Entre la luz y la sombra

Felipe Martínez

Desborde popular. El corazón de la resistencia caleña (IV)

Desde hace tres meses esta columna de Entre la luz y la sombra, viene compartiendo apartados o capítulos del libro “Desborde popular. La rebelión caleña en el paro de abril de 2021 en Colombia”. En esta ocasión dejamos una parte de la memoria que se logró recoger del corazón del levantamiento popular que paralizó a la ciudad durante casi tres meses y que marcó un momento histórico para las dinámicas de lucha popular en Colombia. Aquí conoceremos los relatos de las personas que vivieron el proceso de surgimiento, consolidación, ascenso y declive de Puerto Resistencia, que quizás hoy, tres años después, pese a las múltiples dificultades es el único lugar que sigue cargando con fuerza la memoria de lo que fue el estallido del 2021 en Colombia.

Puerto Resistencia, epicentro del levantamiento popular

Niños con una dieta alta en riñas, crecen fuertes a falta de vitaminas”

Alcolirykoz

Sin duda, Puerto Resistencia fue el referente en la rebelión caleña. Esto lo consiguieron por su organización y fuerza. Su energía no solo irradió la ciudad, sino que pudo convertirse en luz a nivel nacional con destello internacional. Antes del estallido este sector era conocido como “Puerto Rellena”, porque era un lugar dónde se iba a comer “rellena”, un alimento popular que se vendía masivamente en esta zona empobrecida de la ciudad, la cual comenzaría a poblarse en la década de 1960 por personas desplazadas provenientes de las zonas rurales del Cauca y Valle del Cauca, en su huida de la violencia bipartidista desatada posterior al asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, y que, en su urgencia de techo, decidieron tomarse los terrenos para construir sus viviendas; uno de los barrios insignia de esta lucha fue el bautizado como Mariano Ramos (Gómez, 2021).

Este icónico punto se ubica dentro del Distrito de Aguablanca, en un paso estratégico del Oriente de la ciudad, donde confluyen varias vías principales que conectan múltiples barrios, incluida la Avenida Simón Bolívar que enlaza norte y sur de Cali (Hernández, 2021). Actualmente los barrios que lo componen son: Villa del Sur, República Israel, Mariano Ramos y José Holguín.

No es casualidad que a partir del 28 de abril en PR se aglutinaran tantas personas, y aunque sí fue una acción espontánea de la sociedad, hay explicaciones históricas que pueden dar una razón del por qué la gente llegó masivamente a este punto. Una de ellas es la desarrollada desde el capítulo anterior, resaltando la presencia de múltiples procesos organizativos que ejecutaban actividades comunitarias décadas atrás y que juegan un papel fundamental.

Esto puede corroborarse con los múltiples ejercicios organizativos realizados años previos a la revuelta del 2021, pues en las zonas había presencia de organizaciones desde el 2018, las cuales dinamizaban agendas culturales y sociales en los barrios, y aunque fueran pequeños ejercicios donde la participación nunca fue masiva, es evidente que la sociedad observaba a través de las ventanas lo que estas organizaciones realizaban para fortalecer los lazos comunitarios; esto llevó a que cuando las mayorías decidieron salir con potencia a desbordar las calles, llegaron a estos lugares y comenzaron a reproducir las acciones que realizaban las organizaciones (ollas comunitarias, asambleas, movilizaciones, entre otros).

En el entonces “Puerto Rellena” se venía presentando la articulación de organizaciones sociales nuevas y de vieja trayectoria en el sector. Esta juntanza fue fundamental para llegar a la magnitud del 2021, pues como antecedente fundamental está la participación y convocatoria de estas organizaciones en el paro del 21N de 2019, quedando claro el inconformismo y tomando forma un primer ejercicio de confrontación con la Policía. Así mismo, estas organizaciones acompañaron a la sociedad en medio del confinamiento del 2020, llegando a varias casas con mercados en medio de la crisis alimentaria.

Puerto Resistencia materializó un ejercicio organizativo de nuevo tipo en las ciudades, pues logró consolidar una dinámica que articuló la realidad de los barrios, con todos sus matices sociales y económicos, para crear un escenario de resistencia popular basado en la horizontalidad, en los que todas las personas tenían claro que nadie estaba por encima de nadie y nadie mandaba a nadie; un ejercicio comunitario que llegó al nivel de no tener líderes individuales visibles, sino que se fundamentó en vocerías colectivas que iban siendo rotativas.

Si se analiza con cuidado, puede verse que la resistencia popular de PR consolidó un escenario mínimo de autonomía, en donde la libertad y autocontrol comunitario generó que centenares de jóvenes, con múltiples experiencias de vida, convivieran día y noche durante dos meses, llegando así a una distribución de tareas para el día a día y generando acuerdos o “normas” de convivencia colectiva. Por tanto, jóvenes que podrían haber sido vistos como un riesgo de inseguridad, en el espacio de libertad, en algún momento fueron vistos como una especie de “héroes” que protegían la sociedad ante la represión del Estado (1).

El control de los barrios de PR era absoluto por parte de los jóvenes, había múltiples barricadas con integrantes de la primera línea vigilando cada entrada y cada calle del sector, eran estos jóvenes (hombres y mujeres), quienes sabían quién entraba a sus calles, a partir de mecanismos de comunicación interna permanente (radios y celulares). La comunidad del sector muchas veces abrió las puertas de sus casas para que los jóvenes entraran a bañarse, así mismo prestaron sus manos para apoyar en la preparación de los alimentos en las ollas comunitarias. Al mismo tiempo, avisaron cuando venía la mal llamada fuerza pública y salieron a respaldar a los jóvenes en las noches de terror cuando los gases lacrimógenos invadían las casas y los disparos de bala no dejaban de crujir contra la sociedad movilizada (2).

Fue tal la organización lograda en Puerto Resistencia, que llegaron a tener la capacidad para formar a muchos jóvenes como auxiliares de primeros auxilios y apoyar a los otros puntos de resistencia de la ciudad, enviando: primeras líneas, insumos y personal médico, alimentación, entre otro tipo de apoyos. Esta comunidad construyó nuevos referentes de vida que rompen con la idea del individualismo, y en su trajinar moldearon la cultura de la cual son producto, dándole base a nuevas simbologías y referencias para la ciudad y el país, como quedó plasmado en “Resiste” el (anti)monumento con el que celebraron para no olvidar las semanas de lucha, con sus muertos, con sus referentes de resistencia y sus significantes de futuro. Sin duda, lo ocurrido en Puerto Resistencia fue una experiencia fugaz, pero que deja entrever los vestigios de esa otra sociedad que está brotando, de ese mundo nuevo que necesita la humanidad con democracia real, participativa y asamblearia.

Organizaciones de PR

4D: “Si quieres hablar de PR, tenés que conocer lo que fue “Terraza”. Esto fue un parche que impulsaba actividades comunitarias. Eso comienza con un proyecto de liberación, de enseñarle a la gente lo que está sucediendo en el día a día: que nos roban de frente y nosotros no hemos sido capaces de despertar y decir no roben más.

La mayoría trabajábamos y aportábamos al parche para hacer las cosas. Me acuerdo de dos historias chistosas: un día queríamos hacer un cineforo y nos pusimos a alquilar las sillas, pusimos el telón, mandamos a hacer crispetas y nadie llegó. Nos dejaron ahí esperando con todo organizado, y pasa un señor en un carro y nos grita dizque: “vayan y trabajen, jueputas vagos”. Después nos pusimos a hacer otra actividad, una ‘chorizada’. Conseguimos un asador pequeño y cocinamos muchos chorizos para regalarle a la gente con gaseosa, pero nadie nos recibió nada y nos tocó comernos todos esos chorizos, llegué a mi casa como con 30. A lo último terminábamos todos aburridos y sentados en la calle preguntándonos: ¿Cómo cautivamos a la gente para que se junte con nosotros?

Ese parche era muy pequeño, apenas 7 personas. Teníamos un principio y es que íbamos a trabajar en la sombra y nunca íbamos a pedir reconocimiento, no nos interesaba eso, sino que la gente cogiera conciencia ciudadana y que comenzara a cambiar de a poco. Nunca dejamos de hacer actividades”.

Sigifredo: “En los últimos años, esa zona empezó a tener cierto tipo de relevancia, y de ahí salieron convocatorias interesantes. Antes del 28 de abril ya lo denominábamos Puerto Resistencia, ese nombre se dio luego del 21N de 2019, cuando vivimos las primeras confrontaciones contra la Policía. Ahí se lograron juntar como 16 grupos de la ciudad, y se llamaron: Grupos Unidos de Puerto Resistencia. Eso tenía mucha fuerza y estaba empezando a ganar vuelo, pero llegó la pandemia y todo se congeló, no se pudieron volver a hacer las reuniones y el proceso como que se fue esfumando”.

28 de abril 2021

4D: “Para contarte lo del 28 me toca devolverme un poquito a lo que pasó en PR después del 21N de 2019, cuando las marchas se habían empezado a hacer diarias durante varias semanas. El 4 de diciembre se convocó una manifestación y en la mañana habíamos como 10 personas, pero ya en la tarde serían unas 50 o 60. Yo no me acuerdo por qué, pero decidimos ponernos a bloquear todo Puerto Resistencia. En ese momento todavía se le conocía como Puerto Rellena. Fue muy difícil porque nos mandaron la policía de una, y aunque la universidad siempre nos enseñó a batallar, en ese escenario de universidad había unas mínimas condiciones para el tropel, porque cuando uno se cansaba pues podía ir a algún lado a esperar y así, al final se volvía una zona de confort, pero esto de pelear en el barrio era otra cosa.

Eran las cinco de la tarde y el Esmad nos gaseo de una con lacrimógenos, todo el mundo corrió y ya estaba como empezando el pánico, pero la gente se devolvió y dijo: ‘¿por qué les vamos a correr si estamos en nuestra casa?’. En ese momento volvió a armarse el tropel, y duramos como hasta las doce de la noche. Hubo bastante destrucción ese día. Después se acabó ese paro y ya nadie salió más. Entonces, en el 2020 nos encerraron y lo que definimos, como para poder ayudar en algo a la gente, que estaba pasando hambre, fue recoger colectas y armar mercados para ir a repartir en toda la zona.

El 28 de abril de 2021 fue muy diferente, llegué caminando como a las tres de la mañana, y en el camino me encontraba gente andando para el mismo pedazo que yo iba. No conocía a ninguna persona y me preguntaban “¿vos vas pal paro?”, y yo como con desconfianza decía que sí. Ahí me acuerdo que cuando llegamos ya habían como 100 y a las 8 de la mañana más de mil personas. Nos mirábamos con los de Terraza y decíamos, “ya no somos los siete huevones de toda la vida, ahora sí llegó la gente”.

Desde temprano pasaban los policías en motos y los hijueputas nos silbaban y nos saludaban. Nosotros les respondíamos: “otra vez nos vamos a volver a ver en el barrio”. A eso de las 11 de la mañana llegó una tanqueta del Esmad, y dije: “ufff, ahora sí, ya nos tienen respeto en el pedacito”. Ese día pasaron algunos desmanes, pero realmente no fue tan duro como esperábamos, porque con el asesinato del joven Agredo empezó fue una cosa como más delincuencial de saqueos, y en eso no queríamos estar”.

29 y 30 de abril, punto de partida para la imaginación popular

4D: “El 29 la gente había visto lo de los tropeles hasta tarde en la Universidad, y todo el mundo estaba cargado de rabia con esas muertes del día anterior. Nosotros llegamos de una al punto y otra vez fue llegando la gente, pero esta vez ya se sentía que todo el mundo estaba era con ganas de pelea. Cuando nos mandaron las tanquetas cogimos una pintura y se las tiramos para taparles la vista; otra gente les tiraba molotov y ese carro se prendió de tanto que les dimos.

La gente ya salía con máscaras para aguantar los gases, y guantes para devolverlos. Mejor dicho, todo el mundo se preparó sin que nadie le dijera nada. Ese día la cosa estuvo tan dura que, después de cinco horas de batalla, el Esmad corrió, o sea los sacamos de Puerto Resistencia. Corrieron de miedo, por salvar la vida. Sintieron por fin ese miedo que sentíamos nosotros cuando nos ponían a correr.

Después de eso nos pusimos a organizar barricadas toda la noche, y en esas es que nos encontramos dos conteiner que estaban en una obra de construcción. Eso era grandísimo, los muchachos los desocuparon y los corrieron. Les amarraron cuerdas y empezaron a jalar entre todos. Parecían hormigas trabajando. Cuando llegó el Esmad al otro día y vio eso en la mitad de la avenida, dijeron: ‘esto se putio’.

La pelea del 30 fue apoteósica, el cielo parecía que se llenaba de piedras. El Esmad no aguantaba la cantidad de piedra. Se prendió ese CAI con candela y, mejor dicho, eso parecía una revolución. Tropeliamos varias horas también ahí, todo el mundo quería estar al frente dándoles. Ya cuando otra vez se les acabó la munición, los volvimos a corretear y después de eso no volvieron. Cuando ganamos, eso se formó una rumba ni la hijueputa. Para nosotros se había acabado el toque de queda del gobierno, se acabó el covid, se acabó todo, y todo el mundo era en una fiesta de alegría. Puerto Resistencia nació ese día.

Después de nosotros empezó a prenderse la ciudad: apareció Puerto Maderas, Apocalipso, El Paso del Aguante, Mil Luchas, La Nave, La Dignidad, bueno, un montón de puntos en todo Cali. La Policía estaba sin saber qué hacer y definieron acabar primero los otros puntos y dejar de último el de PR, pero nosotros teníamos la conciencia colectiva y empezamos a mandar apoyos a los otros puntos. Luego, cuando nos consolidamos más, podíamos hasta enviar medicinas, alimentación y si necesitaban pues primeras líneas para apoyar en los tropeles.

Nos sorprendimos cuando vimos que, en los primeros días de mayo, se empiezan a prender son las zonas del Valle del Cauca. Entonces hubo estallidos en Buga y Palmira. Todo el mundo nos ponía como referentes. Eso de PR fue como contagioso; luego veíamos que Colombia y el mundo estaban hablando de eso que estábamos haciendo en el punto”.

Rayo: “El 29, en medio del tropel, empezó a caer un aguacero durísimo. Me acuerdo que antes de llover nos quedamos sin rocas y estábamos mirando qué hacer, cuando sale una señora mayor de su casa y nos dice: ‘yo acá arriba tengo unas baldosas’. Entonces se subieron unos pelados a bajar las cosas y eso eran baldes de piedra y baldosa que empezamos a sacar. Así se fueron abriendo otras puertas a darnos cosas.

Ahí ocurrió una historia chistosa, porque cuando empezó a llover los del Esmad y la primera línea se ponen a escampar bajo el mismo techo de una panadería, y cuando escampó volvió a armarse el mierdero. El 30 empezó a llover desde temprano y ya cuando ganamos cantábamos, gritábamos y saltábamos bajo la lluvia. Nadie se quería ir, nadie se iba a ir, ya ni la lluvia nos hacía mover del punto”

Popa: “Me acuerdo que me sentía como si estuviera viviendo todo eso que había leído de la revolución. Cuando ya sacamos corriendo a la policía, las barricadas que habían se reorganizaron, la gente las estructuró y se dividieron en cada puesto para resistir. Nadie le dijo a nadie cómo organizarse ni nada, eso fue saliendo de la gente. A los días ya fueron apareciendo las ollas comunitarias, las donaciones y eso ya nos fue dando más fuerza y organización para tener gente en la primera línea, en las ollas, en lo de salud, mejor dicho, parecía como las partes de un todo. Yo creo que ese ejercicio fue autogobierno, cada quien fue tomando su papel, su rol. Cada quien fue dando su punto de vista para que las cosas se fueran dando. La gente ya estaba como en un estado de gobierno”.

Jair: “Hermano, cuando uno salía a ver todos esos tropeles en el Oriente, no encontraba solamente jóvenes, sino gente de la vieja guardia, que había estado en procesos comunitarios. Y entonces estaban ahí metidos, cogiendo piedras y tirándolas también. Yo veo que la mayoría de la gente que participó tuvo algún vínculo, en algún momento de la vida, con un proceso comunitario en el barrio. O, por lo menos en su historia o la de algún familiar, se había enredado con alguna actividad o proceso”.

Sigifredo:“Una historia que nos pasó, con el paso de los días, fue que decidimos ir al CAI y empezar a limpiarlo para organizar una biblioteca o algo más cultural. Y estando ahí llegó un negro grandísimo de uno de los puntos de PR y dice “¿qué están haciendo ahí?”, y le explicamos la situación. Entonces nos dice: “que biblioteca ni que hijueputa, me dejan esa mierda así como está, y si no lo dejan así ya les toca es tropeliar con nosotros”. Eso se iban a poner a pelear y yo calmé un poco y nos fuimos.

Ya en el otro lado nos ponemos a pensar entre todos, y claro, entendimos que nosotros hicimos una lectura equivocada, nosotros estábamos haciendo la lectura de los adultos y pues pensábamos en lo que nos interesaba. El problema era nuestra manera de ver. En cambio, esos manes lo que estaban viendo en ese CAI era su trofeo de guerra y ese trofeo era intocable, y por eso ellos querían mantenerlo tal como había quedado. Con el paso de los días se fueron hablando mejor las cosas y al final se hizo una biblioteca muy bonita”.

Indio: “Puerto Resistencia se volvió el punto más importante, en los medios se hablaba constantemente de lo que estaba pasando ahí. Eso llevó a que, en medio de las discusiones políticas, llegara una comisión de senadores de la República desde Bogotá. Los muchachos no querían dejar entrar a nadie, pero, finalmente, logramos convencerlos y los recibieron. Me acuerdo cuando entraron los senadores, tenían los ojos desorientados, no se imaginaban ni de cerca lo que estaba pasando. Eso fue muy interesante”.

El monumento Resiste”

Sigifredo: “Una de las cosas importantísimas que sucedieron en este paro es precisamente la vaina de la resignificación de las cosas, por ejemplo, la construcción de ese monumento tiene un significado muy potente, porque el estallido empezó con la caída de un símbolo colonial (Sebastián de Belalcázar) y terminó con el nacimiento de un símbolo popular, uno que construyó la sociedad.

La construcción de esa mano fue impresionante. Me acuerdo que cuando se decidió hacerla, apareció un vecino que estaba sin trabajo, enfermo y tampoco tenía para la comida; la decisión de este hombre fue quedarse ahí todos los días, trabajando y construyendo el monumento con sus manos, sin recibir ningún pago. Él había sido soldador, entonces sabía cómo hacer que las cosas de hierro quedaran bien puestas. Así mismo fueron llegando los de la construcción, los eléctricos y los pintores, mejor dicho, se juntaron todos los saberes. Eso fue una obra popular bellísima”.

Popa: “Para conseguir los materiales empezamos a hablar con las ferreterías aledañas a ver si nos podían colaborar, y la gente empezó a donar los materiales. Los planos los hizo un muchacho que estudiaba arquitectura, y él dejó como soporte de toda la mano las tres astas donde se izaban las banderas de Colombia, Valle del Cauca y Cali, en fechas especiales de la ciudad, el departamento o el país. Entonces, lo que hicimos fue volver a darle sentido a ese lugar de eventos supuestamente patrióticos que a nadie le importaban. Una cosa bonita que dejamos es que, en el centro de la mano, colgada en una de esas astas, quedó la bandera de Cali. Entonces, entre todo ese cemento, el día que lleguen a tumbarla, ahí estará esa bandera, que dice “Cali resiste”.

Diana: “Habíamos escuchado de ese monumento. Entonces nos fuimos a verla luego que pasó el paro. Ese ejercicio me pareció muy bonito, el renombrar los lugares y darles ese significado de lucha. Para mí, que el pueblo caleño haya hecho ese monumento es muy fuerte, siento que es su forma de sacar el dolor y de agradecerle a los que ya no están. Tenerlos presentes y dejar claro que no los vamos a olvidar, que hacen parte de una memoria colectiva, de un dolor colectivo también.

Digo eso, porque en últimas a nadie le pagaron por hacerlo, por construirlo, sino que salió de la mera lucha y de las ganas de movilizar. Y el hecho que el monumento se mantenga ahí en la ciudad, también es una lucha. Entonces es eso, es parte de la vida y la vida es una lucha que no toca aflojar, es una lucha en la que siempre debemos estar con la mano en alto; me parece bonito por eso… Puerto Resistencia”.

Ceci: “Siempre le digo a la gente que haber vivido lo que fue Puerto Resistencia fue como estar y vivir en otro mundo. Eso parecía como un pueblo, no sé, era otra cosa. Libertad. Los niños montaban en cicla, jugaban fútbol y no había peligros. Cuando nos dieron la noticia de que iban a hacer un monumento, fue increíble, y ya verlo como quedó me deja sin palabras. Fue ver nacer como la vida. Crecía cada día, hasta el día de la inauguración. Desde ahí yo amo esa mano. Y siempre les digo en mi casa: “Si ustedes me quieren ver feliz, déjenme en Puerto Resistencia, que yo soy feliz allá”. Hoy el monumento me posibilitó un trabajo, yo miro a qué horas cierro, a qué horas abro, y yo soy feliz en PR, y si lo llegaran a tocar, yo sé que todos aquí nos hacemos matar por defenderlo”.

Intervención militar en PR

Voz anónima: “Ya estábamos proyectando entregar el punto de resistencia. Todas las cosas que estaban pasando nos hacían ver que era momento de entregar. Había ya mucha inconformidad de los vecinos, y entonces dijimos que íbamos a entregarlo en un evento público muy grande, así como el de la presentación del monumento que se desbordó de gente. Pero no logramos ese objetivo porque la arremetida militar llegó primero.

Ese día fue increíble. Fue un operativo como de mil hombres. Nosotros ya éramos cada vez menos, ya no llegábamos ni a los 20 quedándonos por las noches. Ver tanto militar de un momento a otro fue terrible. Recuerdo ver cuándo empiezan a tumbar las barricadas, eso me dolía muchísimo. Entraron a PR con toda la violencia posible, o sea, como si estuvieran tratando con guerrilleros o con yo no sé qué. El hecho de haber traído tantos militares es la clara manifestación de que el Estado le tenía miedo al punto y sabía que no podían enviar policías, porque eso no lo iban a levantar con solo policía, tenían que enviar militares, gente educada para la guerra, porque ellos pensaron que esto ya era una guerra, pero nunca fue eso, porque ellos eran los verdaderos dueños de las armas.

Ver cómo se derrumbaba el punto era muy triste. Y muchos en ese momento pensaban en los errores que se cometieron, y es que en realidad la gente llegó a un momento en que pensaban que eran invencibles, se les subió el ego y se les olvidaron las raíces de los primeros días, el apoyo de la sociedad. Ahí fue cuando todo se quebró.

Notas

  1. Ver video: Luces de la revuelta juvenil y popular en Cali https://www.youtube.com/watch?v=ilpfVrSLqgA
  2. Esto se puede constatar en múltiples transmisiones del Canal 2 en Puerto Resistencia.

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