La combi que nos lleva desde San Cristóbal de las Casas hacia Comitán es nueva e incomodan los asientos apretados y la música evangélica. Taxi a las Margaritas y enterarse que hay que esperar a la mañanísima siguiente. El camino amanece difícil y ansioso. Llovizna en el camión abierto y las ramas bajas rozan y te mojan más aún.
Sorprende llegar al Caracol y descubrir nuevas construcciones enfrente, donde ya hay casas y no se ve el río. Mientras esperamos, vemos tras las alambradas nuevas a hombres alcoholizándose y elevando la voz. Disimulamos la escucha de algunos insultos de los nuevos vecinos partidistas.
El año anterior fotografiamos patos y cerdos disputando los espacios en la orilla y viendo el desfile de tantos niños y jóvenes, y al rato niñas y jóvenas volviendo de su baño.
Es enero de 2010. La noche llega temprano. La llovizna y la lluvia se alternan nuestra mojadura. Vamos a dormir a las aulas. Los guardianes zapatistas nos acompañan y nos custodian el sueño. Todavía no amanece y cruzar la cancha de fútbol hacia la letrina también es acompañada. El regreso con menos apuro permite algunas palabras con el compa. Están los partidistas que molestan y provocan, hay que estar atentos.
La mañana rumbo a nuestro desayuno permite ver el camino y escuchar el rumor de risas burlonas. El aviso cercano que ignoremos a los que están del otro lado del alambre nos preocupa. Suenan nuestros pasos en los charcos y agudos machetes en aquel alambre.
Los miembros de la Junta nos cuentan del hostigamiento del mal gobierno y de los paramilitares. Cambian el tono de voz cuando se refieren a la clínica y la medicina tradicional con plantas, mientras algunos de nosotros evidenciamos cierto dolor de panza. Nos hablan de las escuelas autónomas, que no hay niños que no leen.
Mientras el veneno contrainsurgente se escucha con machetes y botellas de alcohol, una guitarra zapatista acompaña Sueño con serpientes.
A pesar de los muertos, con el dolor del asesinato de José Luis, nos tratan de tragar… pero se atoran.
12 mayo del 2014
