Las mujeres del jujeñazo

Claudia Korol

Al final de la jornada de protesta y represión del martes pasado en la capital de Jujuy surgió un dato llamativo: en las listas de personas detenidas las mujeres eran amplia mayoría. Un comunidado firmado por organizaciones feministas alertó sobre este hecho que tiene, como contraparte, a líderes que dan cuenta de la movilización histórica de las mujeres en esta provincia. Dirigentes docentes, luchadoras por los Derechos Humanos, representantes de organizaciones kollas y aymaras hablan en esta nota de lo que el gobierno de Jujuy no quiere escuchar: las razones y la decisión de este estallido.

Pasan días y noches, y el fuego de la rebelión se extiende por los cerros de la Puna, y por cada pueblo que ha venido recorriendo a pie el tercer Malón de la Paz. En cada marcha, caminata, acto, suena fuerte la voz de las mujeres que traen la memoria de las luchas ancestrales, y tienen en su experiencia el cuidado de la vida.

Nos recuerda Paula Alvarado Mamani, del pueblo Kolla y de la comunidad Tres Ombúes de la Matanza, que el primer Malón de la Paz “se inició el 15 de mayo de 1946, y participaron del mismo 176 hermanos del pueblo Kolla, que realizaron una caravana a pie desde Jujuy hasta Buenos Aires por reclamos territoriales ancestrales históricamente negados. El impulso que dio pie a la caminata fue el hartazgo ante el hostigamiento y el sometimiento de terratenientes vinculados al poder político que se hicieron de haciendas privadas expropiando territorios indígenas”. El Malón de la Paz fue recibido en Buenos Aires por Perón, pero las promesas realizadas en un primer momento no fueron cumplidas, por el contrario, fueron finalmente reprimidos y enviados de regreso a Jujuy.

El segundo Malón fue en este siglo, exigiendo tierras al gobierno de Eduardo Fellner, en 2006. Este Tercer Malón, integrado por representantes de diversas comunidades, llegó a Jujuy en los días en que se encendía la lucha docente, de trabajadores y trabajadoras de la salud, y de otros gremios combativos. A pocos días del triunfo electoral del gobernador Gerardo Morales, la rebelión del pueblo de Jujuy da cuenta de un hecho histórico que vuelve a reiterare: el voto no significa un cheque en blanco.

Cuando el Malón llegó a Jujuy, se enteraron de la brutal represión realizada por el gobierno de Morales en Abra Pampa. Se reunieron de emergencia y al terminar, Verónica Chavez, presidenta de la comunidad Tres Pozos, de Salinas Grandes, informó que la Asamblea Nacional de los Pueblos de la Puna había decidido cortar de manera indeterminada las rutas nacionales que van a Chile y Bolivia. “La medida solo se levantará con la restitución de la Constitución provincial y la indeclinable renuncia del gobernador de la provincia”, en nombre de las comunidades Kollas de la Puna jujeña.

El litio o la vida

Maristella Svampa, socióloga, investigadora, a la luz de la rebelión jujeña, llama la atención sobre las consecuencias de las políticas extractivistas en la vida de las comunidades. Dice a Las12: “Los pueblos originarios rechazan la reforma de varios artículos, entre ellos el artículo 50, que tiene que ver con el derecho de consulta instituido por la OIT, el derecho de consulta previa, libre e informada, que ha sido recogido también por nuestra Constitución Nacional. La reforma que pretende imponer Gerardo Morales, deja en manos de la provincia la entrega y posesión de tierras comunitarias, contradiciendo el artículo 75 de nuestra Constitución, en la cual es el Estado Nacional el que tiene la competencia, y el Estado Provincial solo facultades concurrentes. Claramente las comunidades no fueron consultadas, y lejos de instituir nuevos derechos, esta reforma los quita y prepara también el territorio para realizar una suerte de envestida final sobre los territorios que hoy resisten la extracción del litio. Hay que resaltar sobre todo las resistencias de las comunidades de las Salinas Grandes, que desde el año 2010 vienen rechazando la extracción del litio y que, precisamente gracias a esta resistencia, no han permitido el ingreso de las corporaciones en sus territorios. La minería del litio es una minería de agua, y las Salinas Grandes -las salinas en general-, son ecosistemas muy áridos, muy frágiles, con un fuerte estrés hídrico. Son humedales altoandinos. La minería de litio utiliza millones y millones de litros de agua para obtener una tonelada de carbonato de litio, lo cual impacta fuertemente en estos ecosistemas frágiles, al tiempo que compite con las actividades que realizan las poblaciones originarias instaladas ahí desde hace milenios. Así que no es cierto que la minería del litio no tenga impactos. Los tiene, son sociales, ambientales, culturales. Las comunidades de las Salinas Grandes fueron inclusive a la Corte Suprema de la Nación, donde su rechazo fue invisibilizado, y ahora el rechazo está en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Las movilizaciones continúan desde 2010 en adelante. La reforma constitucional es un dispositivo mayor que busca acabar precisamente con estas resistencias, facilitando el avance en este proceso de extracción del litio. Hay toda una discusión pendiente sobre el carácter de la transición energética, que es una transición que beneficia al norte y que perjudica enormemente a los pueblos del sur. ¿Quién va a pagar la transición energética? Somos los pueblos del sur. Esta enorme batalla geopolítica que se está dando en el llamado Triángulo del Litio, tiene claramente dimensiones neocoloniales, insustentables y corporativas, más allá de la publicidad con la cual cuenten de parte de gobiernos y corporaciones”

Las mujeres en la primera línea

El Jujeñazo es una realidad, nacida de la memoria y la conciencia de un pueblo organizado, que sabe pelear, hacer historia, y que se planta en la tierra para gritar sus verdades y exigir sus derechos. Las mujeres, en la primera línea de las distintas batallas, arden con luz propia. Maestras, trabajadoras de la salud, estatales, municipales, las mujeres que crean comunidades y defienden territorios desde sus identidades Kolla, Aymara, Guaraníes, como parte de los pueblos levantados frente al coloniaje, están en las rutas, cortando los caminos que llevan a Chile y a Bolivia, con el objetivo común de frenar la reforma de la Constitución aprobada entre gallos y medianoches, detener la represión, impedir que se continúe con la explotación del litio, cuidar el agua cada vez más escasa como consecuencia del modelo depredador, y ahora por la libertad de las presas y presos por luchar.

Del 21 al 24 de junio es el solsticio de invierno, y las comunidades andinas en medio de la lucha renuevan sus fuerzas. En los lugares sagrados saludan al sol, y se nutren de su fuego para alimentar la rebeldía. El camino está hecho con sabiduría y firmeza, algo que el racismo estructural de las sociedades del Abya Yala impiden que se comprenda. Por eso a pesar de las balas, de los golpes, de la dureza de resistir en la intemperie, los pueblos siguen de pie, y las mujeres son claves fundamentales de esas luchas.

Memoria insurgente

Martina Montoya es integrante de CAPOMA (Centro de Acción Popular Olga Márquez de Aredez), delegada docente y activista feminista. Vive en Libertador General San Martín, donde aprendió a dar los primeros pasos en la defensa de los derechos humanos, junto a Olga Márquez de Aredez, aquella Madre de Plaza de Mayo que se atrevió a dar rondas en la plaza sola, con su cartel reclamando por su compañero, Luis Aredez, quien fuera médico del Ingenio Ledesma, y por todos los desaparecidos y desaparecidas por obra y desgracia del dueño del Ingenio Ledesma, Carlos Blaquier. Olga les enseñó a los jóvenes que la acompañaron, que con un solo cuerpo se puede salir a la calle, si está forjado en la dignidad. Martina, desde el corte de ruta en Ledesma, comparte este análisis del momento que se está atravesando en la provincia: “En el sector docente, la lucha había comenzado una semana antes que en el resto de las organizaciones. Jujuy es una de las provincias con salarios más bajos. Se comenzó con una moción de un paro por 24 horas, y a partir de ese día la adhesión y la manifestación de la docencia en la provincia fue absoluta. Eso llevó a que se exigiera a las comisiones directivas la continuidad del paro por tiempo indeterminado. Las bases se hicieron oír. Fue importante para nosotras y nosotros la fuerza que tiene la docencia de Salta. Creo que fue lo que impulsó a que los jujeños y jujeñas empiecen a decir: y nosotros ¿para cuándo? Esto el año pasado había sonado muy fuerte, pero no tuvo la fuerza necesaria. Hace ocho años que la docencia viene relegando sus derechos, sobre todo en lo salarial, y a eso sumándole que nos han quitado muchos derechos adquiridos durante décadas. Se llamaba a reuniones paritarias, pero nunca había una negociación sino imposiciones. Cuando llegaban los secretarios generales o representantes de los gremios docentes, el gobierno simplemente anunciaba que ya estaba para liquidar un 5, un 6 o un 10%. Estamos levantando las banderas de la Carpa Blanca, que ningún docente puede tener recortes por presentismo, ya que no somos empleados que hacen un producto, somos docentes que trabajamos con seres humanos y tenemos otro tipo de labores en las que no se puede imponer un presentismo, que obliga a la docencia, para no perder un poco de plata, a trabajar enfermo o enferma. Creo que esta ha sido la explosión de estos nueve años, desde el 2015 para acá, nueve años de contención por miedo, porque no te podés manifestar, porque si no perdés plata, porque si no te arman una causa contravencional o judicial, porque además sos hostigada por parte de los superiores que vienen desde las líneas del ministerio, quienes presionan a supervisores y directivos para que presionen a los docentes, y así se produce un enfrentamiento constante en los sectores de educación. Bueno, esa contención explotó aquel lunes cuando dijimos ¡basta! Cuando salimos a marchar y dijimos ‘es ahora o nunca’. A 40 años de la democracia, que vino de la mano de un presidente radical, acá en Jujuy, de la mano de un gobernador radical, estamos perdiendo derechos. Así que pedimos a todos, a todas, a todes, a cada sector militante que defiende estas causas, que nos acompañe a la docencia y al pueblo jujeño para que se siga uniendo y se siga movilizándose por la reivindicación del trabajo, por salario digno y no a la reforma constitucional de Gerardo Morales”.

Mercedes Sosa es secretaria general del CEDEMS, sindicato que nuclea a docentes de nivel secundario y superior. Ella subraya el rol de las mujeres que “en esta lucha, conducimos, lideramos, ponemos el cuerpo y la palabra en cada acción decidida en el gremio. Es característica nuestra habilidad para organizar logísticas de cuidado, redes de contención, desde lo alimenticio hasta lo artístico. Desde que asumió su gobierno Gerardo Morales, en el año 2015, hemos sido sometidas/os a una política de precarización, de ajuste, de empobrecimiento salarial y de lesión de nuestros derechos fundamentales establecidos en el Estatuto Docente. Necesitamos una reparación histórica de nuestro salario. Estamos coordinando con distintos gremios, y en estos días estamos priorizando la libertad de los detenidos y detenidas, mientras organizamos el paro, adheridos al llamado nacional de CTERA”. Entre las detenidas se encuentran varias activistas de H.I.J.O.S., como Eva Arroyo, a quienes la policía persiguió especialmente por ser una de las testigos en los juicios por crímenes de lesa humanidad.

Comunidad y territorios en movimiento

María Guadalupe Tolaba coordina el área de Género y Artesanías de la Red Puna, una organización compuesta por 25 organizaciones originarias y campesinas de la Puna y Quebradas Jujeñas, que nuclea a más de 1200 familias de 70 comunidades rurales, donde participan mujeres, hombres, niños y jóvenes. Ella analiza la situación que atraviesan en sus territorios: “La situación que estamos viviendo acá es grave por el atropello a nuestros derechos. Hace unas semanas atrás el gobierno se apresuró a aprobar parcialmente la constitución que está haciendo de la reforma provincial sin consultar a las comunidades, tergiversando la información, diciendo que es para mejorar nuestros derechos, que es para garantizar la paz social, que es su eslogan que él siempre manifiesta. Y cuando nos dimos con eso y nos damos cuenta que es retroceder en nuestros derechos, al contrario de todo lo que él dice, es condenar la protesta social, no dejar manifestarse libremente a las poblaciones, porque es la única manera que tenemos de demostrar nuestras disconformidades ante los atropellos que ellos vienen imponiendo en la provincia. Nosotras nos unimos también a la lucha docente, todo pacíficamente, mostrando nuestra disconformidad, pensando que iba a abrirse una mesa de diálogo, por lo menos que él retrocediera”.

Las consignas han ido creciendo y se pide también la renuncia de Gerardo Morales. Continúa Guadalupe: “Lo que nosotros pedíamos era que retroceda la aprobación total de esa constitución y al contrario en esa noche anterior él lo había aprobado junto con los bloques del PJ y los radicales que son la gran mayoría que tiene la Cámara. Y entonces nosotros ahí nos dimos cuenta de que él se sentía como poderoso, que hacía lo que él quiere hacer, sin consultar, como que no le hacíamos falta la consulta hacia el pueblo, hacia nosotros ni las comunidades. Las comunidades nos unimos, porque las grandes multinacionales, las empresas, ahí tendrían ellos cabida libremente a entrar a nuestros territorios, a usurpar el medio ambiente y a extraer el litio a mansalva, generando un cambio más drástico aún del clima y por sobre todo el uso indebido del agua. Entonces ahí es que nosotros reaccionamos, y no queremos permitir eso porque las poblaciones que vivimos en el campo es mucha población, aunque a ellos no les signifique tanto. Pero nosotros sí queremos defender nuestros derechos. Decimos no al extractivismo, estamos resistiendo. Después de eso hicimos los cortes de ruta para mantenernos en alerta, siempre pensando este momento de diálogo que se daría, pero nunca llegó, nunca llega. Llegó la policía, infantería, en distintos cortes. Hay detenidos, hay compañeros que aún no se sabe dónde están. La infantería desplegó una brutal represión en distintos momentos, policías de civiles infiltrados adentro en la protesta. Nosotras seguimos resistiendo, seguimos resistiendo y vamos a ir hasta las últimas consecuencias”.

Publicado originalmente en Página 12

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