho tiempo es letra muerta.

El contraste que existe en México en el nivel de ingresos es brutal y, mientras que la ganancia o capital, se invierte  en una parte nuevamente, la otra se destina a las vidas suntuosas de los empresarios y sus familias.

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Dinero rápido

Los empresarios quieren el dinero y la ganancia rápidos. No le apuestan al incremento en la productividad, con proyectos a mediano y largo plazo. Su mirada es “cortoplacista” y prefieren recuperar cada aumento otorgado con incremento de precios.

“Esto solamente se da en esquemas institucionales donde en general el gobierno y todas las instituciones que están a su alrededor son muy débiles, es decir, el empresario sabe que puede subir precios, que puede haber una escalada de precios y que no hay sanciones. Adicionalmente no le importa que eso genere una incertidumbre generalizada en todo el sistema de precios”.

En México, ni la Comisión Federal de Competencia ni la Procuraduría Federal del Consumidor los va a sancionar; al contrario, el gobierno lo va a permitir, porque hay una connivencia entre la cúpula empresarial y el gobierno, y éste no va a ir en contra de ella, dijo el docente.

“Se trata de un problema de voluntad política, se trata de un problema de redistribución de la riqueza que se genera. Y una cosa importante, muchas veces hasta se hacen modelos económicos para justificar que detrás de los esquemas distributivos de las empresas está la productividad; pero la productividad por trabajador, lo que produce cada trabajador en las empresas grandes, en promedio es más de 60 mil pesos, y lo que se les paga son 13 mil pesos”.

Entonces, “¿no hay dinero para que los empresarios puedan pagar mejores salarios?; sí hay, y le pueden pagar 20 mil en promedio a cada trabajador que siga produciendo 60 mil pesos, sin aumentar la productividad. El problema es que el empresario ya no se queda con 47 mil por cada trabajador que emplea, se queda con 40 mil que aún es el doble”.

Redistribuir el ingreso

Reyes Hernández, coordinador del Área de Pobreza del EQUIDE, considera imperativo hacer una redistribución de la riqueza en México para hacer de éste un país desarrollado con amplias y sólidas clases medias, con 75 por ciento de su población viviendo adecuadamente y sin  que mas de la mitad de sus habitantes  viva en las franjas de la pobreza.

Para tal efecto, en México la participación laboral (trabajo) tendría que ser entre 55 y el 60 por ciento; similar a las que tienen el Reino Unido (60 por ciento), España (53 por ciento) y Estados Unidos (58 por ciento). Y afirmó categórico: “Si quieres aspirar a transformar el país tienes que pensar en términos redistributivos de otra forma, no puedes sostener a un país con políticas asistenciales, regalando dinero, con Oportunidades, con Prospera”.

“Está demostrado  que no se ha reducido la pobreza con los programas asistenciales. La generación de riqueza crece, y la gente no es incorporada al aparato productivo, sino que se le da “una caridad” haciéndolas dependientes de las dádivas vinculándolas a un sistema perverso político electoral con el que se perpetúan en el poder” añadió el académico.

“Por eso, trabajar con estos temas,  con problemas de salarios y productividad, generación de riqueza, redistribución, va más allá de una cuestión asistencial de política social” concluyó.

Finalmente, el doctor Miguel Santiago Reyes dijo que las actuales reuniones entre funcionarios de México, Estados Unidos y Canadá para renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en la que los dos últimas naciones solicitan que en México se incremente el salario mínimo, “pudiera ser una gran oportunidad para que grandes capas de la población trabajadora de nuestro país mejores sus condiciones de vida”.

Incrementar el salario mínimo en México “mejoraría las condiciones de vida, no de un individuo, sino de millones de hogares que dependen de esos trabajadores, y sería el principio para evitar que la gente piense en migrar hacia Estados Unidos”.

Texto y foto: Pedrón Rendón / ICM    

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