“Mataron a mi papá”, un documental para visibilizar a las víctimas ocultas de la guerra contra el narco

Carolina Bedoya

“Yo sentía mucho miedo, porque nunca antes había visto algo así, pero ahorita ya estoy acostumbrada a ver todo esto”: Lupita

México. Para exponer las historias de los niños de Ciudad Juárez, las víctimas olvidadas de la guerra contra el narco, los periodistas María Verza y Hoan Nguyen Manh decidieron filmar “Mataron a mi papá”, documental que, a pesar de las historias crudas, quiere dar una lección de esperanza, expone Verza.

Filmada en la ciudad fronteriza que carga con el sello de los feminicidios y la violencia, “Mataron a mi papᔠse centra en las historias de Lupita y Brian, quienes en diferentes circunstancias entraron al círculo de la violencia del crimen organizado, y relata cómo esto cambió sus vidas en forma definitiva.

Los documentalistas se toparon de frente con las historias, que no pudieron rechazar a pesar de que las condiciones de seguridad impidieron filmar los rostros de los protagonistas. Con apoyo de las sicólogas y la mamá de Lupita, Verza y Nguyen Manh comenzaron a grabar las historias que tienen a infinidad de niños juarenses entre las pesadillas y el miedo.

Lograr la apertura de los entrevistas no fue difícil, relata Verza, pues son personas tan acostumbradas al dolor que no se permiten llorar, y el documental “es una forma de que lo hagan en público”.

“Juaritos”, epicentro de la barbarie

Verza y Nguyen Manh no eligieron cualquier ciudad de las azotadas por el narco. Ciudad Juárez fue considerada el epicentro de la barbarie y del dolor para México durante los años de mayor violencia, en el marco de la llamada “Guerra contra el narcotráfico”.

Desde Juárez, que es el límite entre Estados Unidos y México, se abren las rutas de tráfico, legal e ilegal, hacia el este, oeste y norte. “Juaritos” también fue punta de lanza de la implementación del modelo maquilador. La contracara fue el crecimiento desbordado de la ciudad, con el arribo de cientos de miles de personas, para las que ni el gobierno de la ciudad ni los empresarios previeron infraestructura ni servicios básicos.

A partir de la década de los noventa se hizo pública la problemática del feminicidio; luego, a partir del 2006, llegó el estado de guerra. La ocupación militar de la ciudad en 2008 atrajo a más de 8 mil efectivos que montaron retenes, realizaron operativos y patrullaron sus calles. Aun cuando no hay cifras claras, se estima que a partir de 2006 fueron asesinadas más de 10 mil personas, la mayor parte ejecutadas, pero desarmadas, muchas de ellas parte de una población considerada invisible y desechable. Es en este contexto donde “Mataron a mi papᔠdecidió rescatar las historias de los “desechables”.

Proyecto contra el olvido

“Mataron a mi papᔠes un proyecto de María Verza y Hoan Nguyen Manh, dos periodistas independientes que retratan la historia de los invisibilizados de la guerra en México: los niños. La narración inicia en 2010 y tiene lugar en Ciudad Juárez, justo en el punto más alto de la violencia en la que durante tres años (2008-2010) fue considerada la urbe más violenta del mundo por sus tasas de asesinato.

Lupita y Brian son dos personajes que tuvieron que mirar la violencia de frente, vivirla y enfrentarla con sus miedos y dolores. La primera, espectadora del asesinato de su padre, cuenta que sus días está llenos de temor porque uno de los asesinos la vio a los ojos y teme que llegue a su casa y la mate. Brian, tras ver el asesinato a su padre a la edad de diez años, por venganza se convirtió en sicario. El documental retrata cómo lo que vivieron influyó en el desarrollo de sus vidas.

“Mataron a mi papᔠexpone los daños psicosociales que  produce la violencia. Niños con estrés, insomnio, pesadillas, y con curiosidad de saber qué se siente matar.

Diversas organizaciones no gubernamentales que trabajan en la ciudad fronteriza han denunciado que, debido al trabajo de los mayores en las maquilas, los niños pasan mucho tiempo solos, cuidados por los más grandes, sin espacios recreativos y muchas veces sin escuela, lo que los convierte en presa fácil para la guerra.

Verza, periodista española radicada en México, recuerda cómo en 2010 le surgió la inquietud por trabajar con los niños huérfanos a causa de la violencia del narco: “La historia nace porque Hoan tenía  mucha inquietud con el tema de los huérfanos y me sugirió la idea; me gustó mucho, porque los niños son las víctimas en las que nadie piensa. Nos daba igual si sus papás están vinculados al crimen organizado o no, eso es totalmente independiente, porque los niños se quedan sin papá, sin mamá, o sin los dos a la vez. Se trataba de acercarnos a eso, y así llegamos a Ciudad Juárez”.

Los documentalistas, señala Verza, no planearon nada. “Fuimos a buscar las historias y llegamos a varios albergues de niños. Estuvimos grabando y de repente nos encontramos con dos historias muy fuertes, que son dos de los protagonistas: una niña a la que le mataron a su papá, frente a ella y a su hermanita; y Brian te cuenta el proceso de cómo empezó a matar y cómo se salió de todo eso. Realmente nos encontramos con las historias. Cuando los vimos dijimos: ya está, éstas son las historias”.

Los testimonios de Lupita y Brian fueron tan fuertes, que para los realizadores trajeron un problema: no poder mostrar sus rostros por motivos de seguridad. “Pero no podíamos rechazarlos porque son los ejemplos vivos de lo que pasa después de la guerra. Una vez que se cuentan los muertos ¿qué queda? Pues ellos”, precisa la periodista.

Para María Verza, Ciudad Juárez es tierra de nadie, donde se da cita la impunidad; por eso, el proceso de grabación no se les hizo tan complicado. Los juarenses, acostumbrados al dolor y a los efectos de esa guerra, no dudaron  en exponer sus experiencias, pues necesitaban compartirlas.

“El proceso de grabación con ellos fue bueno; la niña enseguida se abrió a nosotros, nos quiso contar todo lo que pasó y fuimos muy cuidadosos, trabajamos con su psicóloga para no interferir y con su mamá”, relata la periodista. Lupita marcó la pauta de las grabaciones.

El caso de Brian les resultó más complicado, pues tenía miedo. “Pensaba que su vida podría estar en peligro, y fue un poco más complicado ganarnos su confianza”, recuerda Verza, pero el deseo de contar sus historias y sufrimientos –nunca expuestos- ganó en la balanza. “Nadie se ocupa de ellos. No pueden ni llorar en la calle, y el documental fue una manera de hacerlo en público. Siempre nos quedamos en las novias de los narcos, que son muy llamativas, en los sicarios, pero ¿quién se acuerda de los niños?”.

Verza puntualiza que afortunadamente hay mucha gente que trabaja con los niños, pero se trataba de destapar que nadie se acuerda de ellos.

La periodista, colaboradora de El Mundo, critica el papel de los medios de comunicación en este olvido. “Muchas veces, los medios comerciales nos quedamos contando solamente cuántos mueren en una balacera, si son de tal o cuál cartel, y nos olvidamos de las historias personales. En México se está haciendo un buen periodismo y hay mucha gente que empieza a contar estas historias”, relata. Algunos de estos periodistas le ayudaron a María Verza y Hoan Nguyen Manh. “Como extranjeros siempre necesitamos la mano de gente local. Nosotros contamos con la ayuda de Luci Sosa y Marcela Turati, que son grandes periodistas”.

Verza relata que muchas de estas jóvenes víctimas de la guerra no reciben ayuda, se quedan en la calle e ingresan a pandillas. Posteriormente, se involucrarán en delitos mayores, como sucede con uno de los personajes del documental.

La periodista española insiste en que es trascendental entender que hay víctimas que no les interesan a muchas personas. Sin importar quienes fueron sus padres, “los niños nunca son culpables de nada. Me parece significativo mandar un mensaje positivo hacia los jóvenes que trabajan con niños: no hay que criminalizarlos,  hay que darles una oportunidad a estos jóvenes que, por su apariencia, muchas veces tienen las cosas más difíciles”.

Sobre todo, “Mataron a mi papᔠes una lección de esperanza, de decir que se pueden hacer cosas, que estamos todavía a tiempo, pero que si no lo hacemos ahora, México pagará las consecuencias más adelante, finaliza la realizadora.

10 de marzo 2014

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