La Amazonía ecuatoriana representa el 1.6 % de todo el bioma amazónico, pero casi la mitad de la superficie total del país. Entre 2001 y 2020, el país tuvo una tasa de deforestación de 623 510 hectáreas, de acuerdo con datos analizados por Mapbiomas Amazonía, que en Ecuador es representado por la Fundación EcoCiencia. Esta pérdida se dio a un ritmo de cinco canchas de fútbol por hora, lo que representa aproximadamente 31 000 hectáreas en promedio por año.
EcoCiencia destaca que, a nivel regional, estas cifras ubican a Ecuador en el quinto puesto en términos de extensión total deforestada, después de Brasil, Bolivia, Perú y Colombia. Además, el país se quedó sin una extensión de bosques mayor a la que perdieron Venezuela y Surinam, países con una mayor proporción de Amazonía.
“Ecuador no siempre destaca como un país deforestador porque de por sí es un país pequeño, por lo que normalmente sus cifras no llaman la atención si se comparan con naciones mucho más extensas como Brasil y Bolivia. Pero a nosotros en Ecuador sí nos llama la atención porque, en términos proporcionales, somos uno de los países que pierden sus bosques a mayor velocidad”, asegura María Olga Borja, coordinadora técnica de Mapbiomas para Ecuador en Fundación EcoCiencia.
Las principales causas que impulsan la deforestación en esta nación sudamericana son la expansión de la frontera agrícola y ganadera, el desarrollo de infraestructura, la explotación minera y de hidrocarburos y la extracción de recursos madereros.
Solo diez cantones concentran el 50 % del total de la deforestación de la región amazónica del país entre 2001 y 2020: Orellana (8.17 %), Lago Agrio (7.35 %), Pastaza (5.90 %), Shushufindi (5.06 %), Loreto (4.38 %), Taisha (4.05 %), Morona (3.81 %), Tena (3.74 %), La Joya de los Sacha (3.54 %) y Gualaquiza (3.54 %).
Fuertes presiones durante décadas
Uno de los datos más preocupantes es que solo dos de las seis provincias amazónicas ecuatorianas concentraron el 46 % (287 000 hectáreas) de toda la deforestación detectada entre 2001 y 2020. En Morona Santiago se perdieron más de 158 000 hectáreas de bosque (25 %) y en Sucumbíos cerca de 129 000 hectáreas (21 %). En ambas provincias hay una amplia presencia de actividades extractivas como la minería y los hidrocarburos.
El informe destaca que, por ejemplo, la minería multiplicó 24 veces su superficie en la Amazonía en solo dos décadas, alcanzando 4068 hectáreas. Para María Olga Borja, hay actividades que muchas veces no figuran entre las grandes deforestadoras, pero que sí generan impactos muy grandes y considerables, “una de las que hemos mapeado es la minería. En nuestro estudio hemos visto en los últimos años un despegue de las actividades mineras en la región, las cuales están alcanzando unos valores que nunca habíamos visto en años pasados”.
Borja asegura que la minería no se concentra en una sola zona sino que “está bastante distribuida”. Según dice, ya es muy conocido que en el sur, cerca a la frontera con Perú, hay proyectos a gran escala promovidos desde el gobierno, porque ahí se encuentran algunos de los yacimientos más grandes del Ecuador. Sin embargo, están viendo cómo crece la minería de oro de aluvión a pequeña escala que está afectando los ríos y los bosques ribereños.
“Hemos visto un aumento sobre todo en el norte, en la provincia de Sucumbíos, en frontera con Colombia. Es quizás una de las zonas donde más ha habido un despegue de la minería. En este momento no me atrevo a decir si es legal o ilegal porque no contamos con suficiente información para corroborar el estado de la actividad, pero lo que sí puedo decir es que se nota, a través de las imágenes satelitales, que es una actividad extremadamente depredadora que va devastando zonas de ríos muy amplias”, dice Borja y añade que han observado, con el monitoreo constante durante años, que los lugares donde se realizó minería no vuelven a recuperar su estado natural previo.
El análisis hecho por Mapbiomas y Fundación EcoCiencia no solo se limitó al período 2001-2020, también hizo una revisión de la situación de los bosques amazónicos ecuatorianos que se remonta a 1985.
De acuerdo con los datos analizados, los cambios acelerados de transformación de la Amazonía ecuatoriana se deben principalmente al factor humano, en el que se evidencia un aumento del uso agropecuario en 38.57 % (496 000 hectáreas) respecto a su extensión en 1985. Por otro lado, la infraestructura petrolera, hidroeléctrica y vial aumentó en 155 % respecto a su extensión en 1985 (25 700 hectáreas).
“En el periodo comprendido entre 1985 y 2020 se perdieron 379 000 hectáreas de bosque, que equivale aproximadamente al tamaño de la provincia de Bolívar”, se lee en el reporte, donde también se resalta que, en este caso, la cifra corresponde a deforestación neta, es decir, se excluyen las áreas deforestadas en donde se aprecia una posterior reforestación o regeneración del bosque natural en ese periodo.
“A mediados de la década de los noventa se pudo evidenciar mayor deforestación y cambios de uso de suelo. En los años 2000 fue bastante constante en el Ecuador y en los últimos años hemos visto una ligera estabilidad”, comenta Rodrigo Torres, coordinador del Sistema de Información Geográfica (SIG) de la Fundación EcoCiencia. Sin embargo, destaca que próximamente publicarán datos para 2021 y lo más probable es que se aprecie un aumento en la deforestación. “Queremos ver cómo la pandemia afectó a las áreas amazónicas. En el caso de Ecuador, por ejemplo, muchos empleos en ciudades se perdieron y la gente regresó a campo, y si la gente regresa a campo lo más probable es que haya cambios de uso de suelo”, añade.
Áreas protegidas y territorios indígenas como escudos
El análisis de Mapbiomas y EcoCiencia revela que, al 2020, en los territorios indígenas —que representan el 62 % de la cuenca amazónica ecuatoriana y conservan el 71.5 % de los bosques en esta región— se perdieron 124 000 hectáreas de cobertura vegetal natural (1.66 %) en 36 años.
Por su parte, en las áreas naturales protegidas —que representan el 35 % de la cuenca amazónica ecuatoriana y conservan el 38.4 % de los bosques de esta región— se perdieron 13 800 hectáreas de cobertura vegetal natural, lo que representa una pérdida neta de 0.31 % en ese mismo periodo.
El cambio en la cobertura de las áreas protegidas se dio por la expansión agropecuaria que creció en 28 000 hectáreas; la expansión de la infraestructura que se multiplicó 5.4 veces, llegando a las casi 1000 hectáreas al 2020, y la minería que alcanzó las 305 hectáreas para ese mismo año. En el caso de los territorios indígenas, la actividad agropecuaria rondó las 130 000 hectáreas, la infraestructura reportó más de 5000 hectáreas y la minería afectó 1736 hectáreas.
A pesar de las amenazas, las áreas protegidas y los territorios indígenas mostraron una menor afectación por deforestación que otras zonas. Por ejemplo, los bosques amazónicos ecuatorianos que no cuentan con ningún tipo de protección, o que no pertenecen a pueblos indígenas, representan apenas el 21 % de la cuenca amazónica del país, pero en ellos se concentró el 54 % (339 000 hectáreas) de la deforestación de las últimas dos décadas.
En medio de esta situación, María Olga Borja destaca el caso de la provincia de Pastaza que es principalmente forestal y, aunque tiene cierto grado de transformación, “hemos visto una alta proporción de recuperación del bosque, incluso en las zonas transformadas. Entonces el saldo, en muchos casos y dependiendo de la época que uno analice en Pastaza, puede ser positivo, es decir, podemos hablar de una ganancia de cobertura forestal. Muchas de esas ganancias han sido en territorios indígenas”.
Aunque existen casos de esperanza, como el de la provincia de Pastaza, la situación de toda la Amazonía ecuatoriana es preocupante. Borja señala que en los primeros años de las últimas dos décadas se registraron unas tasas mayores de deforestación y luego vino una época de oscilación: en algunos años se veían cifras más altas y en otros años se observaban cifras más bajas. No había una tendencia muy clara y marcada.
“Sin embargo, en los últimos años, y esto me preocupa, estamos empezando a ver un despunte de la deforestación en las zonas amazónicas de Ecuador. Viene a ser un cambio en el patrón de lo que habíamos visto en los últimos años que era esta tendencia como oscilatoria. Esto es algo que ya se dio en Colombia y Perú”, dice y añade que “es triste porque Ecuador es un país que tiene muchísima inversión para la lucha contra la deforestación”.
* Imagen principal: En el río Jatunyacu se observa también el uso de grandes maquinarias para procesar el material aurífero. El uso de estas herramientas ha afectado y contaminado gravemente el río. 11 de febrero del 2022. Foto: Iván Castaneira.
Publicado originalmente en Mongabay Latam