El pasado 5 de agosto se cumplió un año de la desaparición de Vicente Suástegui Muñoz, defensor de la tierra y el agua. Sus familiares realizaron una marcha en la costera Miguel Alemán, donde se convirtió en escenario de protestas para exigir su paradero.
La movilización dio inicio en la glorieta de convenciones y llegó al Asta Bandera, donde realizan mítines todos los 5 de cada mes para exigir la presentación con vida del defensor. En el perifoneo, colectivos de personas desaparecidas, organizaciones sociales, estudiantes normalistas e integrantes del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a la presa la Parota (CECOP) demandaron a la gobernadora Evelyn Salgado y a la fiscal Sandra Luz Valdovinos den una respuesta pronta sobre el paradero de Vicente, que las búsquedas sean eficaces y castiguen a los responsables intelectuales y materiales.
Marco Antonio Suástegui, vocero del CECOP y hermano de Vicente, marcha con el machete en mano. Los gritos de ¡vivo se lo llevaron, vivo lo queremos! Hace un eco más fuerte que el ruido de las sirenas de las patrullas de tránsito, policías y la Marina. Resuenan los machetes de los campesinos de la zona rural de Acapulco, los más olvidados y empobrecidos.
“Acapulco ahora es un mar de sangre, se ha teñido de color rojo en la costera y en las colonias periféricas sumidas en la violencia. Se ha convertido en una gran fosa clandestina. Las ciudadanas y ciudadanos adolecen de seguridad. El puerto es tierra de nadie, es gobernado por grupos del narcotráfico y por grupos paramilitares que a plena luz del sol desaparecen gente, asesinan, cobran cuota, amenazan a la gente, hostigan y violan a mujeres. Por eso es necesario que el mundo sepa que Acapulco está lleno de terror”, lectura de Marco Antonio que retrata el rostro de un pueblo sangrado.
En el caso Vicente Suástegui se han detenido a cuatro personas que se ubican con el alias el Brillo, la Yegua, el Junior y el Galletas, y está pendiente el comandante Pino. Sin embargo, son más las personas involucradas en la desaparición. Las autoridades se han desentendido, pero con la presión social reaccionan sin elementos jurídicos de certeza, al contrario, han querido detener a Marco Antonio.
En el mitin, Marco Antonio le exigió al gobierno “que termine con esta pesadilla que nos quema por dentro, que nos hela la sangre y que nos hace derramar lágrimas de tristeza, de desesperación. Hay más de cinco mil desapariciones en Guerrero y más de cien mil en el país. Este grito que hacemos es de auxilio a la sociedad, a los turistas, porque hay gente lastimada, madres que sufren, hermanos que lloran, hijos que esperan a sus padres desaparecidos. Hoy no solamente pierdes la libertad, sino la vida. Les pedimos que sean empáticos, que escuchen este clamor que hoy hacemos desde los rincones y las praderas más profundas de Cacahuatepec. Estos mares también los defendió Vicente, así como a la gente de la playa. Estuvo en la lucha por la presentación de los 43. Y por eso ahora les pedimos no nos dejen solos. Necesitamos de ustedes hoy más que nunca. La persecución sigue”.
“Seguiremos buscándote Vicente, aguanta. Tu hermano, tus hermanas, tu familia, el CECOP, los colectivos y organizaciones sociales no descansaremos hasta encontrarte con vida, por siempre serás uno de los dirigentes más importantes en la lucha social y en la historia de Guerrero. No te rindas, sabemos que estás vivo, quizá con mucho dolor, con mucha hambre y sed, pero siempre pensando en los tuyos, en el río Papagayo y en las tierras de Cacahuatepec. Te necesitamos hermano, regresa pronto. No podemos vivir un día más porque tu ausencia cincela el alma”, dijo Marco Antonio Suástegui.
Las organizaciones expresaron que es necesario ponerse en los zapatos del otro, pues tener a un ser querido desaparecido es el peor tormento, el peor terror y el peor infierno que pueda vivir un padre, una madre, un hermano, unos hijos. “Lo queremos de regreso, lo queremos con nosotros. Por eso hoy nuevamente salimos a las calles y vamos a seguir gritando junto a miles ¡porque vivo se lo llevaron, vivo lo queremos!”
Publicado originalmente en Tlachinollan
