Hace más de 25 años se conformó la agrupación musical La Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, haciendo de la Ciudad de México el escenario ideal para crecer, experimentar y promover su música. Esta banda sigue llena de energía e influencias musicales. Los ritmos latinos alrededor del rock, la cumbia, el ska y géneros mexicanos como el corrido, entre otros, continúan vibrando en los diferentes escenarios, entre un público que baila extasiado desde hace más de dos décadas.

Rolando Ortega Cuenca, mejor conocido como Roco es el aventurado vocalista de esta agrupación, un músico vital y generoso que ha acompañando diferentes movimientos culturales y sociales, en México y en el mundo.

La siguiente entrevista con Roco fue realizada un día antes del Festival de las Resistencias, una iniciativa independiente del colectivo JRA (Jóvenes en Resistencia Alternativa), que benefició a diez movimientos sociales mexicanos en resistencia con el apoyo de 14 bandas de música.

-La Maldita Vecindad ha involucrado la palabra rebeldía en toda su trayectoria. ¿Cómo interiorizan el significado de esta palabra en su proceso creativo?

-La Maldita no hubiera podido existir sin los movimientos sociales. Nosotros empezamos en 1985 con el terremoto de la Ciudad de México, y prácticamente en esa época los únicos lugares donde podíamos tocar eran los hoyos funkis, que los manejaba el mismo Estado y las juventudes priistas. Esto era una extorsión muy fuerte hacia los grupos y hacia los jóvenes.

En 1985, con el terremoto, se organizó un gran movimiento civil con los damnificados, y de esa manera comenzamos a trabajar directamente con las organizaciones de damnificados de Tlatelolco, de la colonia Morelos, de la colonia Roma, del barrio de Tepito; con las costureras, que también formaron un movimiento fuerte durante el terremoto. Empezamos a tocar prácticamente en la calle, porque la calle se transformó con el temblor. Estaban todos los campamentos de damnificados en plena calle, en los parques. Había campamentos por todos lados y ahí mismo los damnificados empezaron a organizar eventos culturales.