Las matemáticas, los jóvenes y la organización en Baltimore

Clayton Conn Traducción: Stephanie Salas Cassani

Baltimore, Estados Unidos. Lo que comenzó como un programa de tutoría de matemáticas, es ahora una organización activista dirigida por jóvenes que buscan justicia y dignidad a través del poder que otorga una buena educación. En el Proyecto Álgebra de Baltimore (BAP, por sus siglas en inglés) jóvenes de secundaria y preparatoria están formando coaliciones a nivel local y nacional con otras organizaciones lideradas por jóvenes para confrontar directamente y desafiar al fracasado sistema de educación pública, por la falta de oportunidades económicas y la criminalización de jóvenes en las áreas marginadas de  las ciudades.


Baltimore: olvidado y oxidado

Conduciendo por cualquier calle típica de Baltimore, ya sea al este o al oeste, uno tiene la impresión de que se encuentra en una ciudad golpeada por la guerra urbana. Cuadra tras cuadra, la ciudad reproduce escenas de casas bombardeadas, abandono, olvido, caminos afectados por baches y los ojos siempre presentes de las cámaras inalámbricas de la policía para «protección» y «seguridad» que se han convertido en un clásico post-industrial y neoliberal del cinturón de óxido que rodea la ciudad.

Fue hace unos 20 años cuando el proceso de desindustrialización comenzó, librando a la portuaria ciudad de sus sólidos e históricos fundamentos de trabajo manufacturero para sustituirlos por una precaria y mal remunerada economía de servicios, de la mano de obras temporales, turismo e inhospitalidad. En combinación con una historia profundamente arraigada de esclavitud, racismo y segregación racial, se está produciendo una nociva mezcla de enormes desigualdades y marginación, directamente resentida por la población afroamericana que es mayoría en la ciudad (en la actualidad un 65 por ciento de la población).

Sin embargo, son los jóvenes de la ciudad quienes sufren las más agudas embestidas de esta mezcla de factores. Clasificada en el cuarto lugar en la lista de las “peores ciudades en Estados Unidos de América para la juventud urbana», Baltimore tiene algunas de las más altas cifras de encarcelamiento de jóvenes en el país y las más bajas tasas de graduación a nivel secundaria. Según las estadísticas de la correccional de menores, cada año la aplicación de la ley en la ciudad llena las cárceles con más de diez mil jóvenes (en su mayoría afroamericanos). A esto se suma la educación pública con financiamiento insuficiente, centros de recreación y programas de actividades para después de clases que ven los fondos del Estado ser asignados a subvencionar nuevos hoteles y restaurantes en la zona turística de propiedad privada conocida como el «Inner Harbor», o que ven más de 104 millones de dólares ser destinados a la construcción de nuevas instalaciones que facilitarán la detención de jóvenes.

Son exactamente estas prioridades mal dirigidas, por decir lo menos, por las autoridades municipales y estatales que deberían representar el bienestar y los intereses de la juventud, las que han impulsado al BAP a buscar respuestas y emprender acciones.

 A menudo etiquetados como apáticos e ignorantes, estos jóvenes están rompiendo todos los estereotipos y se encuentran en primer plano para hacer frente a las injusticias del sistema en Baltimore.

Sin educación, no hay vida

Sentada en la casa que ahora se ha convertido en la oficina principal del Proyecto Álgebra de Baltimore en el centro de la ciudad, Magda «Maggi» Phillips, estudiante de 19 años de edad y una de las principales organizadoras del proyecto, expresa sin rodeos que existe un  sentimiento detrás del lema de la organización: Sin educación, no hay vida.  «Si no tienes una formación, estas más cerca de la muerte, porque puede que tengas que robar a alguien para ganarte la vida, puede que tengas que robar a alguien para mantener las luces de tu casa encendidas, o para poder alimentar a tu familia, o incluso para mantener tu hogar. Para intentar vivir tienes que poner tu vida en peligro.»  Por lo tanto, estos jóvenes ven la educación como algo más allá que obtener buenas calificaciones y diplomas. En pocas palabras, ellos ven la educación como un medio de supervivencia y como un medio para avanzar hacia una vida justa y plena.

El Proyecto Álgebra de  Baltimore comenzó en 1999 como uno más de los muchos capítulos del Proyecto Nacional de Álgebra. Formado en la década de los ochenta por un profesor de matemáticas del centro de la ciudad y ex activista de derechos civiles, Bob Moses, el Proyecto Álgebra fue una respuesta al bajo rendimiento en las clases de matemáticas en el centro de la ciudad de estudiantes, en su mayoría afroamericanos, de escuelas públicas. Para Moses no se trataba de un fracaso individual por parte de los estudiantes, más bien representaba amplias injusticias en el sistema, relacionadas con una profunda historia de racismo y clasismo en las zonas urbanas de Estados Unidos. Moses afirma en su libro Radical Equations que “la continua lucha por la ciudadanía y la igualdad para las minorías está ligada al tema de la alfabetización en las matemáticas y en las ciencias».  Así, para poder elaborar estrategias de organización del movimiento de derechos civiles, el Proyecto Álgebra ha empleado técnicas de tutoría y pedagogía experimental no sólo para aumentar los resultados en matemáticas, sino también para interrelacionar las matemáticas y la educación, en el contexto social y político en que viven los jóvenes.

Esto se traduce en jóvenes enseñando a jóvenes, un método también conocido como “de igual a igual”, donde los estudiantes organizan y dirigen sesiones en una estructura de tipo colectivo, estableciendo democráticamente los horarios, capacitaciones, evaluaciones, etcétera. Por lo tanto, rompen con las normas en una sola dirección, de arriba hacia abajo, de maestro a alumno y crean un proceso hacia la educación  más horizontal, participativo, y abierto al diálogo. De nuevo, Maggi afirma: «Simplemente, creemos que una de las mejores maneras de aprender es a partir de tus semejantes, de personas de tu edad.»  Se trata de una técnica única de compartir el conocimiento que funciona con base en la experiencia compartida y la confianza y que no puede  ser producida o reproducida entre jóvenes y adultos. Para el capítulo “Ciudad de Baltimore”, esta práctica sería el campo de entrenamiento y catalizador para enfrentar problemas mucho más amplios que la alfabetización matemática.

Casi dos billones

En febrero de 2008 cientos de jóvenes de la ciudad de Baltimore se reunieron en el edificio del Capitolio del Estado de Maryland. Rápidamente cubrieron algunas partes del edificio con cinta amarilla del tipo que comúnmente utiliza la policía y luego procedieron a volcar ataúdes en las escaleras del Capitolio. Christopher Goodman, un estudiante y organizador del BAP, gritó: «Estamos identificando este lugar como una escena de crimen. Cada año que nos quitan fondos para nuestras escuelas, nos matan». La falta de financiamiento a la que Chris hacía referencia, equivale a más de uno punto ocho billones de dólares.

En el 2002, los legisladores del Estado de Maryland aprobaron un paquete de financiamiento para ayuda a la educación llamado “Thornton Bill” que exigía al Estado financiar adecuadamente el sistema educativo de la ciudad. Sin embargo hasta la fecha ninguno de los fondos se han hecho presentes en las aulas. Esta falta de fondos y recursos ha suspendido la impartición de programas importantes para después de clases (especialmente en las artes),  ha disparado el número de alumnos por clase, ha dejado a los estudiantes sin libros de texto y ha provocado que la infraestructura de los edificios escolares se desmorone. «¿Por qué iba yo a querer un lugar como ese? ¿De qué forma ese lugar va a forjar un futuro para mí? Prefiero estar afuera recorriendo las calles. Eso es el futuro para mí”, declaró un estudiante de 17 años de edad que pidió mantenerse en el anonimato.

Así que en vez de quedarse con los brazos cruzados, cumpliendo con los estereotipos mencionados de ser apáticos e ignorantes, los jóvenes del BAP y otras organizaciones aliadas han llevado a cabo  die-ins (protestas donde los participantes se acuestan en el suelo simulando estar muertos), irrumpieron en sesiones del consejo de educación, bloquearon carreteras, celebraron manifestaciones, foros, etcétera, tratando de despertar consciencia política, denunciando que el Estado está inconstitucionalmente reteniendo  los fondos necesarios que por derecho le pertenecen a los estudiantes de Baltimore. Ha sido a través de esta lucha por el financiamiento de la educación que el BAP se ha ido vinculando con otros temas. Una de estas luchas es la que rodea  la criminalización de los jóvenes de la ciudad. Lo que los jóvenes del BAP llaman “el camino de la escuela a la prisión”.


El camino de la escuela a la prisión o “grado 13”

Maggi excava entre una pila de papeles sobre su escritorio en la oficina de BAP, en busca de una pila de volantes para la próxima marcha que se celebrará contra los planes de una prisión juvenil. Fue hace casi un año, cuando el BAP, junto con otros jóvenes, en un día llamado «domingo de justicia juvenil» marcharon hacia el lugar previsto para construir la prisión (en una zona conocida como “fila de prisiones”), derribaron las puertas de la sitio y lo tomaron por asalto mientras simbólicamente dejaban montones de libros a su paso. Esta acción, que sorprendentemente no dejó detenidos, fue un obstáculo para las obras de construcción de la cárcel: el proyecto fue detenido durante más de un año.

Una victoria a corto plazo en contra de un proyecto que ascendería a 104 millones de dólares de los fondos públicos, dólares que el BAP está exigiendo para escuelas y programas juveniles. «Tendríamos que estar invirtiendo en las escuelas, en el empleo juvenil, en la educación para los jóvenes y no en prisiones y esclavitud para la juventud», dice Maggi, «Queremos  libros, no rejas».

En una ciudad con más gente que los pocos recursos disponibles, las actividades ilícitas y el crimen parecen ser una de las únicas alternativas para muchos. Esto sólo ha alimentado los estereotipos y perfilado a los jóvenes de la ciudad como delincuentes conectados a las bandas de narcotraficantes, potencialmente violentos. Los más de diez mil encarcelamientos anuales de jóvenes son prueba evidente de esta criminalización de la juventud. Sin embargo, el BAP está trabajando incansablemente para crear consciencia y romper estos estereotipos y  alentando programas alternativos dirigidos por jóvenes. Estos incluyen la tutoría del propio BAP en  programas de alfabetización en matemáticas o programas después de clases de formación profesional, recreación deportiva, etcétera.

Más allá de los libros de historia

Tal vez una de las mayores iniciativas que el BAP  está organizando es la de llevar a cabo un  proyecto de “Declaración Nacional de Derechos para los Estudiantes». Un proyecto basado en un distrito electoral de  las organizaciones juveniles que ha sido llevado a todo el país. Esta declaración abarca una comprensión mucho más profunda y amplia de cómo se interrelacionan las estructuras del sistema para marginar a los jóvenes al interior de las ciudades.

Para el BAP, algunas de las características que  esta declaración de derechos debería incluir son: transporte público gratuito para los estudiantes de la ciudad, programas de rehabilitación para los jóvenes en el sistema de “justicia”, alimentación saludable y nutritiva otorgada por las escuelas y más programas dirigidos a mejorar las oportunidades de empleo juvenil. Maggi describe que esto ayudará a construir lo que ellos llaman una «economía basada en el conocimiento», donde los jóvenes tendrían mayores oportunidades de tener éxito y ayudar a otros jóvenes, en lugar de una «economía basada en la ignorancia», donde los jóvenes se quedan con las pocas y precarias opciones de empleos basados en servicios, encarcelamientos o  trágicas formas de perder la vida.

«Lo que estamos haciendo tiene que ser compartido y duplicado en otros lugares. Las cosas no cambian cuando uno se sienta sin hacer nada y simplemente acepta lo que sucede. Las cosas cambian cuando se hace ruido, cambian donde se pisa fuerte, donde se golpean puertas… donde la gente de las altas esferas nos buscan porque saben que tenemos un cuerpo y podemos hacer algún cambio que marque una diferencia», dice Maggi. Los jóvenes de la BAP no están pidiendo limosnas a las autoridades citadinas y estatales, sino que están excavando para exponer las raíces de la injusticia en la ciudad de Baltimore y más allá de ella. Son líderes sin ser líderes, y están dando una cara y una razón a una ciudad y a una población que a menudo son ignoradas y descuidadas.

«Estamos luchando por la misma calidad de respeto, por la misma dignidad y los mismos derechos. Tenemos que ir más allá de nuestras comunidades inmediatas, tenemos que llegar a través de las fronteras, y conectarnos con otros movimientos», dijo Maggi al finalizar la entrevista en las instalaciones del BAP.

Publicado el 01 de Diciembre de 2011

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Una Respuesta a “Las matemáticas, los jóvenes y la organización en Baltimore”

  1. Arlekín

    Qué vergüenza en el supuestamente pais mas desarrollado del mundo. Una ciudad cárcel, con más cárceles dentro…
    ¿la muñeca rusa o el huevo de la serpiente?

    ¡ójala triunfe Occupy Wall Street!

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