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Libertad de expresión y uso del espacio público, legado del 68

Fabiola Méndez / Damián Mendoza

El doctor Hira Simon Eli de Gortari Rabiela señaló que el contexto externo de aquella época era de simpatías al socialismo y al Mayo francés

El movimiento del 68 estuvo compuesto por fuerzas disímbolas y agrupó a instituciones diversas: UNAM, IPN, Colegio de México, Universidad Autónoma Chapingo, entre otras. Su duración fue de 67 días, “los 67 días más intensos de mi vida”, aseguró el doctor Hira Simon Eli de Gortari Rabiela, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.

Durante la conferencia A 50 años del movimiento de 1968: su contribución a la democratización de México realizada en el IIS, el historiador señaló que el contexto externo de aquella época era de simpatías al socialismo y al Mayo francés.

Acotó que imperaba un contraataque de la prensa y la televisión, sin embargo, una de las mayores aportaciones del movimiento fueron la libertad de expresión y el uso del espacio público para manifestarse, “en esa época llegar al Zócalo era inimaginable”.

De Gortari Rabiela recordó que en ese entonces, durante las marchas y largas caminatas, mucha gente les gritaba “denles duros”, y otros, al verlos caminar bajo la lluvia, les lanzaban periódicos por las ventanas para cubrirse, “había de todo”.

Por su parte, Gilberto Guevara Niebla, líder estudiantil del 68 y Consejero de la Junta de Gobierno del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), expresó que es muy difícil reproducir lo que sucedió con el movimiento.

“Fue conformado por masas heterogéneas, muy desigual, en escuelas estatales se les amenazó a las autoridades de quitarles el presupuesto, pero todos los jóvenes de México se sintieron identificados con los estudiantes, era una sociedad reprimida, tanto en lo político como en lo familiar”.

En esa época se escandalizaban con el divorcio, la apertura sexual, el fenómeno del rocanrol y los rebeldes sin causa, “ser joven era prácticamente un delito”, así como usar el cabello largo y una forma de vestir excéntrica, “se abrió una ventana y todos brincaron y salieron a la calle a pedir la solidaridad del pueblo”. Lo que sucedió en las dos semanas siguientes fue que el pueblo se solidarizó con los estudiantes, “la ciudad estaba saliendo de una noche de conservadurismo y represión muy larga”.

De Gortari Rabiela expresó que por fin México vivía cierta democracia participativa al interior para decidir el rumbo del país, sin embargo, hubo algunos protagonistas que no fueron tomados en cuenta; los muertos, los detenidos y los presos, con acusaciones de 20 delitos avalados por un juez federal, “éramos un grupo bastante mal visto”.

“La noche de Tlatelolco también mató la esperanza, los anhelos y la confianza de los muchachos en las instituciones, la ley y progresaron guerrillas. Fue un semillero de activismo político, lo que no logró el movimiento estudiantil lo lograría un gran movimiento del pueblo”, aseguró Guevara Niebla.

Los verdugos de Tlatelolco fueron las autoridades, “se argumentaba que los que habíamos matado a los estudiantes habíamos sido los propios estudiantes, ni hablar del control y la manipulación sobre los juicios que tuvieron que llevar los estudiantes con sentencias de cientos de años. Lo vivido fue planeado y hay que exigir justicia, no importan los años que han pasado desde ese 2 de octubre”, finalizó Guevara Niebla.

 

Este material se comparte con autorización de UNAM Global

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