Oaxaca, Oaxaca. Desde lo alto, en el mirador de la capital oaxaqueña, son pocos los microclimas que se observan ante el crecimiento de la mancha urbana que cubre esta gran ciudad. Y uno de ellos es el Jardín Conzatti.

Este refugio natural es considerado un espacio dador de vida, no sólo para los ciudadanos que lo visitan, sino también para las aves y las ardillas que lo han elegido como su hogar.
 
El Jardín Conzatti, el zócalo de la ciudad y el paseo “El Llano”, así como el jardín etnobotánico de Santo Domingo de Guzmán, son considerados refugios naturales para la preservación de la vida y las áreas verdes, que cada vez se extinguen por el desinterés de las autoridades en brindarles cuidados integrales como poda, agua, alumbrado público y protección.

Este parque formaba parte de la casa del naturalista y botánico de origen italiano Cassiano Conzatti, quien vivió gran parte de su vida en Oaxaca, y hoy se mantiene vivo gracias al cuidado de su nieta, Elizabeth Gómez Conzatti, de 80 años de edad, y de la Asociación Civil “Amigos del Jardín Conzatti”.

Por iniciativa propia y como un homenaje a su abuelo, su nieta ha sido la  principal impulsora de la conservación de este jardín, que se convirtió en un microclima en medio del bullicio social.

En entrevista, Elizabeth Gómez Conzatti expresó que conservar este jardín para ella es seguir con el legado de su abuelo, quien siempre la paseaba y le mostraba la variedad de flores y aves que ahí anidaban y que ahora lo hace colectivamente.
 
“Acá pasé mi infancia, mi abuelo me mostraba la variedad de plantas que analizaba y gracias a su recuerdo hoy quiero que este lugar sea un refugio natural en medio de esta caótica ciudad. Acá las familias vienen a reunirse para celebrar la vida y es consuelo también para las tristezas”, señala.

Resistir a la sequía

Quien visita este lugar recibe la tranquilidad que dan los árboles, que han comenzado a resentir la sequía por al falta de agua que vive la ciudad desde hace dos meses, al igual que la fuente de agua ubicada en el centro el jardín, “que de agua ya no tiene nada”.

Mientras recorre las jardineras mostrando la escasa pastura y la sequía que afecta los árboles, la señora Elizabeth agradece a las amigas y amigos del jardín, especialmente al dueño de “La Hormiga”, el único puesto establecido, que aporta pipas de agua para salvaguardar la vida de los seres que acá habitan.

“Mira ese cafetal, está seco”, dice admirada la señora Elizabeth, y así comienza a enumerar las flores y un árbol de almendra que sembró para dotar de alimento a las ardillas, que son guardianes de este jardín, pero que no ha podido crecer ni dar fruto por falta de agua.

Y es que las pipas de agua en la capital oaxaqueña “no son suficientes”, dice Elizabeth al referirse a que cada vez más plantas de este oasis están secándose, y es que contratar una pipa oscila entre mil hasta mil 500 pesos y cada vez es más complicado adquirirla.

Delgada y de temple fuerte, la nieta de Cassiano Conzatti celebra el esfuerzo colectivo e independiente, del que las autoridades únicamente han sido observadoras, especialmente para enfrentar el estiaje generalizado.

“Da tristeza saber que estos espacios no les interesas a las autoridades, y la prueba es que nosotros hemos pagado las podas de los árboles, hemos cambiado las luminarias y le damos un mantenimiento constante. Esa es la mejor prueba de que nada ha cambiado, ellos siguen sin interesarse”, dijo.

Mientras muestra la casa de las ardillas, que colocó en uno de los árboles que le recuerdan su infancia, la señora Elizabeth recalca que hasta el fin de sus días luchará porque este jardín se mantenga vivo como un espacio dador de vida natural y social.