Donald Trump decide imponer oleoducto Keystone XL

José Díaz

Foto: Juliana BrownEyes Clifford | 350.org

Al cierre de la gestión de Barack Obama e inicio de Donald Trump, el conflicto socio-ambiental más complicado en los Estados Unidos era la construcción del oleoducto Keystone XL entre este país y Canadá.

La resistencia de los pueblos norteamericanos originarios de Dakota bloqueó en repetidas ocasiones la construcción de esta obra. Sin embargo, una reciente decisión del presidente norteamericano podría cambiar el panorama.

Pese a que en noviembre del año pasada una corte federal de los EE.UU. había bloqueado las obras de construcción del ducto que transportará petróleo a través de territorio ancestral, Donald Trump ha decidido aprobar de manera ejecutivo la construcción de este proyecto.

“Por medio de la presente autorizo, sujeto a las condiciones aquí expuestas, a TransCanada Keystone Pipeline, L.P. a construir, conectar, operar y mantener un oleoducto en la frontera internacional de Estados Unidos y Canadá, en el condado de Phillips en Montana, para la importación de petróleo de Canadá a Estados Unidos”, señala un documento emitido por la Casa Blanca.

En Canadá, país que no tiene el mejor legado de respeto a las ecologías indígenas, la decisión ha sido recibida con agrado. Al interés creciente de estos países por impulsar la energía combustible, se le suma la necesidad de descongestionar el transporte del crudo.

Impacto ambiental

Como era de esperarse, la crítica principal sobre esta decisión radica en el componente ecológico. Tras una serie de protestas de los pueblos originarios de EE.UU., en 2015 un informe técnico había desaconsejado la construcción de oleoducto por el potencial impacto ambiental que tendría en diversas fuentes de agua (lagos y ríos) a causa de las perforaciones necesarias para la obra.

En los últimos meses, el oleoducto Keystone XL se había reinstalado en el debate público debido al rechazo expresado por el candidato demócrata Bernie Sanders a esta obra. Este político, opositor a la administración de Trump, había calificado al ducto como un proyecto desastroso en términos ambientales.

La decisión tomada por la Casa Blanca sigue la línea de acción iniciada por Donald Trump desde el inicio de su administración. La desregulación ambiental y la ampliación de zonas de perforación, incluso a costa de sacrificar territorio ancestral, se ha mantenido irrefrenable bajo la gestión republicana, algo que pocos dudan traerá consecuencias ambientales en los próximos años.

Publicado originalmente en Servindi

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