Olor a sangre en la organización del Mundial

Ivan Grozny Traducción: Daniele Fini

Italia. Los motivos de las protestas en Brasil, que acompañan a este año del Mundial, están ciertamente ligados a contingencias actuales; sin embargo, hay una relación entre lo que pasa ahora y lo que sucedió en los años obscuros de la dictadura militar (1964-1984). Sí hay un lazo, y no pequeño, en el que siempre está el balón. Esta historia sólo es una entre aquellas que se pueden escoger, pero tal vez es la más paradigmática.

Vladimir Herzog llegó a Brasilde muy pequeño. Es hijo de una familia judía, que huyó de la entonces Yugoslavia para escapar del nazismo. Fueron los años de la guerra y de la persecución nazi en Europa. Herzog creció y estudió en Brasil; muy pronto se notó su capacidad para la escritura y las novelas. Tuvo alguna experiencia como dramaturgo y escribió varios textos teatrales, pero su verdadero interés fueron los reportajes, el periodismo de investigación. El periodista se hizo notar en el periodismo de investigación y fue contratado por la cadena inglesa BBC. Trabajó en ella por unos años y comentó los partidos de Brasil durante el Mundial de 1966, lo que le trajo una gran notoriedad.

Las cosas en Brasil cambiaron unos años atrás, sobre todo desde 1964, cuando el país se dirigió a un camino sin salida con el golpe de Estado. Fueron los años de la Operación Cóndor en toda Latinoamérica, cuando la estadunidense Agencia Central de Inteligencia (CIA), en plena Guerra Fría, decidió apagar cualquier movimiento anticapitalista en el continente, de la mano de militares previamente entrenados que realizaron la misión con una inhumanidad que marca, aún hoy, la vida de los países que la vivieron.

Pero volvemos a Herzog. A pesar de la situación, Vlado(como lo llamaban afectuosamente) decidió volver a Brasil después del Mundial en Inglaterra. Le encargaron la dirección de la redacción de Tv Cultura, una transmisora que aún hoy tiene gran credibilidad a nivel internacional por sus investigaciones. Cada noche en sus noticieros, Herzog cuestionó la situación dramática del Brasil, lo que le costó muchas –y nada agradables- atenciones.

Al ser Herzog muy simpático y famoso, no fue fácil atacarlo. Se encargó del asunto la DOI CODI (Destacamento de Operaciones de Información-Centro de Operaciones de Defensa Interna), una organización clandestina integrada por terratenientes, militares y jueces que operaron para contener lo que ellos definieron como “peligro comunista”. Cuando la dictadura asumió el poder total, la organización salió a la luz pública e incluso asumió un papel importante en la represión contra cualquier disidente del régimen. Inicialmente actuó en el estado de Sao Paulo, donde se hizo muy poderosa. Se volvió parte del régimen, y contó con varios políticos y un brazo armado militar.

Wadih Helu, un importante político, fue parte de la DOI CODI. Desde un pronunciamiento suyo en la Cámara de Diputados, comenzó el ataque a Herzog, con palabras muy pesadas; una sentencia. Fue el año 1975. Wadih Helu fue, por diez años (1961-1971), el presidente del equipo de futbol Corinthians, y hasta hace unos años desempeñó cargos de prestigio, como dirigente en el deporte brasileño.

Herzog se presentó a las autoridades acompañado por dos colegas, para aclarar que su posición no era de traición a Brasil – la acusación que le lanzó el diputado. Esta es la última vez en que se tuvieron noticias de él, vivo. Al día siguiente, las mismas autoridades comunicaron que Vladimir Herzog se suicidó por ahorcamiento “por la vergüenza de traicionar a su país”.

El rabino jefe de Sao Paulo, a pesar de todo, pidió que se le entregaran los restos. La religión judía, como las demás, no celebra funerales para un suicida. El rabino se dio cuenta inmediatamente de que no sucedió lo que afirmaron las autoridades y decidió, en desafío, celebrar el funeral. También la comunidad cristiana escogió hacerle un homenaje, y el cardenal de Sao Paulo (no por casualidad aquí nació la Teología de la Liberación, tan combatida por el Papa Woytila), el mismo día del funeral, hizo el llamado a una misa para recordar a Vlado. No se había visto nunca a tanta gente en plaza en Brasil. Fue la primera verdadera manifestación popular de la historia del país.

Fue hasta 2001 cuando se reconoció oficialmente que Vladimir Herzog no se suicidó, sino que su muerte fue a causa de las torturas que le infligieron. Su hijo Ivo Herzog, además de responsabilizar al ex presidente del Corinthians, acusa firmemente a persona precisa como quien ordenó la detención y asesinato de su padre. Su nombre es José María Marín. ¿No les dice nada? ¿Seguros?

José María Marín es el presidente de la CBF, la Confederación Brasileña de Futbol. Es el órgano que, junto a la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), organiza el Mundial que se realizará en junio de 2014. Se trata de un hombre de relieve de la dictadura militar, en la que cubrió cargos importantes. Es el hombre que veremos dar la mano a jefes de gobierno y campeones durante el Mundial. Manos sucias.

No se sorprendan si ven imágenes de manifestaciones en las que las mantas piden la destitución de Marín; no es sólo por cuestiones relacionadas con la corrupción en los contratos. No sólo eso. O si leen acerca de los conflictos dialécticos entre ex campeones como Pelé o Romario, no pierdan la ocasión de meterse en estos temas; el primero está al lado de la FIFA y cualquier decisión que tome el gobierno; el segundo, contra Marín y al lado de quienes llenan las plazas para manifestarse.

Y no se sorprendan tampoco si ven a gente de todas las edades pedir verdad y justicia para Vladimir Herzog, que aún hoy es un símbolo para los que quieren un mejor Brasil.

Una última consideración: el balón siempre está.Sobre todo cuando se habla de Brasil.

01 junio del 2014

 

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