La polémica ley alemana para las redes sociales: ¿censura o lucha contra el odio?

El Salto

Por: Javier Pérez de la Cruz

Cuando las primeras redes sociales aparecieron, algunos las vieron como instrumentos capaces de conectar a los ciudadanos de todo el mundo, de mejorar la convivencia entre culturas, pueblos y grupos sociales. Hoy, transcurridos 14 años desde la fundación de Facebook, el optimismo sobre su potencial se ha ido hundiendo a medida que esta y otras plataformas se llenaban de odio y rencor.

En Alemania, donde se ha vivido un repunte de este fenómeno tras la denominada crisis de los refugiados de 2015, el Gobierno ha decidido tomar cartas en el asunto. Pero donde el ministro de Justicia, Heiko Maas, ve una lucha efectiva contra los mensajes de odio, toda la oposición, así como gran cantidad de expertos y analistas, señalan que las consecuencias prácticas de la ley entran en conflicto con la libertad de expresión.

“Desgraciadamente, viendo de la manera en que se está aplicando, se están cumpliendo todas las preocupaciones que se habían puesto sobre la mesa con anterioridad a que se aprobara la ley, en relación a bloquear más de lo debido, como mensajes de revistas satíricas, o limitar parcialmente la libertad de expresión”, explica desde el otro lado del teléfono Felix Hilgert, abogado alemán especializado en tecnologías de la información.

La ley entró en vigor el pasado 1 de enero y recoge multas de hasta 50 millones de euros para las empresas que no eliminen contenido que no respete la legislación alemana. Los plazos varían dependiendo del tipo de violación que se denuncie. Para mensajes calificados como “manifiestamente ilegales”, tienen 24 horas tras haber recibido la queja. Para contenidos considerados como “ilegales”, en cambio, el plazo puede ser hasta de siete días.

La NetzDG, como se conoce en Alemania a la nueva legislación, solo se aplica a “redes sociales”, es decir, “plataformas diseñadas para que los usuarios compartan contenidos entre ellos o para hacer que ese contenido sea disponible para el público”. La definición afecta, entre otras, a Facebook y Twitter, pero dejaría fuera a WhatsApp y otras aplicaciones de mensajería directa.

Los recelos de los expertos ante la nueva ley se centran en que, ante la posibilidad de ser multadas, las empresas puedan caer en la tentación de bloquear gran cantidad de mensajes que sean denunciados por los usuarios, a pesar de que no constituyan ningún delito.

CUENTAS SATÍRICAS BLOQUEADAS

Los problemas no han tardado en aparecer. Solo unos días después de haber sido aprobada, la cuenta de Twitter de la revista satírica Titanic fue suspendida después de parodiar un mensaje de Beatrix von Storch, vicepresidenta del ultraderechista AFD (Alternativa para Alemania), un mensaje, el de von Storch, que también fue bloqueado.

Wolff, así como expertos en derecho como Felix Hilgert, sostienen que la ley externaliza la justicia, es decir, que otorga a estas empresas poder que determinen qué es legal y qué no

Tim Wolff, redactor jefe de Titanic, que describe su publicación como “la revista contra la que más demandas se han puesto en la historia alemana”, cree que la NetzDG les afectará, pero no que la situación vaya a empeorar. “No es nada nuevo que nuestro trabajo se vea afectado por algún esfuerzo para censurarnos”, explica Wolff a El Salto. “En cierto modo, la ley sí es compatible con la libertad de expresión, pero con un giro alemán. Intenta ocultar lo desagradable y, al mismo tiempo, responsabilizar a otros, causando el daño colateral de siempre. La ley puede tener buenas intenciones, pero en vez de hacer que Twitter y otras empresas responsables alerten si hay mensajes de odio que puedan constituir un delito, les exige que lo borren rápidamente, como si no hubiera ocurrido. Eso es algo muy alemán: ‘¿Nazis? Una cosa del pasado…’”.

Wolff, así como expertos en derecho como Felix Hilgert, sostienen que la ley externaliza la justicia, es decir, que otorga a estas empresas poder que determinen qué es legal y qué no, qué puede existir y qué no. E interpretar la ley, evidentemente, es una tarea muy compleja.

“Algunas de las disposiciones del Código Penal que esta ley cubre son tan indefinidas por sí mismas que puede ser muy difícil determinar si el contenido los viola o no”, argumenta Hilgert. “Por ejemplo, hay una provisión contra la ‘glorificación de la violencia’, pero eso no significa que cualquier contenido violento esté prohibido. A no ser que las personas destinadas en estas unidades de bloqueo sean abogados y estén especializados en el tema, y aun así sería muy complicado, es muy posible que las decisiones que tomen sean equivocadas en muchos casos”, explica el abogado.

A pesar de todas las críticas, el odio, las amenazas y las campañas de difamación en las redes sociales son una práctica muy extendida, y los analistas también ven puntos positivos en la nueva legislación.

“Las compañías están obligadas a proveer personas para que les contacten los cuerpos policiales”, matiza a través del correo electrónico Stefan Heumann, miembro del consejo directivo de la Stiftung Neue Verantwortung, un instituto de investigación centrado en la relación entre política, sociedad y nuevas tecnologías. “En el pasado, violaciones de nuestras leyes de mensajes de odio no se podían investigar por falta de cooperación por parte de las plataformas, la policía no tenía ni siquiera una persona de contacto en Alemania a la que poder dirigir una petición. Es bueno que esto ya ha cambiado”, añade.

TODA LA OPOSICIÓN, EN CONTRA

La NetzDG tampoco ha sido bien recibida por otros sectores sociales, como el mediático. El sensacionalista Bild, el periódico más vendido del país y gran formador de opinión pública alemana, cargó con dureza contra la ley en un reciente editorial y pidió su abolición.

Por otra parte, toda la oposición también exige su retirada, desde los partidos de La Izquierda y los Verdes a los Liberales (FDP) y la extrema derecha (AFD). Además, el momento extraordinario que vive la política alemana, incapaz de formar Gobierno pasados cuatro meses desde las elecciones, convierte este polémico tema en una herramienta estratégica para tratar de sacar provecho partidista.

El ejemplo más claro es el de los ultraderechistas de Alternativa para Alemania, que intentan presentarse como mártires y objetivo principal de una supuesta censura del Estado. Pero también el partido conservador de la canciller en funciones Angela Merkel (CDU) se distancia de la ley, a pesar de haber apoyado su aprobación. “La CDU es tan responsable de la ley como el SPD [Partido Socialdemócrata Alemán] —asegura Heumann—. Sin embargo, algunos políticos de la CDU han utilizado esta polémica ley para atacar al ministro de Justicia, Heiko Maas, cuyo ministerio era el responsable oficial de redactarla”.

Mientras los políticos se enzarzan en luchas partidistas, el odio sigue extendiéndose por las redes sociales. Y si algún detalle sobre la NetzDG consigue acuerdo y unanimidad, es el hecho de que solo su existencia no va a ser suficiente para poner fin a la violencia verbal en el mundo digital. “La historia alemana lo demuestra: si se prohíbe a los nazis utilizar ciertos símbolos y lenguaje, usarán códigos”, reflexiona Tim Wolff, redactor jefe de Titanic. “No puede ser una cuestión superficial. La gente dejará de utilizar mensajes de odio únicamente cuando deje de odiar”.

Este material fue compartido con autorización de El Salto

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