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Sandra Petrovich

Comunidades afro descendientes de Uruguay luchan por reparación histórica

Conventillo Mediomundo, en octubre de 1978.Foto: Andrés Fernández, Adhocfotos Historia

El colectivo Globale Uruguay viene proyectando documentales de contenido social y político con una mirada crítica a los procesos de globalización capitalista, después de 14 años. Son variados los espacios de proyección: centro de estudios, cooperativas, centros sociales, bibliotecas, sindicatos. Este año 2022 fueron otros espacios, entre ellos una radio comunitaria Radio Pedal, espacio en donde funciona igualmente una olla popular.

Asistimos a la proyección del documental «Volver a mi barrio» de la realizadora Leticia Rodríguez Taborda con quien conversamos sobre su investigación con las familias del conventillo Medio Mundo y el barrio Ansina, donde cuentan lo ocurrido en 1978 y 1979. «La idea del proyecto audiovisual es que sirva de reparación a nivel de lo que es patrimonio vivo, porque la mayoría de ellos están vivos, para que puedan volver a su barrio».

Estamos hablando de un caso de población desplazada por la fuerza, ocurrido en pleno período de la dictadura cívico-militar y de un claro hecho de terrorismo de estado. Es un caso que ha tardado en hacerse visible en la sociedad uruguaya, pero por suerte la memoria persevera y vuelve desde la base misma de una comunidad a la cual se pretende relegar, ocultar, silenciar y que al fin recupera la palabra. Se niegan a desaparecer.

Las familias fueron llevadas primero al barrio Capurro, y luego a Cerro Norte. Las familias perdieron todo lo que tenían y recién ahora, cuarenta años después, los sobrevivientes y descendientes de aquellas generaciones pueden reagruparse, hablar sobre lo sucedido y reclamar reparación histórica.

Fue a principios del mes de diciembre de 1978 que los vecinos del conventillo de Medio Mundo y de Ansina fueron desplazados, primero los trasladaron a Martínez Reina, antigua fábrica textil transformada en un depósito humano y luego a la periferia de Montevideo en Cerro Norte.

Vamos a nombrar las cosas como son: la sociedad uruguaya es racista y clasista, históricamente ha negado, invisibilizado, segregado a afros y descendientes de los charrúas. Población marginada, pobre, que se oculta estando viva. Una verdadera limpieza étnica. Pero los números están allí para decirnos que la población afrouruguaya representa un 10% de la población, o sea unas 300 mil personas.

Esta población está dispersa territorialmente en los distintos barrios periféricos de Montevideo y en distintos departamentos del interior del país. Es aquí donde debemos hablar de pobreza, la que junta a afros descendientes, blancos y migrantes. Estos nadies para el resto de la sociedad son los que desbordan la ciudad, los sin techo, sin afectos, sin educación, sin salud, SIN NADA. Son los que duermen a la intemperie, en los refugios o que se juntan en las ollas populares. Los datos nos dicen que hay más de 600 asentamientos o barrios periféricos en donde se amontonan los excluidos de un sistema que se impone por despojo de territorio.

Hoy los descendientes, hijos y nietos de aquellos desplazados en plena dictadura recuperan la palabra, denuncian y reclaman poder volver al barrio de donde fueron arrancados. Son las mujeres de la comunidad afro descendiente que destapan la historia oculta, que rompen el silencio y se resisten al olvido, a la desaparición.

Luego de la proyección del documental, se forma la ronda y empiezan los intercambios, modalidad a la que nos tiene acostumbrados el colectivo Globale. No hay oradores ni dirigentes; la palabra circula. Varios vecinos se arrimaron a testimoniar, recuerdan cuando eran chicos o escucharon relatos. Hoy se pudieron juntar con datos de la historia contada por quienes la sufrieron y la sufren.

Para quienes no sepan que era un conventillo, resumimos: la palabra conventillo es el diminutivo de convento. Esto viene por algunas similitudes con los conventos religiosos, piezas exiguas y grandes espacios comunitarios. En el caso del conventillo del Medio Mundo era una de las tantas casas de inquilinato que abundaban en Montevideo. Tenía dos plantas en donde se distribuían unas 40 piezas, un gran patio en común, 32 piletas de lavar, dos baños y un aljibe. El patio central era una espacio de vida compartida; era allí que se cocinaba con braseros, se conversaba o se tomaba mate, se lavaba ropa. Fue un espacio en donde se fusionaron distintas lenguas producto de la migración y cultura. De ahí viene que se lo nombrara «conventillo del medio mundo».

Los intercambios en la ronda también desbordaron sobre la discriminación, el racismo y el clasismo en la vida cotidiana.

En buena hora la comunidad afro descendiente de Uruguay reclama reparación histórica. Ojalá esta lucha fuera la de muchos otros colectivos también.

Lazo del documental corto : https://www.youtube.com/watch?v=55c4nj4HAlo

«Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo» Eduardo Galeano

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