Foto: Manuel del Valle
Históricamente, pero de manera especial tras la masacre iniciada contra Gaza el pasado 7 de octubre, los poemas palestinos han recorrido el mundo expresando el dolor, la rabia o la esperanza de un pueblo castigado por cien años de colonialismo, mostrando en recitales, antologías o redes sociales una humanidad que, a veces, el ritmo despiadado de las noticias oculta. Consciente del gran eco internacional de los versos resistentes de los palestinos, Israel ha asesinado desde que empezara su más brutal ofensiva a figuras como Refaat Alareer o Heba Abu Nada, quienes empuñaban su poesía como ese arma cargada de futuro de la que habló Gabriel Celaya.
Los palestinos saben que aunque muera el poeta, queda la palabra. Palabras de poetas palestinos como Mahmud Darwish o Ibrahim Tuqan, que plasmaron en sus versos la resistencia ante la Nakba por venir, una catástrofe hoy más viva que nunca. Saïd Alami y Miriam Sobh forman parte de esta tradición, el primero a través de su poesía; la segunda como hija del poeta y traductor Mahmud Sobh y encargada de transmitir su legado. Ambos llevan años participando en recitales y encuentros donde la poesía palestina es un espacio de denuncia y alianza contra la ocupación israelí, y es que, tanto bajo las bombas como en la diáspora, los poetas palestinos entrelazan redes de solidaridad y resistencia con sus versos.
Poesía, amor y legado
Saïd Alami cuenta con una larga trayectoria como periodista, en todos los formatos. Durante mucho tiempo hasta su jubilación se desempeñó en Radio Exterior, el servicio para el extranjero de la radio pública nacional. Ahora que cuenta con tiempo para sí se dedica a la literatura, que es lo que siempre quiso hacer, afirma, algo que no era fácil en la vida caótica de un profesional que trabajaba para diversos medios. Alami publicó su primer poema a los 15 años en Kuwait, donde realizaba sus estudios secundarios antes de cursar periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Ahora, este poeta, con varios poemarios publicados en árabe, y que ha participado con obra escrita en castellano en numerosas antologías, también escribe novelas y relatos.
La relación con la poesía de Miriam Sobh pasa por su firme compromiso por ser la voz que lleva los versos de su padre, ahora que él ya no está, allí adonde la llaman. Mahmud Sobh es uno de los poetas palestinos más reconocidos en España, y Miriam es, entre los tres hijos que tuvo, quien más se parece a su padre, pero “no he heredado el talento ni el don que tenía él con las palabras”. Lo que sí ha heredado es el amor por Palestina: “No soy poeta como lo fue él. Pero siempre he estado muy unida a él y le he acompañado en bastantes actos literarios que ha presentado o en los que ha participado”. El padre de Miriam falleció el 21 de febrero de 2022. Años antes de morir, publicó unos versos que no parecen perder nunca actualidad, y que ahora su hija recita: “En vano corre la sangre en nuestras venas/ si tenemos que derramarla de forma gratuita/ En vano nacen nuestros hijos, si los entregamos a la boca del dragón/ En vano adornaremos esta tierra/ si luego la arrojamos a las llamas”.
Encuentro y traducción
Para Sobh, “la poesía lo fue todo, el motor de su vida”, cuenta su hija, antes de detenerse un momento, reflexiva: “Él amaba la poesía, pero dime tú, ¿qué palestino no ama la poesía?”. Al padre de Miriam lo expulsaron de su pueblo, Safad, en el 48, tenía solo 12 años cuando vivió la Nakba. El exilio le llevó, junto a su madre y sus cinco hermanos, a Damasco, donde creció, entró en la universidad y se licenció en filología. Después una beca lo llevó a estudiar a España, donde hizo su tesis doctoral sobre la poesía amorosa arábigo andaluza. “No solo se enamoró de España, sino que se enamoró de una española, mi madre. Aquí formó su familia, y aquí hizo toda su trayectoria profesional”.
Sobh fue el primer profesor árabe en conseguir una cátedra en la Universidad Complutense de Madrid. Y además de docente, fue traductor. Machado, Lorca, Neruda.., tradujo al árabe a los principales autores de la poesía en castellano. Por su labor le fue entregado el Premio Nacional de Traducción en 1983. También fue “un referente en la divulgación de la poesía árabe clásica en España. Digamos que su obsesión profesional era dar a conocer la literatura árabe en España y viceversa”, explica su hija.
Alami, como Sobh, ha traducido también en ambas direcciones novelas y poemas. Este periodista lamenta la pérdida de “potencia” del poema una vez traducido pues “se convierte en un poema huérfano porque carece de su madre: el idioma original. Se convierte en la traducción de las ideas del poema, no del poema mismo”. Con todo, “cuando leo mis poemas ante un público español siento que estoy comunicando a este público como si fuera periodista”. Esto, comunicar, ya satisface a Alami, pues la poesía, reflexiona, no solo habla de la situación que vive el pueblo palestino, sino que transmite sus sentimientos, su sufrimiento ante “la enorme injusticia a la que está sometido desde hace un siglo”.
Comunicar la memoria y el dolor del pueblo palestino en antologías, recitales, acciones de denuncia como el maratón de Poesía por Palestina que tuvo lugar el pasado 20 de enero, en el que tanto Alami como Miriam participaron, es una forma de crear espacios de encuentro, denuncia y solidaridad. Cuenta Miriam que en aquella acción de enero —cuando la masacre israelí contra Gaza ya duraba meses, y aún no se sabía que pasado el invierno y la primavera, en verano continuaría impune el genocidio— participaron cientos de poetas en varias ciudades en España y Latinoamérica que estuvieron recitando durante doce horas: “Es de agradecer que exista un maratón así de la poesía por Gaza”, expresa. “Hay mucha solidaridad por parte de los poetas”, añade Alami y menciona a Victoria Caro, a Leonor Merino, a Feli Moreno, entre los cientos de autores que en todo el Estado “escriben sobre Palestina, defendiendo la causa palestina con mucho ahínco y con mucha, mucha fuerza”.
Palabras contra el sionismo
Pero aunque las palabras tengan mucha fuerza, a veces parecen no bastar, como decía Rafael Alberti en “Nocturno”, sobre ese momento en el que “las palabras entonces no sirven, son palabras”. Alami reflexiona un momento cuando se le pregunta si a veces, como Alberti, no siente que las palabras no sirven. “Bueno, en el principio fue la palabra. La gente del libro: musulmanes, cristianos, judíos creemos en eso, que todo fue en origen la palabra”. Para este poeta, “sin la palabra el ser humano se convierte en animal. La palabra es la comunicación, y la comunicación es la que resuelve conflictos y puede instaurar la paz, incluso en Palestina”.
Palabra y comunicación como forma de resistencia, a pesar de todo: Miriam recuerda a su padre como “una persona que durante toda su vida luchó intelectualmente de forma muy activa por la causa palestina”. Para ella, “recitar su poesía es mi forma particular de comunicarme con él. Es, como diría yo, un rezo poético por su alma. Y a la vez es mi forma de transmitir a los demás el inmenso amor que mi padre sentía hacia su patria, a esta patria perdida”.
Pero a Israel no le gusta que los palestinos comuniquen su amor por la patria perdida, que a través de la palabra cuenten su historia. También porque, dice Alami, contando su historia, los palestinos no solo le hablan al mundo de su tierra, sino que le muestran algo más: un supremacismo que amenaza al mundo entero. “Hoy Palestina ha despertado al mundo acerca de la realidad del sionismo como una ideología racista”, asevera. Una ideología que ha conseguido imponer su agenda en la política estadounidense, y también en la Europea, continente que, considera el periodista, actúa como lacayo de la superpotencia.
Alami cuenta que cuando llegaron los estudiantes palestinos a España, por aquí nadie había oído hablar del sionismo. De hecho “la mayor parte de la gente, de los pueblos occidentales no habían oído hablar de algo que se llama sionismo, hasta que estalló el 7 de octubre”. Como periodista, acusa a la prensa occidental de contribuir a la ocultación de esta ideología: “Si tú vas a la hemeroteca no vas a encontrar esa palabra en el último siglo. Sin embargo, en el mundo árabe o para el pueblo palestino, el sionismo es un tema diario”.
Una resistencia histórica
Poseso en Layla se titula la obra con la que Sobh ganó el premio Vicente Aleixandre de poesía en el año 1978, el reconocimiento que le hizo sentir más orgulloso, de los muchos premios que ganó, explica su hija. En 25 poemas cortos el poeta expresaba su amor hacia una mujer llamada Layla, que representaba a su patria. Miriam explica que su padre, entre los primeros palestinos en llegar a España, “fue como una especie de embajador de la cultura palestina y de la resistencia palestina”. En el 69, junto al arabista Pedro Martínez Montávez, Sobh tradujo a los poetas palestinos de la resistencia, que en España eran aún desconocidos. Los versos del poeta nacional Mahmud Darwish, entre otros, se empezaron así a difundir entre el público español.
“En la paz sufro la injusticia/ En la guerra sufro la injusticia/ Llevo toda una época sufriendo/ pero soy una fuente de paciencia y ni temo a matanzas ni temo a tumbas / porque estoy en la certidumbre de la verdad y mi certidumbre tiene cien siglos”, recita Alami uno de sus propios poemas. Versos que se insertan en una historia común de memoria contra el genocidio. “La poesía del pueblo palestino es toda resistencia, es patriótica” explica con vehemencia el periodista, recordando no solo a Darwish sino también a Ibrahim Tuqan, poeta nacionalista que murió seis años antes de la Nakba e inspiró con sus versos la revuelta palestina contra los británicos.
Alami señala que tanto Tuqan como Darwish han sido “el alma del pueblo palestino, advirtieron de lo que se le estaba viniendo encima: la ocupación y la colonización por parte de las de los invasores sionistas”. Una colonización que “nos roba nuestra memoria, nos roba nuestra cultura, no solamente nuestra tierra”, añade, denunciando cómo el sionismo se apropia de la cultura gastronómica o el folklore palestinos presentándolos como propios.
Así, frente a un ejército, que para borrar al pueblo palestino, “asesina a escritores, asesina a poetas, asesina a periodistas, asesina a académicos”, o hace lo posible por callar a quien defiende la causa palestina en todo el mundo, los palestinos cuentan con la poesía, el género más antiguo de la literatura árabe, para preservar su historia, afirma este poeta, “para conocer la historia árabe islámica, nos dedicamos a mirar la poesía islámica árabe, porque tenemos poesías de hace 2500 años. Conocemos las tribus árabes y lo que acontecía en Arabia a través de la poesía, que es la memoria de los árabes, tal como es hoy la memoria del pueblo palestino”.
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