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El 47 por ciento de los hogares recibe menos ingresos que antes de la pandemia

Laura Lucía Romero Mireles

En el peor momento de la crisis sanitaria, en mayo de 2020, la pandemia llevó a que 69 por ciento de los hogares tuvieran una reducción de sus ingresos y que 35 por ciento reportara haber perdido 50 por ciento o más de los mismos; en abril de 2022, a pesar de la recuperación del empleo, aún 47 por ciento de los hogares reportaba recibir menos ingresos.

Eso llevó a implementar una serie de estrategias para compensar la situación, como pedir prestado, dejar de pagar la renta o dejar de recibir atención médica. El hecho de que alguien en el hogar perdiera el empleo ha sido una determinante para efectuar alguna acción para compensar esa pérdida del ingreso.

En el Seminario Universitario de la Cuestión Social se dio a conocer que, respecto al ingreso de los hogares, las afectaciones fueron de mayor magnitud y persistencia entre los sectores de menores recursos: en abril de 2022, 54 por ciento de esa población reportó tener menos ingresos que en febrero de 2020, contra 36 por ciento de la población de mayores recursos.

Las secuelas de la enfermedad en el mercado laboral siguen vigentes, en especial para las mujeres. En la población ocupada, 44 por ciento de las mujeres y 33 por ciento de los hombres tuvieron que dejar de trabajar o cambiar de ocupación para apoyar en los quehaceres del hogar. Aún en abril de 2022, 25 por ciento de ellas y 16 por ciento de ellos reportaron que aún no realizan sus actividades como antes de la crisis sanitaria.

Entre las principales afectaciones se reporta que hay poco trabajo, que están bajas las ventas, que les han reducido días de trabajo o que se están recuperando de la enfermedad, reveló la ENCOVID-19, encuesta telefónica representativa de la población mexicana que periódicamente recaba información sobre empleo, ingreso, salud mental, alimentación y otras dimensiones relevantes, para entender los efectos de la pandemia en nuestra población, a cargo de la Universidad Iberoamericana.

En contraste, al inicio de la emergencia sanitaria bajó mucho la seguridad alimentaria y después, poco a poco, ha comenzado a subir; en la última medición, de abril pasado, ya casi se alcanzaron los niveles prepandemia.

Registro de consecuencias

En el Seminario ENCOVID-19, Fernando Cortés, del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED) de la UNAM, señaló que los resultados de la encuesta se ubican en el seno del Programa de Desarrollo con Equidad (ProDEq), iniciativa conjunta del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad (EQUIDE) de esa universidad privada y el propio PUED.

Su objetivo fue registrar las consecuencias sociales de la pandemia en una población con altos niveles de pobreza y desigualdad, carente de seguridad social, y analizar las respuestas del Estado mexicano. El primer levantamiento fue en abril de 2020, recién iniciada la emergencia sanitaria y dada las condiciones se tuvo que optar por una encuesta telefónica, cuyos resultados se han contrastado con otras fuentes, como las encuestas nacionales de ocupación y empleo.

Con esta encuesta universitaria de bajo costo que permite levantar información con relativa frecuencia, no es necesario dilatarse demasiado para estimar carencias sociales y de acceso a la alimentación, la desigualdad y varios otros temas, explicó.

Víctor Hugo Pérez, investigador de la Ibero, recordó que “este proyecto inició cuando nos fuimos al confinamiento, en un contexto de incertidumbre ante lo que sería la crisis social más grande que íbamos a tener en esta generación. Nos preguntamos qué tan factible sería levantar una encuesta nacional”.

Queríamos un estudio que permitiera ver la variedad de afectaciones que iba a tener la enfermedad en el bienestar de los hogares; se hizo una primera encuesta, de 800 casos, en abril de 2020, que permitió comenzar a determinar algunos aspectos del mercado de trabajo.

Se ve que más de la mitad de la población no forma parte de ningún tipo de programa social, y los de menores recursos no reciben mucho más beneficios de lo que se esperaría. “Esa sería una llamada de atención hacia la política de ‘primero los pobres’ de este gobierno, que está dando más apoyos, pero no a la población más pobre”.

Uno de los resultados más positivos fue el de la vacunación; desde que comenzó, 60, 70, 80 y hasta 90 por ciento de la población de 18 años o más, según las cifras más recientes, reporta haber recibido al menos una dosis; 75 por ciento había recibido el refuerzo.

Respecto al empleo, en las últimas mediciones, ya de regreso a la normalidad, las cifras de ocupación coinciden con las del Instituto Nacional de Estadística y Geografía; “eso nos lleva a resaltar la robustez de esta encuesta”.

Necesidad de actualizarla

Héctor Nájera Catalán, también del PUED, refirió que uno de los pendientes que tiene la agenda de medición multidimensional de la pobreza es actualizar la representación y la identificación de las necesidades que son relevantes para los estándares actuales.

El denominado método consensual de privación posibilita identificar cuáles son un conjunto representativo de necesidades socialmente relevantes. “Permite establecer las diferencias interpersonales y sociales mediante preguntas como ‘¿considera que esto es necesario para que la gente viva con dignidad?’”.

Nos hemos centrado en el hogar como unidad de análisis, y de entrada se eligieron 12 necesidades que se incorporaron escalonadamente en la encuesta, entre ellas, acceso a medicamentos y a tratamiento médico, refrigerador funcional, internet (que se convirtió en un bien esencial), agua todos los días dentro de la vivienda, acceso a transporte público o reemplazo de ropa estropeada por nueva. En el último levantamiento, en abril pasado, se incorporaron otras preguntas más, como el acceso a bienes para el aseo personal y disponibilidad de baño con regadera.

Al dar la bienvenida al seminario efectuado en el Auditorio Jesús Silva Herzog del Posgrado de la Facultad de Economía, Mario Luis Fuentes, del Patronato Universitario e investigador del PUED, resaltó la alianza de este programa con la Ibero para tener la ENCOVID-19 y así dar dimensión y conocer la magnitud de lo que ha significado este periodo de emergencia sanitaria.

Publicado originalmente en Gaceta UNAM

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