Cuatro ideas sobre calidad e igualdad educativa

Gonzalo Assusa

¿Qué significa que “la mitad de los estudiantes no alcanza el nivel mínimo en lectura o en matemática”? ¿La mitad de hoy es lo mismo que la mitad de hace 70 años? ¿Qué pasa con la inclusión socioeducativa y las tensiones que genera? ¿Por qué todas las miradas se obsesionan con la formación docente y dejan de lado los recursos para enseñar? Un libro y un argumento para sacarse de encima los rankings y pensar de lleno la enseñanza en nuestro país.

En el mes de abril, sacamos a la calle el libro Desigualdades y desempeños estudiantiles en la escuela secundaria. Un análisis comparativo de las evaluaciones PISA en 11 países. PISA es la sigla en inglés del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes. El material se produjo desde el área de investigación del Instituto de Capacitación e Investigación de los Educadores de Córdoba de la UEPC con dos convicciones complementarias. 1- Que es necesario asumir una mirada profundamente crítica sobre la centralidad de las evaluaciones estandarizadas en los debates educativos actuales y sobre lo que estos instrumentos realmente nos dicen sobre la compleja realidad educativa de nuestros días. 2- Y es también necesario participar de estos debates y no retirarse de las conversaciones públicas en las que se trata la cuestión de la calidad educativa, pues, de lo contrario, la única voz que será escuchada es la de las miradas mercantilizantes, elitistas y excluyentes sobre la educación.

Con ese horizonte, las que siguen son cuatro ideas fundamentales que podrán encontrar quienes decidan leer el libro.

1- No basta con evaluar
Esto lo sabemos hace tiempo, pero no está de más repetirlo: las evaluaciones por sí mismas no mejoran la enseñanza. En palabras de Tedesco: “La experiencia nacional e internacional indica que medir no mejora la calidad, de la misma manera que el termómetro no cura la enfermedad. Solo nos da un indicador del diagnóstico”.

La evaluación es parte de todo proceso de ense­ñanza y aprendizaje. No puede ni debe construirse en forma disociada a las políticas de enseñanza exis­tentes. ¿Necesitamos evaluar? Sí. Pero desde una perspectiva que considere demandas curriculares y opcio­nes didácticas asumidas por docentes en sus contextos particulares. Y sabiendo, siempre, que la información obtenida resultará incompleta y selectiva.

Para ser parte de políticas integrales de enseñanza, los dispositivos de evaluación estandarizados necesitan inscribirse en dinámicas participativas con los diferentes actores que sostienen los procesos de escolarización (docentes, estudiantes, comunidades, investigadores, universidades y representantes sindicales, entre otros). Sólo así los sentidos sobre la evaluación podrán dialogar sustantivamente con los sentidos sobre la enseñanza en una retroalimentación mutua.

2- El dinero no es todo…
Sí. Son las inequidades y asimetrías socioeconómicas las que explican gran parte de las desigualdades de desempeños escolares en nuestro país y en todo el mundo. Pero, en términos comparativos internacionales, en Argentina, llegamos a tener resultados más bajos y desiguales de lo que sería esperable por los indicadores socioeconómicos del país.

Para entender más cabalmente lo que sucede, necesitamos meter en la ecuación, además de las desigualdades socioeconómicas, las características y el tamaño de las instituciones educativas, la proporción de población heterogénea que habita las escuelas, el contexto (rural o urbano) que las rodea, las prácticas regulares de lectura, la variedad de recursos didácticos con la que cuentan docentes y estudiantes, el acceso a dispositivos digitales y conectividad, el acceso a explicaciones recurrentes de parte de docentes y la mayor continuidad pedagógica.

Lo que sabemos es que, en los lugares y combinaciones con mayor disponibilidad de recursos y condiciones para enseñar, encontramos mejores resultados educativos. Si esa disponibilidad la define el mercado, los resultados pueden llegar a ser eficientes (dependiendo de quién y bajo qué criterios lo evalúe), pero con seguridad serán excluyentes y desiguales.  Solo el Estado puede garantizar que la asignación de recursos se desarrolle con criterios de igualdad y ciudadanía, aportando a que la educación (la mejor y de mayor calidad también) pueda convertirse en un derecho. 

3- Más sector público es mejor educación
Una parte importante del discurso político y periodístico insiste hace años (con clara intencionalidad política) en resaltar las virtudes de las escuelas de gestión privada y las bondades de la lógica de merca­do en la educación, asentado en los resultados de las evaluaciones estandarizadas.

A diferencia de las escuelas de gestión estatal, las escuelas privadas combinan en su repertorio aportes económicos de las familias, pero también un gran caudal de recursos del Estado, trabajando con estudiantes en hogares que ya cuentan con mayor volumen de bienes y servicios materiales, culturales y tecnológicos en sus hogares. Además, no se les exige -de igual manera que a las públicas- criterios de inclusión y manejan de manera discrecional el pedido de bancos, por lo que no deben lidiar con la heterogeneidad que gestionan día a día las instituciones estatales.

A nivel internacional, hay una relación estadística muy clara y muy significativa:  a mayor proporción de escuelas de gestión pública, mejores desempeños en PISA. 

4- Más y mejor
Muchos de los análisis que más circulan en medios de comunicación oponen inclusión, diversidad y calidad como opciones divergentes. Como si hubiera que “elegir”.

Los diagnósticos que tienden a jerarquizar, separar y aislar creen que la clasificación excluyente es el único camino para mejorar la calidad educativa. Mientras tanto, los datos (la evidencia) muestran que hay una relación inversa o negativa entre segmentación y calidad. Mientras más aislados estén las y los estudiantes desventajados de quienes tienen mejores condiciones, peores son los resultados globales.

La comparación internacional debe dejar de servir para ese perverso chauvinismo invertido que una parte de la opinión pública suele abonar y empezar a sernos útil para pensar por dónde. Necesitamos mejorar, pero necesitamos hacerlo incluyendo, conteniendo, acompañando e igualando. Este libro del ICIEC-UEPC se escribió para aportar ideas y preguntas a esta búsqueda: describir y explicar la situación de las desigualdades y desempeños escolares, pero también proponer cómo creemos que puede transformarse el actual estado de cosas.

Imagen de portada: Agencia Noticias Argentinas.

Publicado originalmente en La Tinta

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