De Arriaga fueron directo a Tapachula. Venían de experiencias difíciles en los penales y el panteón de Oaxaca. Y en la noche del lunes, en medio de la plaza de Tapachula esperaba un reencuentro, de las partes lindas de la búsqueda.

María de la Cruz y su hija Denia llevaban 14 años sin verse. La hija se fue de Honduras cuando tenía 20 dejó a su hijo mayor con la abuela. Ya se habían contactado por videos y por teléfono pero esas madres saben que no hay nada como volver a abrazar a sus hijos.

Así fue y la gente respondió atenta y expectante. Sorprendidos rodearon a la familia re-unida. Las madres también, felices y cansadas, pero orgullosas de lo recorrido.

Parte del motivo del alejamiento de Denia fue que pasó 4 años detenida en Tapachula. Su historia sirve para demostrar un mecanismo siniestro. Denia estaba trabajando en una cantina en Tapachula, cuando la policía hizo una redada en busca de “desarticular una red de trata”. ¿Cómo termina presa una migrante que está trabajando tras una redada policial que busca desbaratar una red de trata? La acusan de ser la tratante. Tenía sobre su cabeza una condena de 13 años de cárcel, pero la presión de distintas organizaciones logró que se redujeran a los 4 que cumplió.

“Su caso muestra como se está manejando este conflicto tan serio que es la trata en México”, explica Marta Sánchez, referente del Movimiento Migrante Mesoamericano, organizador de la Caravana. “La ONU aporta dinero al Estado Mexicano desde hace un tiempo para que persiga a las redes de trata. Pero eso se ha traducido en que la policía termina apresando a las chicas, a las que son víctimas de trata y a las que no”.

El mecanismo es el siguiente: cuando llega la policía a los bares en dónde se ejerce la prostitución, los dueños y señores de los locales, hábiles ellos, ponen a alguna de las chicas que allí trabajan como encargadas. Entonces, cuando llega la policía, quienes son señaladas como responsables son las mujeres. ¿La consecuencia? La mayoría de las apresadas, a cuenta de la presión – y el dinero – enviado por las Naciones Unidas, son mujeres.

“Las ponen de escudo, las usan los dueños de los locales, que quedan intactos”. Marta Sánchez insiste en que hay que diferenciar a las víctimas de trata de quienes ejercen la prostitución como decisión libre. “El problema es que estas acciones han servido para criminalizar a quienes ejercen la prostitución como su decisión, que es un trabajo que respetamos”.

Es por eso que en la jornada del martes 15 van a recorrer «cuarteríos» de Tapachula y Huixtla, pequeños cuartitos pegados en dónde se ejerce la prostitución. Antes de salir de Arriaga fueron a uno en esa localidad. A pesar de que había hombres con propósito desconocido que que vigilaban la visita de las madres, eran escoltadas por integrantes de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y la policía federal, consiguieron hablar con algunas de las muchachas. Las madres buscan centroamericanas que hayan recalado en ese lugar, ya sea voluntaria o forzosamente, pero las muchachas comentaran que las centroamericanas suelen estar Constitución, el rosario legal de la prostitución.

En la mañana, antes de partir a Huixtla, los integrantes de la Caravana se reunieron en privado con el Centro Pro ddhh Fray Matías de Cordova, en Tapachula, Chiapas. En los alrededores de esta ciudada permanecerán hasta el viernes, en que la Caravana llegará a su fin.

Foto: Daniel Sandoval