Ciudad de México | Desinformémonos. La iglesia católica prohibió que las personas que opten por cremar a sus difuntos esparzan, dividan entre los familiares o conserven las cenizas, de acuerdo con el documento “Instruccion Ad resurgendum cum Christo” que la Congregación para la Doctrina de la Fe redactó y el Papa Francisco firmó para evitar cualquier “malentendido panteísta, naturalista o nihilista”.

En el texto se señaló que «no se permite la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos». Además, estableció que “en el caso de que el difunto hubiera sido sometido a la cremación y la dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana, se le ha de negar el funeral».

La Congregación justificó la redacción de un documento tan drástico bajo el argumento de que su elaboración responde a las nuevas prácticas en la sepultura y en la cremación “contrarias a la fe de la Iglesia”.

Durante la rueda de prensa para la presentación del texto, Ángel Rodríguez Luño, consultor de la Congregación de la Doctrina de la Fe, explicó que en el caso de la conservación de las cenizas en el hogar, ésta sólo se contemplará «en casos de graves y excepcionales circunstancias», o cuando una persona lo pida «por piedad o cercanía».

Para la Iglesia, «la conservación de las cenizas en un lugar sagrado ayuda a reducir el riesgo de apartar a los difuntos de la oración». A esto, agregó, se suma que «se evita la posibilidad de olvido, falta de respeto y malos tratos, que pueden sobrevenir sobre todo una vez pasada la primera generación, así como prácticas inconvenientes o supersticiosas».

De acuerdo con la Congregación, las cenizas se deben mantener por regla general en un lugar sagrado, ya sea en un cementerio o en una iglesia o área específica para tal fin autorizada por un autoridad eclesiástica competente.

Aunque la Iglesia admite que «no ve razones doctrinales» para prohibir la cremación, «la cremación del cadáver no toca el alma y no impide a la omnipotencia divina resucitar el cuerpo». Por su parte, el secretario de la Comisión Teológica Internacional, Serge-Thomas Bonino, la calificó como «algo brutal», por tratarse de «un proceso que no es natural, sino que interviene la técnica y que además no permite a las personas cercanas acostumbrarse a la falta de un ser querido».