La vida de la patada en el fútbol mexicano

Sergio Adrián Castro Bibriesca

El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue. La tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbe la osadía.

Eduardo Galeano

México, DF. Lejos de la millonaria industria deportiva, de los grandes sueldos,  los grandes contratos, la televisión, la fama, los grandes clubes de fútbol, los estadios y de la afición que cada fin de semana llena las tribunas, se encuentra el submundo del fútbol, donde los jugadores dejan el amor por la camiseta para otra ocasión, y juegan por la necesidad de comer y mantener a sus familias. A esto se le conoce en el lenguaje  de las patadas como la talacha.

Las talachas se juegan en cualquier campo de fútbol “amateur” o “llanero”, sin embargo existen ligas mucho más organizadas y los dueños de los equipos normalmente tienen suficiente dinero para pagar a sus jugadores, entre ellos políticos, actores, o empresarios.

La mayoría de los talacheros son mexicanos, aunque también hay jugadores extranjeros que en su mayoría provienen de Brasil, Argentina y algunos de países de África. Muchos viven el sueño frustrado del profesionalismo, aunque también hay ex-jugadores profesionales, incluso algunos famosos.

Gabriel Martínez Hernández tiene 26 años, terminó la secundaria y jugó fútbol semi-profesional en el club Atlante. Ahora se mantiene talacheando. “Gano entre 500 y 800 pesos por partido, en una ocasión me dieron mil en una final, es lo máximo que me han dado”, señala. Se llega a jugar con varios equipos a la semana, a veces se juega diario y hay quienes juegan hasta tres veces al día. El pago mínimo oscila entre los 200 pesos y el máximo por partido en 3 mil 500 pesos.

Gabriel tuvo la oportunidad de viajar a Europa jugando un torneo juvenil con el club Atlante. A su regreso le prometieron que pronto debutaría y sería profesional. Lejos de consolidarse aquella promesa, -relata-, comenzaron a relegarlo hasta que un buen día le dijeron que le daban su carta (documento oficial para inscribirse en un equipo profesional) y que buscara suerte en otro lado.

Llegó a dos clubes, Toluca y Cruz Azul, “ambos pedían 110 mil pesos para mi registro, no los tenía y tuve que dejar el fútbol”. Las influencias juegan un rol importante, afirma Gabriel, quien jugó un año en la segunda división de Atlante: “entrenábamos toda la semana, el viernes daban la alineación y no conocíamos a ninguno de los que jugarían. El día del juego se presentaban chicos que venían recomendados por directivos importantes del club y nos mandaban a la tribuna, nunca entendimos por qué”.

Después de varios desencuentros con el deporte, decidió comenzar a trabajar y seguir jugando en el llano “por amor al juego”, hasta que conoció a un señor que lo llevó a las ligas donde se encontró con la talacha. “En los clubes no se preocupan por tu educación integral o por tu futuro, si no llegas a ser profesional tienes pocas oportunidades para tener una vida mejor”.

José es un talachero argentino. Jugó con el Deportivo Español en el fútbol argentino, tiene 29 años y actualmente vive en Iztapalapa, donde paga un poco más de mil pesos de renta al mes. Llegó en busca de una oportunidad a México. Para sobrellevar la economía familiar trabaja de barman por las noches, en ciudad Nezahualcóyotl. A pesar de todo, José asegura que gana mucho más de lo que podría ganar en Argentina.

José juega en la liga de la central de abastos en la Ciudad de México. Es una liga donde los dueños llegan a apostar hasta cargamentos completos. En cambio, Gabriel juega aquí y allá para el equipo del alcalde Antonio Pérez Barrera, de Cadereyta de Montes (es el más extenso de los 18 municipios que conforman el estado de Querétaro). En noviembre está invitado para jugar un torneo de zonas hoteleras en Acapulco, por “tres días, hotel y 5 mil pesos”.

En la talacha no hay garantías. Si el jugador se lesiona, no hay mucho que hacer, no hay seguro médico ni apoyo por parte de nadie, a menos que se encuentren “con un alma caritativa”. Gabriel y José coinciden en que “se juega muy duro, con mucha hambre y eso pone en riesgo a veces la integridad, además a veces se olvidan las reglas y acaba mal”.

Los jugadores advierten que los arreglos entre dueño y jugador son privados, no hay contrato. Así es la realidad de estos futbolistas; carecen de toda protección laboral. Muchos jugadores desconocen de dónde sale el dinero para la paga, en un fútbol donde las apuestas abundan. Ellos sólo entran a la cancha y hacen lo suyo.

“El fútbol es engañoso, sirves mientras puedas aportar. Si tengo hijos no quiero que se metan mucho al mundo del fútbol, que sólo lo hagan para divertirse y pasarla bien. El fútbol está contaminado”, lamenta Gabriel.

Industria del fútbol en México

El fútbol mexicano produce 89 mil 551 millones de pesos anualmente, que representa 0.7 por ciento del Producto Interno Bruto. En un estudio (realizado en 2010) llamado “Tendencias del Futbol, su Afición y Consumo en México”, se asegura que pese a la crisis económica, el fútbol nacional no dejó de ser un negocio pues la afición encontró en la Selección Nacional una válvula de escape. “Incluso naciones como en España, el futbol representa aproximadamente 1.7 por ciento de su PIB, sin duda en el continente no hay otro país que aporte tanto en este rubro como México, sólo después de Brasil”. En Brasil, que organizará el Mundial del 2014, el fútbol representa 1% del PIB.

Los 89 mil 551 millones que se manejan en el fútbol mexicano se desglosan de la siguiente manera: patrocinios, traspasos, taquilla y derechos de televisión.

El dinero que se maneja en el fútbol en México, es mucho más del doble del presupuesto estatal del estado de Guanajuato (40 mil 523 millones de pesos), supera al de Jalisco (61 mil 184 millones).

Entre la talacha y el profesionalismo

“En México si hay algo que denigra al futbolista es el Draft, pregúntenle a cualquier jugador allá. Es verdad que siempre en el fútbol la opinión del jugador cuenta poco, pero el Draft es la exaltación de lo peor de todo esto. ¿Por qué no se purga ese método? ¿Cómo yo podría mantener una relación con respecto a alguien que tiene una posición semejante con el futbolista?”, declaró Marcelo Bielsa, quien recientemente fue entrenador de la Selección de Fútbol Nacional de Chile y será recordado, además, por un desencuentro público con el presidente de Chile, Sebastián Piñera, cuando le negó el saludo al regreso del Mundial de 2010.

El Draft, conocido también como “mercado de piernas”, es una forma de negociar jugadores entre los dueños de clubes en México, donde la opinión del jugador cuenta poco y se vende al mejor postor. Los Draft se organizan cada año en algún lugar paradisiaco de México, normalmente en playas y en hoteles de lujo. “Necesitas un promotor para que alguien te compre”, explica Gabriel, quien se inscribió en una ocasión al Draft.

Es recurrente ver las entradas de estos hoteles lujosos con jugadores que ya no tienen muchas oportunidades de continuar en el profesionalismo, o bien, que no cuentan con un representante pidiendo que sean contratados directamente a los dueños de clubes. Los jugadores no tienen acceso al lugar y tienen que pasar todo el día a la afueras del lugar esperando que llegue alguien que los quiera en su equipo.

En el último Draft realizado el 8 de junio de 2011, 400 futbolistas sin contrato se registraron, de los que sólo el 25 por ciento pudo conseguir equipo en Primera División o en la Liga de Ascenso. Aquellos que no consiguieron club tienen la opción de quedarse de medio año a un año sin jugar o bien buscar alguna alternativa para sobrevivir. Las edades de los futbolistas oscilan entre los 14 ó 15 años hasta 24 ó 25, ya con alguna experiencia.

La Federación Internacional de Futbol Asociado (FIFA) ya ha llamado la atención a la Federación Mexicana de Futbol (en el 2003, exigiendo apegarse a los estatutos internacionales de transferencias), pero hasta la fecha han hecho caso omiso.

Publicado el 01 de Octubre de 2011

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3 Respuestas a “La vida de la patada en el fútbol mexicano”

  1. Sergio Castillo

    Muy buen reportaje. Son muchísimos los casos parecidos que llevan a jugadores amateur a buscar sueños. Es necesario tener un buen ¨padrino¨ que los patrocine para cumplir ese sueño. Es un arriesgue: dejar los estudios y otras oportunidades por los anhelos. Me parece importante además, como jugadores amateur extranjeros vienen a probar suerte a un fútbol muy viciado y encima de todo argumentan que la vida es mejor que en sus países, aunque cabe señalar que en México los salarios que perciben jugadores de los equipos de primera división son comparados son los que se ofrecen en ligas europeas y en Japón. En Brasil en los últimos años se ha acrecentado el éxodo de jugadores argentinos por los grandes contratos que firman, como el caso de Darío Conca, quien jugara para Fluminense y se especulara podría llegar al seleccionado brasileño siendo argentino. La cosa es que en México, el fútbol es el sueño de muchos y la realidad de pocos. Felicidades, excelente reportaje.

  2. Unos lo hacen por necesidad y otros por diversión, yo soy Ing trabajo de lunes a viernes, y sabado y domingo «talacheo» por hobby me pagan por hacer lo que mas amo en el mundo, a nadie le cae mal una lanita extra.

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