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Despertamos el interés, dimos información, dejamos la espinita y levantamos el paro: estudiantes de la UVI

Eliana Gilet

Tras tres días de ocupación, los estudiantes de la sede de Totonacapan que ocupaban las instalaciones levantaron el paro y devolvieron las instalaciones a las autoridades de la Universidad Intercultural de Veracruz.
“El objetivo de este movimiento estudiantil era despertar el interés, llegar a los estudiantes de otras facultades, a las otras sedes de la UVI, que se queden con esa espinita. Difundir información acerca de la situación de nuestra sede, pero sobre todo que vean que a nosotros nos está doliendo la crisis que vivimos y por eso estamos luchando. Fue una acción de información y fue provechoso sentir su apoyo” explica Rodolfo, estudiante de la UVI, 20 años, consejero suplente en Totonacapan.

La difusión no fue la única ganancia cosechada por este movimiento rápido y cuya repercusión se oyó en las centrales de la Universidad Veracruzana.
El comité de lucha que ocupó las instalaciones el lunes 30 de mayo, prontito, a las siete de la mañana, emitió esa misma tarde su pliego petitorio de 5 puntos al vicerrector de la región Poza Rica, Luis Alaníz Méndez, y al Consejo Central de la UV.

El primer y obvio punto, del que se desprenden los demás, es la exigencia del pago inmediato de los 2500 millones de pesos que el gobierno adeuda desde hace 3 años a la Veracruzana. De ese monto, a las UVI le corresponden 8 millones.

El segundo punto tiene que ver con la situación edilicia y de falta de recursos de las sedes de las Interculturales, que son 4 y que a pesar de que tienen 10 años de vida, parecen estar olvidadas para la Institución madre.

Los estudiantes lograron un compromiso firmado del vicerrector arriba mencionado de que en el correr de esta semana comenzarán las obras de remodelación en tres edificios de la sede de Totonacapan y que se comprometen a que la obra terminará en 100 días.

Relataron cómo de las 4 sedes de la UVI, la de Totonacapan es la que tiene los problemas edilicios más graves: no tienen agua, la luz escasea y la potencia no llega a ser suficiente para instalar unas aires acondicionados, que aunque están, no pueden instalarse. Los accesos son un infierno personal para los muchachos cuando llueve. “Ese es uno de los motivos por el que estamos luchado. Nuestras instalaciones no son dignas para los estudiantes que venimos de los pueblos originarios. Solamente podemos ocupar ciertos espacios y no la totalidad de la sede.”

“El segundo objetivo de este movimiento era luchar por el derecho a la educación, defendiendo lo público y también, que tenga condiciones dignas para los pueblos originarios”

Las sedes de las Interculturales albergan a 350 estudiantes provenientes de comunidades profundas de Veracruz, en su mayoría indígenas. Son hijos de campesinos, de jornaleros, de amas de casa y vendedoras ambulantes quienes empujan, junto a sus padres a ser de las primeras generaciones en volver conj un título a casa. La licenciatura que se imparte es una sola, llamada “gestión intercultural para el desarrollo” y según sus propias palabras: “estamos hechos para trabajar en las comunidades, para enfrentar sus necesidades. Estamos hechos para volver a casa”

La decisión de levantar el paro provino de la consideración que el comité de lucha hizo de la voluntad mayoritaria de una asamblea de la comunidad universitaria de Totonacapan: “Resolvimos devolver las instalaciones luego de una asamblea con estudiantes y docentes de esta UVI. Platicamos y una parte de la comunidad universitaria, en especial los estudiantes, pidieron regresar a las aulas.”

Los estudiantes y los docentes se reunieron también por separado. “Una parte de los estudiantes no están tan dispuestos a estar en la movilización. Aunque entienden las ventajas de la lucha, como en el compromiso de retomar las refacciones de nuestras instalaciones, también hay miedo, inseguridad y cierto temor a la organización por la represión que se vive en nuestro estado y en todo México. Además, gran parte de nosotros aún depende de papá o mamá y nuestros padres también nos prohíben estar acá luchando, tampoco quieren que a sus hijos les pase nada.”

No en todos los casos es igual, y por ejemplo para Rodolfo, la autonomía que tiene de sus padres, a pesar de su juventud, es un factor determinante para que él sea uno de los estudiantes movilizados, explica.

“Los chavos también están presionados por sus trabajos finales y por las entregas. Estamos conscientes de que queremos continuar este movimiento, pero no queremos dividirnos como comunidad universitaria, por eso decidimos platicar y contentarlo con quienes querían volver a clases. Ellos también son parte de la comunidad, también es su Universidad.”

La toma fue el primer paso, dicen. “Cuando el Comité de lucha entregó las instalaciones, planteó que eso no significa que dejemos el movimiento. Nuestras reivindicaciones pasarán a otro nivel de exigencia. En estos dos o tres días de toma pudimos hacer ciertos vínculos y agarrar fuerza, con la comunidad y con la gente de la zona.”

Para los chavos, que no superan los 20 años y que a pesar de haber manifestaciones nunca habían experimentado el siguiente paso en un conflicto, dicen que fue “una experiencia muy agradable” la que los puso en el mapa.

“Somos jóvenes, es nuestra primera toma y fue muy chida, muy agradable, que nos permitió crecer como estudiantes, como jóvenes, como personas. Logramos el objetivo que nos habíamos trazado un grupo pequeño de estudiantes que iniciamos este movimiento. Esta toma no es perjudicial al reclamo por la deuda de la UV, es un granito de arena más en esa misma dirección. El pedo no era con los profes, ni con el vicerrector, el problemas es con el estado.”

Y el resto de los compañeros, relatan, aunque manifestaron que no querían seguir ocupando, sí reconocieron los beneficios de parar y también participaron de las asambleas. De una u otra forma apoyaron y se involucraron en el conflicto en defensa de una educación pública y de calidad.

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