Barcelona, España. Es la primera vez que la familia Robles Villegas viaja más de 12 horas desde México hasta aquí, al otro lado del mundo. Hay dos razones: que la cónsul mexicana en esta ciudad, Claudia Pavlovich, renuncie al cargo porque cuando gobernó el estado de Sonora “encubrió” a los responsables del incendio de la Guardería ABC; y para que Héctor, sobreviviente de ese fuego, vaya este domingo al Camp Nou a ver a sus ídolos de infancia y adolescencia, el Barça, que jugará contra Villarreal.
“Para nosotros, el no puedo no existe”, dice Adriana, madre del joven, mientras camina por la Rambla del Raval, la calle de un barrio de migrantes latinoamericanos que en este viejo mundo hacen vidas nuevas.
Decenas de viajes a Estados Unidos para injertar piel en el cuerpo del entonces infante, esfuerzos personales que se reflejan en medallas de Taekwondo del ahora deportista, terapias familiares e innumerables protestas han sido lideradas por esta norteña de piel tostada y cabello claro que se pone seria cuando nombra a los “encubridores” del incendio de la guardería, donde 49 infantes murieron y decenas más, como su hijo, sufrieron daños irreversibles. A pesar de ello, sonríe cada vez que habla de los esfuerzos que cada integrante de su familia hace para salir a flote.
Adriana bebe un sorbo de soda, sentada en la terraza de un negocio de comida marroquí, sin el sueño que da a uno cuando llega a este continente por el brusco cambio de horario. A 11 minutos de distancia, en un alojamiento cercano al Mar Mediterráneo están Héctor y su padre -un veterano árbitro de fútbol- padeciendo el desequilibrio de dos tiempos. Están en la Barceloneta, un barrio que en este verano se repleta de turistas que con ropa holgada queman su piel y se sumergen en la playa.
Han pasado 13 años desde que en México el incendio devoró más de la mitad del menudo cuerpo de su hijo de tres años en Hermosillo. Por el crimen no hay nadie en la cárcel, sino sólo seis personas procesadas, una amenaza de que a los sobrevivientes se les quite el servicio médico subrogado y “el premio a la impunidad, la designación de Pavlovich como cónsul”.
Es lo que a grandes rasgos explica esta madre cuando habla de justicia en la conferencia de prensa que el pasado jueves dio junto a el activista mexicano, Alfredo López y Arturo Landeros Suárez, de la Taula Per Méxic, organización que la ha cobijado en este país y que ha enviado una carta al Ministerio de Asuntos Exteriores (MAEC) y al Ayuntamiento de Barcelona, a fin de pedir la destitución de la funcionaria mexicana.
Durante los siguientes días, Adriana difundirá la misma exigencia de varias familias de las y los sonorenses. Hablará con la Dirección de Justicia Global y Cooperación Internacional, el Ayuntamiento de Barcelona, y con quien quiera escuchar una de las razones por las esta familia esta en este país.
El domingo, Héctor y su padre estarán en el estadio. Dice Adriana que ella no va porque no sabe de fútbol, le digo que antes de decir adiós le puedo dar unas vueltas sin rumbo, tomar un café, comer gambas o regresar aquí para contar la lucha que, como ella, trae el barrio el Raval.
