Comunidades de La Montaña de Guerrero no se resignan al abandono

Jaime Quintana Guerrero

México. “Promesas, soldados y Coca Cola” es lo único que recibieron las comunidades de la Montaña de Guerrero del gobierno estatal, después de cinco meses de que el huracán Manuel dañó casas, destruyó milpas y arrebató vidas, denuncia Edith Na Savi, miembro del Consejo de Damnificados de la Montaña de Guerrero. Pero ni así se resignan al olvido “y hacemos lo que podemos”.

Nacida en la comunidad de San Marcos, municipio de Zitlaltepec, la joven mujer informa que los pueblos de la Montaña realizarán la “Peregrinación del Hambre”, una movilización que realizará una concentración en la ciudad de Tlapa de Comonfort. Ahí se dará a conocer una lista de acciones del Consejo de Damnificados de la Montaña.

El problema de la alimentación en las comunidades afectadas por el meteoro es preocupante, relata Edith Na Savi. “La mayoría de la gente se quedó sin nada, tres o cuatro costales a lo mucho de mazorca, y de maíz dos bultos para todo el año. Eso ni de chiste va alcanzar, y más si son familias con dos o tres niños”.

El Consejo de Damnificados de la Montaña agrupa a cerca de 200 comunidades de 11 municipios, y acordó hacer su lucha como región entera, no por municipios. Realiza reuniones cada 15 días, en un proceso que la joven representante califica como “delicado”. Tienen ya cuatro meses desde que se conformaron, y a “algunas autoridades comunitarias las callaron con recursos, mientras otras se aislaron, pero regresan. La mayoría se mantiene”.

Edith Na Savi señala que en los cinco meses transcurridos desde el impacto del huracán, las autoridades los traen “dando vueltas”, y advierte que el Consejo evalúa ya realizar otro tipo de acciones. “No podemos estar así, jugando con la palabra y con los pueblos”, declara.

La joven indígena señala que es urgente que la gente conozca lo que sucedió en las comunidades de La Montaña, pues pronto comenzarán las lluvias de nueva cuenta y habrá deslaves.

Los militares fueron a preguntar por armas

En el Consejo de Damnificados de la Montaña se ha debatido sobre la presencia de los soldados en la región. “En un principio, la gente de San Marcos no cuestionó la entrada del ejército; y en Zitlaltepec se dijo que los militares realizarían una campaña sobre alimentación, condicionando la instalación de los comedores a su entrada”, recuerda la representante. Los habitantes de las comunidades, añade, “estaban más preocupados porque no se les viniera el cerro, y por ver cómo le hacían para resolver el asunto de los enfermos y lo smuertos”.

Los soldados entraron a través de los comedores, pero se dedicaron a preguntar a la gente “si conocían a la gente que tenía armas, si la gente se organizaba, que quiénes apoyaban a la Policía Comunitaria, cosas que no tienen nada que ver con la Cruzada contra el Hambre”, denuncia Edith Na Savi.

 

San Marcos reconstruye en solitario

La comunidad de San Miguel Amoltepec sigue en un campamento, sin abandonar sus tierras. San Marcos, municipio de  Zitlaltepec, realiza por cuenta propia sus estudios de tierra y ofrece consultas sanitarias con apoyo de médicos solidarios.

La comunidad de San Marcos es una de las tantas que denunció el abandono y las condiciones de vida reales que viven los damnificados en La Montaña. Las grietas que la atraviesan nacieron después de que se colapsó un cerro cercano a la cabecera del pueblo. Perdieron la vida cuatro integrantes de una familia y dos jóvenes que fueron arrastrados por el lodo y el agua.

A los habitantes de San Marcos les anunciaron que el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) presentaría un informe sobre su comunidad. El documento nunca les llegó, acusa la joven. “Nosotros tenemos nuestro estudio, que realizaron arquitectos e ingenieros solidarios de la ciudad de México”.

La arquitecta Ligia García y el ingeniero Arnulfo Silva Adaya, realizadores del informe independiente, mencionan en el documento que “es prioritario dejar asentado que existe alto riesgo de que se presente otro deslizamiento de grandes dimensiones, en el costado norte donde ocurrió el anterior.

”Existe una larga fisura que atraviesa de oriente a poniente en la parte más alta de la elevación montañosa, cuyo ancho y profundidad es de 10 centímetros en promedio y en algunas partes con mayor dimensión, lo cual puede apreciarse a simple vista y suponer el posible desprendimiento del terreno”.

El informe advierte que “la  fragilidad será mayor, colocando en situación de alto riesgo a las viviendas ubicadas en su  ladera del costado oriente, y que colindan  con la zona en la que fueron arrasadas personas y viviendas en el evento del 16 de septiembre pasado”.

Este  documento, explica Edith Na savi, les ayuda a sustentar exactamente lo que ocurre en la zona, porque “no se trata sólo de sacar la foto para ver que se cayó la Montaña y entonces concluir que todos se tienen que ir de ahí”.

“Aquí se trata de consultar a la gente y demostrar lo que sucede, constatar las grietas y los niveles de riesgo. Muchas veces a los pueblos nos engañan por que no contamos con la  información”, agrega la joven representante.

La salud y la alimentación en la comunidad

“El gobierno que no crea que nos van a sacar, o que nos estamos quedando con las manos cruzadas. En los pueblos las cosas siguen igual, las carreteras siguen mal, la gente sigue enferma y come lo que puede. Pero hacemos lo posible para salir adelante”, explica la indígena na savi.

La alimentación es una de las principales preocupaciones de la comunidad, pues después del huracán, llegaron los vientos de noviembre y acabaron con lo poco que quedaba de las cosechas.

La salud es otro tema al que le falta atención, señala la joven Na Savi. A San Marcos llegó un médico solidario de la ciudad de México, que se despertaba a las 6 de la mañana para atender y descansaba hasta que la luz se acababa, cerca de las 8 de la noche. Revisó a niños, jóvenes y adultos, y “no cobró ni un peso. Realizó 300 consultas en una semana”.

El personal de la Secretaría de Salud estatal jamás arribó, salvo un médico que apareció recientemente, indica Edith Na Savi, “sólo para regañar a la comunidad por traer a una persona de fuera del estado. Después se regresó a sus oficinas y jamás volvió”.

2 de febrero de 2014

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