En Francia como en México, el largo camino hacia la dignificación del trabajo sexual

Krizna, del taller de periodismo Aquiles Baeza Traducción: Arthur Lorot

En la siguiente entrevista, realizada por Krizna, integrante de la Red Mexicana de Trabajo Sexual y del taller de periodismo Aquiles Baeza, a Morgane Merteuil, secretaria general del Sindicato Francés del Trabajo Sexual (STRASS), ambas intercambian opiniones sobre su situación y la necesidad de organizarse para obtener los derechos laborales que les son negados tanto en Francia como en México.

Si bien, en ninguno de los dos países está prohibido el trabajo sexual, las dos se enfrentan a la criminalización de su actividad y a la clandestinidad, desde donde es aún más difícil proteger sus derechos.

Soy Krizna, trabajador sexual transgénero. Llegué al trabajo sexual porque aquí en México no hubo ni hay oportunidades de trabajo y de estudios. Me di cuenta al poco tiempo de estar laborando en las calles que en este ambiente está más marcada la discriminación, la persecución y el encarcelamiento a los hombres y mujeres que tomamos la decisión de utilizar nuestros genitales como herramienta de trabajo.

La extorsión y la criminalización nos forzó a organizarnos de forma pacífica, con la convicción de que nuestro movimiento debiera ser apartidista y ajeno a cualquier organización, ya que en la historia de nuestra lucha hemos sido testigos de que nos han utilizado y traicionado para los fines particulares de quienes de forma mentirosa han llegado a querernos ayudar.

Así fue como llegamos a formar la Red Mexicana de Trabajo Sexual, organización que apuesta por la dignificación y el respeto hacia nuestra actividad. Asimismo, impulsamos “políticas de calle” para beneficio de nosotras mismas. Contamos con grupos, colectivos e individuos de diferentes partes del país que fortalecen nuestra red.

Nos identificamos con el movimiento zapatista porque nos dimos cuenta que nosotros también estamos siendo discriminados, encarcelados, despojados y perseguidos sólo por el hecho de buscar cambios en nuestro país y en la sociedad. Buscamos un mundo donde no haya pocos ricos y muchos (casi todos) pobres.

Acabar con la desigualdad, dignificar nuestro trabajo y construir autonomía en nuestros sectores, lo seguimos haciendo a través de percibirnos de igual a igual, campesinos, obreros, indígenas, personas en situación de calle, vendedores ambulantes y trabajadores sexuales, por mencionar algunos.

A través de Desinformémonos quiero hacer una invitación para que las trabajadoras de la Red Mexicana de Trabajo Sexual y las del STRASS construyamos un puente de comunicación y aprendizaje que nos enriquezca a ambas.

Las preguntas que a continuación envío, a modo de entrevista, son para que nos conozcamos y empecemos a ver, no las diferencias, sino los sueños, logros, vivencias y todo lo que nos pueda hermanar como trabajadores sexuales.

Aquí en México, varios compañeros nos definimos como trabajadores sexuales. ¿Cómo se definen ustedes? ¿Por qué?

Nos definimos también como trabajadores sexuales, porque es una manera de insistir sobre el hecho de que no somos ni víctimas ni irresponsables que hay que reinsertar a todo costo, sino trabajadoras que tienen derechos.

¿Ejercer el trabajo sexual en Francia alcanza para una vida digna?

Hay muchas definiciones de una vida digna, pero se vive más o menos bien de este trabajo, aunque las multas ocupan una gran parte de nuestros ingresos.

¿Existe discriminación hacia los trabajadores sexuales? ¿Cómo se manifiesta?

Se manifiesta particularmente a través de una estigmatización muy fuerte y de leyes que nos consideran como víctimas o como delincuentes y nos empujan hacia la ilegalidad y la marginalidad. Se manifiesta también en discursos de personas que desean la desaparición del trabajo sexual y que nos infantilizan tratándonos como demasiado irresponsables o alienados para tener un discurso propio sobre nosotros.

¿Qué les orilló a organizarse? ¿Cómo fue el proceso?

La instauración en 2003 del delito de captación de clientes impulsó de nuevo una dinámica de movilización. Varios colectivos se formaron al nivel local en ese entonces y se organizó en 2009 la Asamblea General de la Prostitución. Allí se decidió la creación de una estructura nacional, a vocación sindical, que sería una herramienta concebido por y para los trabajadores sexuales.

¿Cómo funciona su organización?

Los miembros con responsabilidad sólo pueden ser trabajadores sexuales. Contamos con el apoyo de miembros «aliados» que nos ayudan en lo cotidiano, pero no pueden votar o ser elegidos.

¿Cómo les ha beneficiado o perjudicado organizarse?

Nos ha ayudado primero a encontrarnos, a compartir nuestras emociones y experiencias, a unirnos y a fortalecernos. Luego, nos hemos convertido, después de tres años de existencia, en un interlocutor ineludible en los debates sobre el trabajo sexual. Así permitimos que la voz de los primeros interesados sea escuchada.

¿Cuáles son sus logros? ¿Qué les falta?

Creo que nuestra existencia permanente es un logro en sí mismo: muchas personas se unen y nos consideran como legítimas. Lo que nos falta es una real atención de los políticos, y que nos tomen en cuenta.

¿Muchos de nosotros hemos sufrido violencia en nuestro trabajo? ¿A ustedes les ha pasado?

Nos ocurre también, pero hay que decir que la mayor parte de la violencia que enfrentamos viene de la policía y de las instituciones que nos desprecian y nos tratan como ceros a la izquierda.

En México se aprobó apenas una ley que criminaliza a los clientes y a los trabajadores sexuales. ¿Qué opinan al respeto?

En Francia también se habla de criminalizar a los clientes. Esas medidas nos preocupan muchísimo porque conocemos muy bien, desde la creación del delito de captación de clientes, las consecuencias catastróficas en términos de salud y de seguridad de esas leyes, que sólo tienen como meta ocultarnos.

Najat Vallaud-Belkacem, secretaria de los derechos de las mujeres, afirmó el pasado 25 de junio su voluntad de erradicar la prostitución. Eso sólo nos confirma una vez más lo que pensamos desde hace mucho: el partido socialista al poder, a pesar de su voluntad pública de proteger a los trabajadores sexuales, no nos toma en cuenta y sólo busca ganar votos. Nos prometió la despenalización de la captación de clientes, se olvidó el tema y ahora hablan de criminalizar a los clientes, yendo en contra de las oposiciones de las organizaciones de salud. Estamos apenadas, preocupadas, pero estamos decididas a hacer escuchar nuestra voz.

¿Qué consejos nos pueden dar para seguir dignificando nuestro trabajo?

Lo más importante, según yo, es apoyarnos ante la violencia y estar presentes cuando se toca el tema del trabajo sexual, para enfrentarse a la desinformación y mostrar que somos capaces nosotros mismos de pronunciar discursos y análisis sobre lo que vivimos.

 Publicado el 2 de julio 2012

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