Yo soy Mirta Ñancunau, soy mensajera de la comunidad mapuche Las Huaytecas. Ocupamos este lugar desde hace más de un siglo de manera pacífica e interrumpida, pero a lo largo de todos estos años, hemos sufrido diferentes tipos de despojo, de una forma o de otra.

Primero, redujeron el territorio porque no se podían pagar los pastajes. Nuestra gente no conocía el dinero y no podía pagar. Muchas cosas como éstas pasaron y nuestra gente tuvo que ir aprendiendo qué hacer.

Uno de los despojos más aberrantes que sufrimos fue en la década de los 70, aquí en Río Negro, cuando la dirección de bosques y praderas de aquella época, puso en marcha un proyecto que se llamó «plan de colonización forestal».

Ese plan de colonización forestal estaba -en la época de la dictadura militar – financiado por el IFONA. La prioridad del gobierno fue hacer el trabajo de la plantación de pinos, un trabajo forestal, relacionado con la madera.

A partir de ahí, nació una cuestión de especulación inmobiliaria respecto al territorio. Venían y entraban sin permiso de los que vivían acá, porque ya en esa época existíamos como comunidad, aunque no estábamos organizados. Con el tiempo nos fuimos organizando para defender nuestros derechos.

Entraron a los campos, lanzaron pinos, talaron a tala rasa todo tipo de árbol autóctono, todo el bosque nativo, incluso una parte que es la que más defendemos. Talaron todo lo que rodea al bosque de Las Huaytecas que es nuestro lugar ceremonial, un lugar único, al que debe su nombre nuestra comunidad.

Ellos ni siquiera respetaron eso. Talaron todo el bosque que lo rodeaba y hoy está todo rodeado de pinos. Ese pino con el tiempo creció, no lo atendieron nunca más y su semilla invadió el bosque nativo, el bosque de Las Huaytecas.

Con el paso de los años, evaluando nuestra situación, nos hemos ido organizando, y buscamos formas de defender nuestro territorio, defender nuestros recursos, nuestros lugares ceremoniales. Fue así como decidimos recuperar y hacer uso de nuestro territorio ancestral.