Pensar en voz alta la justicia y la paz

Pietro Ameglio

La indefensión nuestra de cada día

En los dos últimos artículos de Desinformémonos señalábamos cómo estaban aumentando en el país los procesos de “exterminio selectivo” de: activistas de la resistencia civil por la defensa del territorio y los DDHH; de periodistas; de autoridades políticas sobre todo locales; de familiares de víctimas del “exterminio masivo” de la muy mal llamada guerra al narco, con liderazgos organizativos y de búsqueda.

El proceso sigue y sigue. El pasado 20 de mayo fueron asesinados en su poblado de Tuxpan de Bolaños (Jalisco) con total impunidad dos dirigente de las comunidades wixáritari, Miguel y Agustín Vázquez Torres, importantes líderes en la defensa del territorio; el 30 de mayo fue baleado José Luis Valladares, uno de los líderes del movimiento opositor al basurero en Alpuyeca (Morelos); el 15 de mayo fue igualmente asesinado a pleno mediodía frente a su oficina de Río Doce en Culiacán el periodista y escritor sinaloense -reconocido nacional e internacionalmente- Javier Valdés; desde el 18 de mayo continúa desaparecido en Nueva Italia el periodista michoacano Salvador Adame; el 4 de junio fue baleada al salir de la Radio y Televisión de Guerrero Marcela de Jesús Natalia, periodista y activista social de la Costa Chica; el ex_alcalde de Coyuca de Catalán, Elí Camacho, fue asesinado el 23 de mayo; la defensora de DDHH Laura Orozco -familiar de tres desaparecidos- y el presidente de la asociación de Periodistas de Sinaloa, Juan Manuel Partida, fueron amenazados de muerte en Morelia y Mazatlán….

Asesinan a los que hablan en público, a los que con su voz han desnudado la verdad de la gran impunidad, corrupción y negocio del poder criminal, no quieren que haya testigos de la verdad. La magnitud del negocio es tan grande, y en estos meses electorales está en juego el control político-armado de grandes territorios, que las fuerzas de la guerra involucradas no están dispuestas a ceder nada: ni en cuerpos, ni en recursos materiales y naturales. No es un Estado rebasado por el narco sino que, cada vez más, “existe una esfera de colusión entre autoridades y la delincuencia organizada” (Jan Jarab, representante en México del Alto Comisionado de la ONU para los DDHH, La Jornada 16-5-17).

No es que haya permiso para matar sino que la orden es matar al que hable públicamente de esta “colusión”. El humus del orden social mexicano es la impunidad, la violencia criminal, los grandes negocios ilegales construidos desde arriba, en perjuicio de toda forma de vida abajo y en el medio.

¿Hay algunos denominadores comunes en estas acciones de extrema violencia de los recientes meses en el exterminio selectivo?

Lo primero es la impunidad casi total hasta hoy, en cualquier avance real sea en cuanto a los autores materiales así como intelectuales de los hechos de exterminio. Como escuchamos constantemente por los testimonios de las víctimas individuales o comunitarias: “Todos saben quiénes son”. Con lo que a la impunidad se suma ya la “complicidad” de las autoridades.

En la mayoría de los casos las autoridades habían sido notificadas previamente del peligro, de diferentes maneras, que enfrentaban las potenciales víctimas. Resulta profundamente indignante la lentitud, superficialidad e ineficacia con que actuaron, la casi nula protección de las víctimas. ¿Cómplices o ineptos? En cualquiera de los dos casos: ¿por qué permitimos que sigan en sus puestos?

La hora y lugares donde se realizaron las ejecuciones señaladas marcan un descaro total de impunidad por parte de los “malos” –como les llamaba Javier Valdés-, refuerzan la indefensión social frente al abuso del poder y la violencia.

La gran mayoría de las víctimas estaban solas. Conocían perfectamente sus movimientos.

Queda también la reflexión que todos/as habían recibido amenazas de muerte, y de ahí surge la muy necesaria reflexión acerca de qué márgenes de tiempo hay entre la amenaza y la ejecución en caso de no acatarla. Claro, que no hay respuestas únicas, es algo que continuamente está cambiando y depende de muchos factores territoriales y de identidades de los amenazados y atacantes, pero no se puede eludir una pregunta así en las condiciones de exterminio e impunidad mexicanas actuales.

¿Cómo defendernos?

Estar vivos es muy importante para seguir luchando más y mejor, para no desanimarse ni aterrorizarse, para que no avancen la impunidad, la guerra y el gran negocio ilegal. Sabemos que es muy incómodo tocar este tema pero es necesaria la reflexión y acción colectiva para detener este proceso: cómo lucha el bando criminal, qué margen de riesgo hay entre sus amenazas y acciones, cuándo y en qué tiempo se hace imprescindible el desplazamiento individual o colectivo…

Claramente, para toda la población en nuestro país ha sido muy difícil adaptarse a estos cambios tan rápidos de la violencia estatal y criminal, del nivel de impunidad, en cuanto a una buena construcción de un “principio de realidad”, que es la mejor arma de sobrevivencia y para seguir luchando vivos y enteros. La primer arma de todo individuo es la reflexión a partir de construir un conocimiento lo más cercano a la realidad posible, no sólo de la propia identidad sino de la “mirada del otro sobre nosotros” (Colectivo Angela Esperanza, “El estado de la guerra en México hoy”,http://docs.wixstatic.com/ugd/6e3166_38a8091da7264fe6b1031788c6e4d5b1.pdf).

Tener miedo es importante y una buena señal que el principio de realidad opera. El miedo ayuda a defenderse mejor, a organizar las defensas, a tratar de conocer y reflexionar más y mejor. Pero el miedo transformado en “terror” es lo contrario: paraliza, encierra, aleja la reflexión y hace actuar muchas veces en forma opuesta a defenderse, nos exponemos más.

Se hace imprescindible construir registros acerca de los procesos constituyentes de esta violencia, así como pensar y apoyarse colectivamente, estar unidos y organizados.

Construir puentes de solidaridad y acción en el plano local, nacional e internacional.

A pesar de la colusión del Estado con el crimen organizado, tenemos que organizadamente exigirle verdad y justicia a las autoridades responsables, con determinación moral en las acciones directas de presión, enfatizando también la no-cooperación y la desobediencia civil masivas.  Y si no cumplen con su deber en plazos cortos, deben ser quitadas de sus puestos de poder por la población, dejando de obedecerles. Como afirmaron las autoridades wixáritari en estos días acerca de que si en dos semanas no son apresados y condenados los asesinos de sus líderes, su guardia comunitaria lo hará por sí misma; y como hicieron los yaquis recientemente en Sonora al quitar de sus tierras tubos y cables del gasoducto de iEnova “sin pedir permiso” (Comandante David en Oventic el 8 de agosto de 2003). Es la práctica de un instrumento fundamental para la construcción democrática:  la “desobediencia debida a toda orden inhumana” (Juan Carlos Marín).

Ante esta ola de exterminio selectivo que parece incrementarse a niveles cada vez de mayor extensión territorial, y hacia líderes con clara y amplia presencia pública, han comenzado también a organizarse más policías comunitarias y grupos de autodefensa: Nayarit, Jalisco, Michoacán, Guerrero, Morelos, Oaxaca. Es imperioso aprender más de ellos. La policía comunitaria, la autodefensa civil y pacífica desde el pueblo para la justicia con paz, tienen detrás fuertes “determinaciones morales y organizativas” de un ¡Ya Basta! colectivo, de asumir la propia direccionalidad del proceso de justicia, seguridad y defensa territorial, sin delegarla al victimario (gobiernos).

Otra forma de defensa colectiva tiene que ver con activar parte de la “reserva moral” nacional o local, “metiendo directamente el cuerpo” en la presión a las autoridades. Un reciente ejemplo emblemático, es el que han dado la rectoría de la UACM junto a parte del cuerpo docente y alumnado solidarios con la desaparición de la estudiante Belén Cortés Santiago, en acciones en la calle, en lo político y en lo legal. Se hicieron cargo. Algo similar han sido las acciones de la Universidad Autónoma de Morelos en apoyo a los familiares en su búsqueda de fosas clandestinas.

¿Qué Orden Social queremos para nuestros hijos e hijas?

En el fondo de toda esta lucha por enfrentas la violencia social, está la construcción de un orden social más humano para todas y todos sin excepción. Como bien se señala en el artículo reciente “Lo innombrable de la situación mexicana”, en RompeVientoTV (http://rompeviento.tv/?p=25002): “cuando señalamos como uno de los efectos principales de este proceso a la ´destrucción del tejido social’, hay que considerar los efectos presentes y futuros de la acumulación creciente de experiencias de deshumanización en el entramado social mexicano, de la destrucción de una gran cantidad de relaciones sociales cuya reconstitución nunca será igual y que requerirá varias generaciones”.

María de Jesús Patricio Martínez, médica tradicional nahua del sur de Jalisco, recién electa vocera del Consejo Indígena de Gobierno –integrado por 71 concejales-, señalaba en su discurso inaugural del 28 de mayo que la lucha es por “los que vienen atrás…por nuestros hijos, por los chiquitos”, para que un día nos puedan decir gracias porque lucharon para que tuviéramos agua, árboles, tierra, viento. Así, la lucha es por la Vida, por “seguir existiendo como pueblos”, pero también va dirigida a toda la sociedad civil que está siendo destruida.

María de Jesús es la “Otra Candidata”, la que defiende la vida en todos sus niveles del pueblo y la naturaleza, enfrentada a “La “Candidata”, Margarita Zavala, esposa de un gran impulsor del “exterminio”.

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