En las organizaciones comunitarias a menudo se presentan situaciones que nos llevan a perder la brújula. Son como caramelos muy sabrosos rellenos con sustancias “venenosas” que tienden a desviarnos de nuestra razón de ser.

Caramelos tentadores en las relaciones con el Estado

Allá por los años 70, tuvimos una experiencia que nos sirvió para tener claridad de los riesgos que acechan detrás de las relaciones con entes oficiales.

Recibimos un crédito valorado en más de 7 millones de dólares proveniente de una institución del gobierno para la compra de 132 autobuses para gestionar la mayor parte de ese servicio público de la ciudad de Barquisimeto. Por ello, dependíamos de los lineamientos del Consejo Municipal de ese entonces. Como cooperativa, dependíamos de la supervisión de la Superintendencia Nacional de Cooperativas. Y como receptores del crédito estábamos sujetos a las inspecciones y providencias provenientes de los institutos gubernamentales correspondientes.

Con algo de audacia y mucha ingenuidad nos abocamos a generar un proceso participativo, sin líneas de mando, que trascendía nuestros estatutos y la misma Ley Cooperativa. Simultáneamente, convertimos los buses en una herramienta a disposición de las luchas populares.

Como era de esperarse en esa época, fuimos acusados de ser parte de la extrema izquierda y financiar movimientos guerrilleros. En poco tiempo, el Consejo Municipal y los entes ligados al crédito nos sometieron a tres auditorias o revisiones administrativas. Cerca de cumplir el cuarto año del servicio, el Consejo Municipal procedió a incautar los buses y a solicitar una extensa auditoria de parte de la Superintendencia de Cooperativas. Su propósito era inventar cualquier excusa para justificar dicha apropiación.

Además, las autoridades regionales presionaban a la Superintendencia de Cooperativas para que destituyera a la directiva de Cecosesola y definitivamente la despojara de los autobuses.

Esta experiencia nos sirvió de mucho para no caer en nuevas tentaciones.

Una oferta Estatal

A finales de los 90, la gobernación del  estado Lara nos ofreció una donación  considerable a cambio de que apoyáramos sus programas sociales. Alababan la importancia de Cecosesola en la región y que, por lo tanto, no nos podíamos negar a dar nuestro aporte ante la pobreza crítica vigente.

Reflexionando sobre las experiencias vividas, ya íbamos teniendo mayor claridad de que nuestro proceso se desarrolla con lógicas y emociones diferentes a las del poder constituido. Fue fácil detectar que esta oferta nos desviaba de nuestra razón de ser, poniéndonos a bailar al son de programas asistencialistas, envolviéndonos en las relaciones de poder propios de la política partidista.

No fue así en el caso de un organismo de integración cooperativa cercano. Aceptaron integrarse a los programas sociales de esa gobernación y al poco tiempo se desintegraron como movimiento, quedando solo el recuerdo de lo que una vez fueron.

Ahora bien, así como es importante tener claridad sobre los riesgos que se presentan cuando nos abrimos a créditos del sector público e inclusive del sector privado, existen muchas otras tentaciones encubiertas más difíciles de detectar.

 Los avances tecnológicos

Las tecnologías no son asépticas o neutrales, llevan una carga ideológica. Por ejemplo, las tecnologías que se desarrollan para el sector empresarial están moldeadas de acuerdo a los fines de producir el mayor excedente.  Por lo general le dan prioridad a reducir la mano de obra, a favorecer la supervisión del personal en concordancia con sus estructuras jerárquicas, así como a facilitar el acceso de sus clientes a sus servicios con miras a aumentar las ventas.

Esto último podría parecer muy loable. Sin embargo, en nuestro caso, que intentamos ir trascendiendo la relación clientelar, un programa tecnológico para facilitar un sistema de ¨delivery¨, por ejemplo, reduciría enormemente ese rico contacto personal que se da en nuestros servicios, contacto fundamental para ir compartiendo e irradiando nuestro proceso educativo.

No se trata de rechazar a priori las nuevas tecnologías, sino de analizar sus consecuencias en relación a nuestro proceso educativo, antes de aplicarlas.

Gravitando en el hacer concreto

Cuando caemos en la rutina, las relaciones se van burocratizando. Lo concreto se va convirtiendo en prioritario y nuestras actividades se van convirtiendo en un fin en sí mismas. Vamos dejando de verlas como un medio para ir profundizando un proceso transformador. Progresivamente se va perdiendo la visión global, la mística y la pasión.

En cualquier momento y en cualquier lugar…

Los caramelos tentadores aparecen en cualquier momento y en cualquier lugar:

Por ejemplo, cuando, dejándonos llevar por agrandar los resultados económicos, en nuestros centros de salud pudiésemos estar descuidando actividades  menos rentables que brindan alternativas preventivas y curativas no convencionales, así como, en nuestros mercados cooperativos, pudiésemos no estar  dándole la prioridad necesaria a los productos que nosotros mismos elaboramos.

También, cuando nos apresuramos a ajustar nuestros ingresos personales sin tomar en cuenta debidamente la capacidad económica necesaria, o cuando, dándole prioridad a nuestro confort personal, confundimos solidaridad con alcahuetería y no precisamos alguna acción irresponsable.

Dejando pasar situaciones como las mencionadas sin ningún análisis, se corre el riesgo de que nos vayan  llevando, sin darnos cuenta, a perder la brújula. Pueden ser el comienzo del descarrilamiento de nuestro proceso basado en la equidad, la solidaridad y la responsabilidad.