La travesía del silencio: un padre de los 43 de Ayotzinapa

Margarito Guerrero

Don Margarito Guerrero, de la comunidad de Omeapa,  municipio de Tixtla, papá de Jhosivani Guerrero de la Cruz, toda su vida se ha dedicado al campo, los animales y el mezcal.

No estudié nada, mataron a mi papá cuando tenía nueve años y me quedé ayudando en la casa a mi mamá, desde chico trabajamos, Por eso ni a la escuela fuimos. Éramos cuatro hermanos, se nos murió uno, quedamos tres todavía, yo soy el mayor. Me junté cuando tenía 25 años, mi esposa es de otra comunidad, mi hermana murió muy joven y me dejó 2 niñitas una de un año y otra de dos, así que yo estaba solito lo que me obligo a juntarme con mi esposa porque yo no podía con las niñas chiquitas y ella las creció como su mamá. Luego murió mi mamá y me quede solo.

Nosotros con mi esposa siempre trabajando, salíamos a vender mezcal a los pueblitos. Primero yo era músico; tocaba la tuba, tenia un buen maestro, grabamos un programa en canal 13. Estuve como 18 años tocando instrumentos. Al principio nosotros no conocíamos el instrumento y sin maestro, solo pedimos prestados los instrumentos en otro pueblo, ya viejitos y con eso nos enseñamos, ya después compramos los nuestros. Era buena la musiquita, de ahí lo dejé y me fui para el norte.

La retención que da esperanza

Cuando me fui a trabajar a Chihuahua en 1984, invitaron a mi hermano el mas chiquito, en ese tiempo estaba estudiando en el CONALEP, no quise que fuera, le habían dicho que iba a trabajar cortando manzanas en los campos de Chihuahua. Para este tiempo nos iban a pagar 100 pesos al día, y eso era mucho para nosotros. Pero como estaba estudiando le dije que mejor iba por el y que siguiera estudiando.

Del pueblo nos fuimos 8 personas, puros hombres, pero ya de Tlixta se llenaron varios autobuses. De Tixtla nos fuimos en esos autobuses que les dicen guajoloteros, no como los de lujo de ahora, que llevan hasta baño. Cuando llegamos allá éramos bastantes, pero muchos, todos de diferentes estados.

Nos engañaron, ya estando allá en Chihuahua ya no pudimos salir del autobús ya íbamos lejos, no sabia por donde andábamos. Los campos eran grandes, había de todo. Me pusieron a trabajar en todo, desde cortar, empacar y cargar los camiones la mariguana. Trabajábamos desde las 7 de la mañana hasta las 4 de la mañana, todos los días eran de mucho trabajo. Estuvimos como un mes y medio hasta que llego el ejército y nos sacaron de ahí. Si no fuera por eso, quien sabe que sería de nosotros.

Cuando nos ofrecieron el trabajo en la comunidad nos dijeron una cosa, llegando allá era diferente. Nos engañaron, no podíamos bajar del autobús y ya no sabíamos por donde andábamos.

En ese lugar los campos eran grandes, había de todo. A los que fuimos nos pusieron a trabajar de todo, desde cortar, empacar y cargar los camiones de marihuana. Las jornadas de trabajo eran largas, empezábamos a las 7 de la mañana hasta las 4 de la madrugada, casi descasábamos 3 horas nada más. Estuvimos como un mes y medio hasta que llego el ejército y nos sacaron de ahí. Si no fuera por eso, quien sabe que sería de nosotros.

En noviembre de 1984, el Ejército aseguró ese predio de más de 3 mil hectáreas, donde decomisó mariguana por un valor estimado de 8 mil millones de pesos. El caso exhibió los nexos de organizaciones delictivas con agentes de la DEA, así como con mandos militares y del gobierno federal para producir enervantes desde Guerrero hasta Baja California a fin de abastecer el mercado de Estados Unidos.

La gente contaba que eran tierras pertenecientes al rancho de Caro Quintero, a el nunca lo vimos, el que si andaba ahí era el Chapo, para ese entonces era mayordomo, no era tan conocido como ahora. A el lo veíamos muy bueno, no era malo, se portaba bien con los que trabajábamos.

El rancho se llamaba El búfalo. Éramos muchísimos como 13 mil, entre muchos no se siente si te va a pasar algo, no teníamos miedo porque nunca imagine que matarían a tanta gente.

Dormíamos en bodegas, todo era bodegas grandes, había tiendas hasta de agujas, tenía todo el lugar; comida, ropa, carros, animales, tortillas, no faltaba nada, estaba mejor que a fuera. Había como unos 300 cocineros. Para darnos de comer mataban muchas vacas.

Nunca se nos ocurrió escapar de ahí, porque ¿ A dónde vamos a escapar? sino sabíamos donde estábamos, fue mejor aguantarse. Porque seguro tenía controlados todos los lugares.  Nunca nos pagaron, tal vez nos iban a pagar, pero como llegó el ejército, trabajamos gratis.

El ejército nos trajo en el tren hasta México y de ahí a Chilpancingo en autobuses, así nos mandaron, en Chilpancingo estuvimos unas tres horas y de ahí para Tixtla.

En las noticias decían que nos habían agarrado y quemado, a mi esposa le dijeron eso. No sabía cómo mandarles a decirles algo, no tenía con que, los celulares no existían en ese tiempo. Llegamos al Omeapa en el tiempo de cosecha, la gente venia a verme que les prestara dinero, no sabían que no traía ni un peso, llegamos peor que cuando nos fuimos.

El sueño Americano

Varios años me fui para Estados Unidos, tenía como 30 años y estuve como 9 años por allá, hasta que mataron a uno de mis hijos y me lo traje al pueblo. Nos fuimos por la falta de dinero y mis hijos estaban estudiando, una en Tlapa y uno en Veracruz y los demás aquí en Omeapa.

La primera vez que me fui batalle mucho, estuve perdido en el desierto, me agarraron 7 veces en Laredo Tamaulipas, pase después de un mes en el año nuevo. Me fui a una vecindad estando en Laredo y ahí estuve metido todo un mes. Mi familia acá no sabían dónde estaba, estuve sin comunicación. Tal vez hasta ya me dieron por perdido. Pero al mes pase y ya me comunique con mi esposa.

Llegue a Texas, de ahí me moví por varios estados, haciendo casas rodantes, estuve allá en el 2005, cuando el huracán que desbarató Nueva Orleans, ahí fue que iba por segunda vez. Me vine al pueblo, estuve unas semanas y me fui otra vez y fue la ultima.  Empecé a remodelar Nueva Orleans, Michigan, Mississippi. El patrón estaba remodelando todo, las escuelas, entonces nos tocó andar casi todos los Estados Unidos. Nos pagaban 7 dolares la hora, era barato.

Una verdad a cuenta gotas

Los restos de Jhosivani fueron localizados en la barranca de la Carnicería, en el municipio de Cocula, por el testimonio de un testigo, pero don Margarito necesita ver más restos que le demuestren que son de su hijo para aceptar una versión de su muerte, pero una pequeña pieza no basta.

Nosotros fácil, fácil no nos hemos rendido. Porque así por pedacitos se duda, tiene que ser completo. Vamos a seguir en el movimiento, hasta llegar a la verdad, porque por ese cachito que sale no podemos desanimar a los otros padres y madres, tanta lucha y tanta gente que nos ha apoyado y nos vengamos a rendir así nomas, pues no, somos 43, faltan todos.

El hecho de que se haya encontrado algunos cachitos no quiere decir que nos vamos a apartar del movimiento, al contrario, vamos a seguir con ellos, hasta saber más, juntos. Nosotros nunca andábamos en las marchas antes, acá hemos aprendido mucho a vivir unidos a tener compañeros que ahora son como hermanos, gente que no conocíamos ya nos unimos por nuestro mismo problema.

Encinas dice que está en lo dicho, que va a sacar la verdad y que no dejemos porque ellos no pueden decir que se acabe todo, no es motivo, al contrario, con esto está prendido y nos da más fuerza.

Le digo a mi hijo Jhosi que donde quiera que este lo seguimos buscando y así podemos tardar más años y no nos vamos a rendir hasta saber la verdad, no perdemos las esperanzas y el que le eche ganas donde se encuentre.

Le decimos a AMLO que le eche ganas para llegar a la verdad, nos prometió que llegaría. Porque nosotros confiamos en él y seguimos confiando, va lento, pero quiere más rigor y presión a los que tienen detenidos que respondan más, que suelten la verdad.

Las pruebas que trajeron del laboratorio de la Universidad de Innsbruck no son suficientes, es un cuerpo que tiene tantos huesos y un milímetro y medio solo es lo de una uña. No dudamos de su trabajo de los expertos, pero también creemos que debe de haber más, si pensaron que nos vamos a detener con eso, no, no vamos a parar.

Al andar en esto hemos tenido muchas versiones, muchos informes que, si están vivos, que los tienen trabajando y ahí nos vuelven a desviar. Y las autoridades no los han buscado en vida, ya llevan dos años que los buscan en pura fosa, porque luego nos llegan informes que están con vida y es otra versión que está en contra. Dicen una cosa y hacen otra.

Hemos ido a las caravanas a iguala, algunas personas nos dicen que están vivos, que no todos están muertos, porque si los hubieran querido matar los hubiera echado ahí mismo y ahí los hubieran tirado, se los llevaron para trabajar. Apenas llego a la normal un informe que están en la sierra. Se nos complica porque vamos por un camino y de repente nos sacan a otro. Pero ahí seguimos, sacando las dudas y limpiando.

La verdad bien puesta hasta se le va a recompensar tarde que temprano. Es doloroso que nos traigan de acá por allá con diferente información.

Nunca he pensado dejar la lucha por nuestros hijos, no podemos porque tenemos esperanza. Que tal un día sucede un milagro, que dejemos la lucha y nuestros hijos aparecieran que va a decir nuestro hijo que lo abandonamos, por eso no podemos hasta llegar a la verdad. Estamos con fuerza.

Todos platicamos que no podemos retirarnos que si les ofrecen dinero y lo reciben los vamos a sacar del movimiento porque este movimiento es para luchar por nuestros hijos, porque desde el principio había muchas veces que nos ofrecieron dinero y nunca se acepto. Nosotros decíamos que envés de dar dinero se pongan a buscarlos. Eso de recibir dinero es vender a tu hijo, eso es vergüenza para nosotros.

Mi mayor deseo es que aparezca mi hijo, es el deseo más grande y no solo para mí, si no para la gente que nos apoya hasta para el gobierno, se ganaría mucho, pasaría a la historia el presidente.

Publicado originalmente en Tlachinollan

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