Pensar en voz alta la justicia y la paz

Pietro Ameglio

¿La lucha no violenta como táctica o estrategia? Rafael Landerreche y Gene Sharp

En estas últimas semanas han muerto dos personajes importantes en la historia de la noviolencia, uno de alcance universal con sus investigaciones acerca de las dinámicas de la lucha noviolenta, y otro con grandes raíces en lo local insertado en el “México profundo” de los indígenas tsotsiles chiapanecos. Ambos profundamente ligados en la creencia del poder de la noviolencia, aunque representantes de enfoques aparentemente distintos de esta forma de lucha. No quiero dejar pasar esta coyuntura porque ambos personajes han marcado mi vida, a veces en sentidos complementarios y otras en sentido contrario, y me parece útil compartir algunas reflexiones y experiencias -prácticas y teóricas- sobre la resistencia civil noviolenta ligadas a ambos. Además, el 4 de abril se cumplieron 50 años del asesinato de Martin Luther King, líder de la lucha de la población afroamericana de los Estados Unidos por sus derechos civiles y políticos, por ser considerados “plenamente humanos”.

Rafael Landerreche, fallecido el 9 de febrero en San Cristóbal de las Casas, fue un gran luchador social y hombre espiritual mexicano, que tomó radicalmente la opción preferencial por los pobres, desde su fe cristiana ecuménica profundizada en la experiencia comunitaria de Tata Vasco de Quiroga y en las comunidades eclesiales de base (CEB) bajo la guía e inspiración, entre otros, del padre Donald Hessler. Tuve el privilegio que la Vida nos hermanó, junto a muchas y muchos más desde los ochenta, en el camino de la noviolencia, empezando por la fundación colectiva del Servicio Paz y Justicia (SERPAJ)-México en la CEB de los Reyes-La Paz el 20 de noviembre de 1987, y continuando con el acompañamiento de diferentes movimientos sociales mexicanos en sus demandas de justicia y democracia (ayuno de Luis Álvarez, luchas de Clouthier, Cárdenas y López Obrador…). Rafa siguió coherente y radicalmente luego su compromiso social con los derechos humanos en Tabasco y Chiapas, desde el Codehutab, la diócesis de San Cristóbal y el Frayba.

Los últimos 15 años de su vida, Rafael con su esposa Luz, vivieron en las comunidades de Las Abejas de Chenalhó, grupo fundado por don Samuel Ruiz, al que consideraban un vivo ejemplo de la noviolencia desde las formas de lucha, de la relación con sus adversarios y en su vida comunitaria. Desarrollaron proyectos educativos alternativos, acompañaron solidariamente todas las luchas por justicia, a los indígenas desplazados tan brutalmente, lucharon contra las divisiones internas y el fortalecimiento de esa organización social. En todo momento Rafael buscó unir en su vida la coherencia entre el mensaje evangélico de noviolencia y el compromiso con los más pobres, a partir de grandes inspiraciones en Jesús, Gandhi, los indígenas mayas chiapanecos, monseñor Óscar Romero –justamente canonizado el día antes de su muerte –, de quien mucho le inspiraba y hacía reflexionar su última homilía minutos antes que lo mataran en plena celebración, donde pidió a los soldados salvadoreños que “dejaran las armas”, en una clara invitación a la objeción de conciencia a seguir matando al mismo pueblo del que provenían.

Rafael fue un gran compañero, hermano y maestro en la vida, con su testimonio y pensamientos sobre la noviolencia -en lo espiritual y en la práctica-, y un defensor incansable de la causa de la verdad, justicia y reparación para las víctimas de la masacre de Acteal, 22 de diciembre de 1997.

El otro personaje que murió el 28 de enero es Gene Sharp, cuáquero, académico relevante del MIT de EU y Premio Nóbel Alternativo (2012), autor de innumerables textos e investigaciones sobre la resistencia civil noviolenta en muchos países. Su obra clásica son los tres tomos de la “Política de la Ación Noviolenta” (Poder y Lucha; Las Técnicas; Dinámicas de la Acción Noviolenta) escrita en los setenta. Particularmente, el tomo 2 de esta gran investigación de luchas en todo el mundo, describe históricamente 198 formas de lucha social noviolenta, categorizándolas en técnicas de: protesta y persuasión; no-cooperación social, económica y política; intervención noviolenta. La base teórica que extrae Sharp de su investigación histórica desde la Antigüedad, tiene que ver con las “Fuentes del Poder” (autoridad legitimada; recursos humanos y materiales; conocimientos y ciencia; sanciones; factores culturales, psicológicos e ideológicos) y la “Teoría del Poder”, donde se plantea que todos los sistemas de gobierno dependen de la obediencia y la cooperación de los gobernados y sus instituciones sociales, y “si los gobernados retienen sus cooperaciones y obediencia al sistema un número de veces y cantidad de tiempo suficientes, el sistema tendrá que negociar o colapsarse”.

Particularmente Sharp acuña un concepto clave en la lucha noviolenta que es el “Jiu-Jitsu o Judo Político”, para reflexionar acerca de la relación entre esta lucha y la represión: “Combinando la disciplina noviolenta con la solidaridad y la perseverancia en la lucha, los activistas noviolentos hacen que la violencia represiva del adversario quede lo más expuesta posible públicamente…lo que ayudará a lograr cambios favorables al movimiento social noviolento en cuanto a la opinión pública y a su relación con el adversario”. Se trata, entonces, de “voltear en contra del adversario” sus acciones injustas, violentas e inhumanas, usando la propia “fuerza” del adversario en su contra para quitarle su legitimidad, su “fuerza moral”. En México hemos asistido a muchas acciones de este tipo, pero una emblemática sería la acción de Fox al pretender desaforar a López Obrador, que catapultó a AMLO a la candidatura presidencial.

Los textos, videos, talleres estratégicos y múltiples materiales de difusión de Gene Sharp, y el Instituto Einstein donde trabajó, han sido utilizados por muchos movimientos sociales de todo el mundo en su búsqueda de cambios democráticos: los usó en Serbia el movimiento Otpor (“Resistencia”) para derrocar a Milosevic, en los Países Bálticos para derrocar al régimen comunista, en Filipinas para derrocar al dictador Marcos, en las Primaveras Árabes contra las dictaduras, en el 88 los usó el PAN contra el gobierno priísta en lo electoral…pero también han servido para apoyar a contrarrevoluciones de derecha, algunas financiadas probablemente por la CIA, como podría ser actualmente en Venezuela. En el fondo, el uso de estos materiales se inscribe en la discusión universal sobre si la noviolencia responde sólo a un “fin táctico” coyuntural (como es retomado Sharp), o es parte de una antigua cultura universal humanista que tiene que ver con una “estrategia integral de vida” (como vivió siempre Rafael), basada en la íntima relación entre el fin y los medios.

Pero existe otro tema de fondo al respecto, que tiene que ver con la construcción de conocimiento que de estos materiales investigativos de Sharp se deriva, en el sentido de formar personas y movimientos sociales autónomas y más fuertes en el mediano y largo plazo. Muchos grupos de todo el mundo han usado estos materiales como “recetas de lucha”, como “manuales de acción”, cayendo en la tentación del “mecanicismo de la lucha”, lo que aleja de ella la reflexión y la lucha real que verdaderamente confronta al adversario donde más le afecta, y por el contrario se trata muchas veces del “desprocesamiento” de la lucha. Esto es lo que me ha tocado vivir desde el 2011 en México dos veces muy concretas con la “cultura de los manuales” y “recetas prontas” de la noviolencia inspirados en Sharp, no por responsabilidad directa de él, sino de la cultura que “traduce” e “instala” sus investigaciones dentro de los movimientos sociales.

En 2011 y comienzos del 2012, dentro del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) de las víctimas de la guerra en México, se había visto la necesidad urgente de desarrollar una capacitación más profunda respecto a tácticas y estrategias de noviolencia, y habíamos comenzado esa tarea con grupos de jóvenes, desde una metodología que privilegiara un “principio de realidad” construido con cierto rigor empírico, acerca de lo que realmente estaba sucediendo en México con la muy mal llamada “guerra al narco”. Analizando para ello las acciones de alta violencia que el poder oficial aliado con el delito organizado realizaba, y cómo enfrentaba el MPJD esa violencia. Desde ahí se estaba empezando a construir colectivamente una estrategia de mayor radicalidad y eficacia en la resistencia a la guerra, privilegiando las reflexiones, seguridad e identidad moral de los familiares de víctimas. De golpe, empezamos a ver que había grupos –sobre todo externos en todo sentido al movimiento- que empezaron a regalar manuales, textos, videos (Una Fuerza Más Poderosa), organizar talleres ya armados a priori, etc. Claro que en cualquier movimiento social casi sin recursos materiales y con tanta vulnerabilidad por la violencia, es una gran tentación recibir ya hecho el mapa de cómo luchar y qué hacer. Fue el camino que justamente desprocesó toda la radicalidad de la lucha noviolenta que debía instalarse, en proporción a tamaña violencia y simulación oficial, desde la no-cooperación y la desobediencia civil en la calle, y no desde las acciones simbólicas o legislativas nada más. Esto fue una consecuencia del “infantilismo social” que nos atraviesa a todo el orden social, a partir de las soluciones mesiánicas, mecánicas o por “principio de autoridad” (“Él sabe cómo hacerlo”).

Pero grande fue mi sorpresa cuando dando clases en la facultad de Filosofía y Letras de la Unam, en junio del 2012, varios estudiantes que tenía pertenecientes al movimiento #Yo Soy 132 –incluso en posiciones de liderazgo- comenzaron a compartirnos en clase una serie de materiales que alguien regalaba justamente de Gene Sharp y de la serie de video de “Una Fuerza Más Poderosa”, que son muy buenos si se ven en clave de análisis y no recetas y anécdotas de luchas. Estaba claro que no era una casualidad sino una estrategia para desprocesar al movimiento.

Se llegó incluso, en la falta de realismo total acerca de quién es Sharp, a invitarlo a venir a México para embarcarse en una campaña de resistencia civil, a raíz sobre todo de la masiva difusión desde internet de su video “Cómo empezar una revolución” (desde el título una ingenuidad total), que alcanzó en esa época (pos)electoral más de 500 mil visitas principalmente en nuestro país. Sharp declinó amablemente, con gran lucidez, la invitación: “Lamento que ignoren que tanto mi política personal, y la del Einstein Institution, nos prohíbe dar instrucciones de acción en otros países…No podemos conocer la situación en profundidad en este tipo de conflictos, y probablemente nuestras instrucciones estarían equivocadas. Por lo tanto, involuntariamente podríamos ayudar a derrotar a la lucha con la que podríamos simpatizar…Por lo tanto no le decimos a la gente cómo llevar a cabo su lucha…El estudio, la planificación y el pensamiento llevan tiempo. La derrota puede llegar rápidamente…Saludo!”.

Es importante aclarar nuevamente que no decimos que estos materiales sean negativos, al contrario, sino que la forma (mecanicista, descontextuada, con principio de autoridad mesiánico) en que se propone usarlos, sin reflexión ni principio de realidad mexicano coyuntural, hace que sólo sirvan para que la lucha se paralice (haciendo creer -sin embargo- que se radicaliza) y todo mundo se desanime. Una de estas acciones que más daño ha hecho, me parece, es banalizar el uso del término de “desobediencia civil”. Así acabó la lucha noviolenta del MPJD y del #YoSoy132, sin lograr la reflexión adecuada para pasar a acciones de No-Cooperación y Desobediencia Civil, que hubieran confrontado realmente las “fuentes del poder”, como diría Sharp.

Finalmente, un saludo con mucho respeto a estos dos grandes promotores de la noviolencia: a Rafael Landerreche todo el cariño enorme como hermano ejemplar escuchando siempre primero al pueblo y al espíritu, que nos deja un gran vacío de afecto y conocimiento; a Gene Sharp por la construcción incansable de más conocimiento acerca de cómo luchar más eficaz y humanamente.

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